Málaga

Durante casi siete años y medio se le ha llamado Metro al Metro de Málaga. Cuando en realidad era una especie medio Metro. Una infraestructura, sí, con capacidad para llegar a mover a hasta 6,9 millones de viajeros en 2019, antes de la llegada de la Covid. Pero incapaz de satisfacer la demanda real de la población a la que sirve: llegar al Centro. 

Eso lo hará en 2022. ¿Cuándo? Queda por poner fecha y hora en el calendario, un compromiso que la Junta de Andalucía sigue esquivando, temerosa de que, como ocurriera con sus antecesores, algún contratiempo impida cumplir lo anunciado.

Sea como fuere, será el año que viene cuando se romperá esa barrera que durante años ha impedido al ferrocarril urbano superar la frontera de El Perchel y adentrarse en dirección al Centro. La lógica política invita a pensar que, como poco, la reinauguración del proyecto se producirá antes de que tengan lugar las elecciones autonómicas.

Pero existen dos evidencias más que resultan concluyentes. La primera es lo recogido en el contrato que obliga al Gobierno andaluz y a sus socios privados en el proyecto. El documento, que fue objeto de revisión a finales de 2020, fija la necesidad de que los trenes hagan su entrada en la Alameda antes de finales de noviembre del año que viene. 

La segunda, igualmente objetiva, tiene que ver con el avance en los trabajos de terminación de la infraestructura y de todos los componentes necesarios para que sea posible prolongar el viaje desde El Perchel, punto al que ahora pueden llegar los viajeros procedentes de Carretera de Cádiz y Teatinos, hasta el corazón de la ciudad.

Interior del túnel del Metro de Málaga.

Muestra de ello es que hace menos de un mes, los responsables de la Administración regional ya vaticinaban que a lo largo de febrero toda la labor que se desarrolla actualmente en el interior del túnel quedará completada.

Logrado ese objetivo, quedarán por delante las tareas de comprobación de los sistemas, comunicaciones y del material móvil. A lo largo de la próxima primavera los coches del Metro recorrerán de manera ininterrumpida el túnel, puliendo las taras que pudieran existir antes de la puesta en servicio real.

El Metro amputado que hoy por hoy sirve a parte de la población malagueña tiene una longitud de 11,3 kilómetros. Pese a ello, la imposibilidad de enlazar con el Centro rebaja de manera muy sensible la demanda potencial de este medio de transporte. Los datos confirman el crecimiento cualitativo y cuantitativo que supondrá dar el salto desde el intercambiador localizado junto a Renfe y la estación de Atarazanas.

De los 6,9 millones de usuarios de 2019 se pasará, según los estudios de la concesionaria, a al menos 18 millones. Y eso sólo con la ampliación del trazado en un kilómetro de longitud.

Sólo en ese momento empezará a comprenderse de verdad el sentido de haber invertido ya casi 800 millones de euros en la construcción del suburbano, cifra que crece exponencialmente al incluir en la ecuación los cientos de millones abonados por los costes de explotación, de subvención del billete y de compensación por los retrasos acumulados en todos estos años.

Siendo relevante alcanzar la estación de Atarazanas, con parada previa en Guadalmedina, a la altura de El Corte Inglés, no lo es menos que 2022 debe permitir sentar las bases de la extensión del trazado ferroviario hacia la zona norte. En concreto, en la búsqueda de la parcela donde, según lo comprometido por la Junta, se levantará el tercer hospital de Málaga.

Los parámetros manejados hasta el momento por la Administración regional alejan la terminación de esta pieza del recorrido a finales de 2027, con un coste inicialmente estimado de unos 150 millones de euros.

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