El uso de un recipiente móvil adosado a un vehículo donde transportar todo tipo de artículos es algo que se utiliza desde hace mucho tiempo. Bien es cierto que en sus orígenes los remolques eran vehículos no propulsados que tenían un uso eminentemente profesional, sobre todo agrícola, aunque con la mejora de las redes viarias de Europa y, sobre todo, de España, la necesidad de un remolque para aumentar la capacidad de transporte de todo tipo de artículos ha convertido este dispositivo en algo relativamente común para los conductores particulares. Motos de agua, animales, bicicletas, motocicletas, coches, artículos de camping o simplemente caravanas de todo tipo, han popularizado los dispositivos de arrastre que se instalan en los vehículos. Sin embargo, esas bolas de remolque instaladas en muchos de ellos se han convertido en una preocupación para muchos otros conductores por la cantidad de daños que producen.

Debemos saber que si llevamos un enganche instalado en nuestro coche y no estamos usando el remolque, este asomará por detrás de la línea del paragolpes trasero del coche al menos 15 centímetros. Esto implica que algo tan simple como salir de un aparcamiento en línea puede producir un daño importante en el paragolpes delantero del vehículo que haya aparcado detrás. Por mucho cuidado que se tenga, si tenemos que salir así, todo el peso del vehículo que retrocede se concentra en una superficie de unos dos centímetros cuadrados de una bola esférica y maciza de hierro. El resultado, aunque no grave desde el punto de vista de la seguridad, sí lo es a tenor de los daños, porque un paragolpes moderno de plástico si se deforma a ese nivel no recupera su silueta original. Como consecuencia, 400 euros de media por los daños, que paga el seguro del vehículo que tiene la bola de remolque si hemos sido testigos, o la misma cantidad de nuestro bolsillo si el causante de los daños se ha ido de rositas dejando el agujero en nuestro vehículo.

Además, si impactamos por detrás en marcha contra un vehículo que lleve la bola puesta sin llevar remolque entonces sí que los daños pueden ser terriblemente caros. Recuerdo el caso de una persona que tuvo un golpe así en una retención contra un vehículo que iba delante. Aunque aparentemente ni la velocidad de impacto ni los daños a simple vista parecían importantes finalmente se observó que el enganche había entrado como un fino aguijón hasta el motor del vehículo que iba detrás, partiéndolo como la mantequilla, dejando como resultado un coche con cuatro años que no merecía ser reparado por el presupuesto de los daños.

Según la normativa, llevar instalado el dispositivo de arrastre o bola sin llevar el remolque es completamente legal. Hace un tiempo, cuando solo había enganches de remolque fijos era en cierto modo comprensible que no se pudiesen quitar, pero hoy día, cuando todos los fabricantes ofrecen opciones de bola extraíble, que se pueden quitar tanto manualmente como mecánicamente desde el interior, resulta incomprensible que estemos sometidos a los inconvenientes económicos y de seguridad que se derivan de las bolas de remolque de instalación fija, por lo que un cambio en el Reglamento de Seguridad Vial en ese sentido sería, cuanto menos, muy necesario a tenor del impacto que tiene sobre terceros.

¡Maldita bola de remolque! Es la expresión que suelo oír, ya muchas veces, sobre los daños causados en los vehículos por otros que montan una bola de remolque en su parte trasera. Mi consejo: nunca aparque detrás de un vehículo que lleve bola de remolque y aléjese o cambie de carril si lo tiene delante en una carretera.