¿Ha reactivado el Ayuntamiento de Málaga las excavaciones arqueológicas en el solar de los antiguos cines Astoria y Victoria? La respuesta es no. Pese a que la primera impresión podría indicar lo contrario, la máquina que ha estado trabajando este lunes en la parcela, sobre la que se proyecta un centro cultural, no ha realizado actuaciones vinculadas con los hallazgos encontrados en el subsuelo.

El concejal de Ordenación del Territorio, Raúl López, ha sido claro al respecto, precisando que los sondeos efectuados se relacionan con la toma de muestras con el objetivo de conocer en detalle las condiciones geotécnicas del terreno.

¿Para qué? Según el edil, esa información va a ser incorporada al pliego de condiciones en el que trabaja desde hace meses la Gerencia de Urbanismo y que regirá la próxima licitación del proyecto y obra del nuevo Astoria.

"La idea es incorporar la información de ese análisis geotécnico", ha aseverado López, quien ha subrayado que el propósito es que la propuesta que finalmente sea objeto del concurso público respete la resolución emitida en su día por la Consejería de Cultura respecto a la obligación de mantener in situ los restos arqueológicos que fueron excavados en su día.

El pasado mes de junio, el propio edil ya apuntaba en este sentido, garantizando "la máxima pulcritud" con los restos. Lo que no hizo es desvelar si la actuación final los pondrá en valor y permitirá su visualización.

A la espera de que se perfilen todos los detalles, la apuesta municipal pasa por construir un espacio polivalente que albergará actividades relacionadas con las artes escénicas y la danza, que, a priori, contará con una sala de 800 localidades. Este equipamiento público vendría a completar la labor que desarrolla el Teatro Cervantes y el Festival de Cine. Respecto al centro de danza, se habla de que contará con una sala de ensayos y exhibición con doble altura que sería también multifuncional, para otras necesidades escénicas.

La duda que pesa sobre este estratégico emplazamiento del casco antiguo se remonta a finales de 2010, cuando el Ayuntamiento se hizo con su propiedad tras comprárselo a la promotora vasca Baensa. La operación le supuso un desembolso de casi 21 millones de euros.