Calles empinadas, estrechas y pintadas de blanco. Estos elementos podrían ser el padrenuestro del urbanismo que caracteriza a la mayoría de los pueblos andaluces gracias a la arquitectura vernácula. Seguramente, todo el mundo ha dicho en alguna ocasión: "Mi pueblo es el mejor". Y es probable que no se equivoque. La belleza es algo subjetivo. Sin embargo, algunos municipios descatan más que otros. Al menos según un artículo publicado por National Geographic.

Atendiendo al ranking establecido por la prestigiosa revista internacional, estos son los merecedores de acceder al top 5. Por supuesto, sin quitar valor a otras muchas localidades que bien podrían formar parte de esta lista en una futura ampliación.

Vista panorámica de Frigiliana.

Frigiliana

Este pueblo típico andaluz, con sus casas encaladas de blanco, pertenece a la comarca Axarquía y en tan solo 50 minutos de viaje en coche desde la capital puedes llegar hasta él. Cualquiera de sus rincones es bueno para hacerte una foto digna de muchos likes en una publicación de Instagram, pero sin duda la calle Real es la idónea.

Las escaleras con maceteros y su suelo empedrado, junto con las tiendas pequeñas de barrio, hacen que pasear por allí sea una magnífica experiencia. Es imprescindible también visitar la iglesia de san Antonio de Padua, antigua mezquita musulmana, ubicada en esa misma calle Real.

Centro cultural Blas Infante, Casares.

Casares

Limitando con la provincia de Cádiz está nuestra siguiente parada: Casares. Declarada como Conjunto Histórico-Artístico, conserva un poco de cada una de las culturas que han pasado por allí. Además, cuenta con la casa natal de Blas Infante, considerado padre de la patria andaluza. 

En la parte más alta del municipio nos encontramos con el castillo de Casares que, aunque conserva pocos vestigios de la época, ofrece unas vistas panorámicas espectaculares desde las que se vislumbra toda la sierra de Ronda y el Campo de Gibraltar.

Mijas.

Mijas

Si conducimos 34 kilómetros en dirección suroeste desde la capital de la Costa del Sol, llegamos hasta Mijas. Perderse entre sus callejones estrechos es el plan perfecto para desconectar. Pero no se puede llegar hasta aquí y no visitar la Plaza de la Virgen de la Peña donde hay una estatua de bronce con el símbolo insignia del pueblo: el burro. 

Bosque de Cobre, Genalguacil.

Genalguacil

Aunque cualquier época es buena para ir hasta Genalguacil, que en árabe significa Jardines del Visir, otoño es la estación por excelencia. Los tonos rojizos de las hojas junto con el arrebol del atardecer hacen sin lugar a duda honor al nombre del Bosque de Cobre.

Cualquier rincón de Genalguacil está repleto de arte, ya que desde 1994 son varios los artistas que cada año dejan constancia de su trabajo en el ya conocido como pueblo-museo.

Plaza Ochavada, Archidona.

Archidona

Si Verona tiene la leyenda de Romeo y Julieta, en Archidona está la de la Peña de los enamorados. Se dice que desde la montaña que se ve al oeste del pueblo un cristiano granadino y una musulmana de Archidona se lanzaron al vacío, ya que preferían morir juntos antes que estar separados. 

Una vez dentro, hay que ir hasta la plaza Ochavada que cuenta con ocho fachadas. Todas ellas de ladrillo rojo y cal blanca pero diferentes entre sí. No hay que dejar de visitar tampoco la Iglesia de Santa Ana, que fue el primer templo cristiano del pueblo ni el Convento de Santo Domingo.

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