Una imagen de Elia y opositores.

Una imagen de Elia y opositores.

Educación

Elia, la opositora atrapada en un sistema que no adapta a los disléxicos: "Sé que no voy a aprobar nunca si no cambian"

Desde Educación, respecto a la solicitud de no penalizar la ortografía, por ejemplo, insisten en "que se trata de un procedimiento selectivo a Cuerpos Docentes".

Más información: Cuenta atrás para las oposiciones de profesorado: habrá 6.000 aspirantes en la provincia de Málaga

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Elia María Cuenca tiene 29 años, una vocación profunda por la docencia y un sueño claro: ser maestra en la escuela pública, a poder ser de Educación Física, por el amor tan grande que tiene hacia el deporte.

Sin embargo, cada día ve más difícil cumplir su sueño debido a un trastorno que padecen ella y más de cuatro millones de personas en España: la dislexia.

Este sábado se presenta a las oposiciones de Educación en Málaga y reconoce, resignada, que va a suspenderlas. Y no porque no se haya preparado, sino porque no se las adaptan.

Con solo ver el currículum de la joven profesora uno se hace la idea de la cantidad de tiempo y dinero que ha invertido en su formación.

Al grado en Educación Primaria con la mención en Educación Física y Educación Especial, hay que sumar dos másteres: uno de Formación del Profesorado de Educación Secundaria, con especialidad en Educación Física y otro de Investigación en la Actividad Física y Deporte.

También tiene un amplio número de cursos. Un sinfín de formación que no sabe si le servirá para algo algún día.

Pero es que además, de aprobar esa oposición, Andalucía ganaría como profesora de Educación Física a la mejor deportista de Lucena desde 2017, siendo nombrada Deportista Local de Alto Nivel por el Consejo Rector del SDM de Lucena.

Estos reconocimientos destacan su dedicación y desempeño en el ámbito deportivo. En la actualidad, compagina la oposición con su trabajo en un pabellón deportivo en su pueblo.

"Empiezo a pensar que solo podré ser profesora si algún concertado o un privado me da la oportunidad, pero en la pública, si no adaptan las oposiciones, por mucho que me prepare, en la vida", lamenta.

Desde hace más de cinco años, la Federación de Dislexia en España está reclamando que en las oposiciones se incluyan adaptaciones para las personas con dislexia, como ocurre en otras etapas educativas.

A Elia le detectaron muy tarde la dislexia, cuando estaba en Bachillerato, pero reconoce que se le ha tendido la mano para que pudiera seguir avanzando. Con ella vinieron de la mano la disortografía y la disfasia.

Los profesionales vieron en ella un coeficiente intelectual muy bueno, pero detectaron que algo pasaba en el ámbito comunicativo. Y se pusieron manos a la obra para ayudarla.

"Un simple portátil con un word que me ayudaba a la hora de escribir, sin Internet ni nada, totalmente capado... O algo más de manga ancha con las faltas de ortografía derivadas de la dislexia, con un margen del 10% respecto al resto del alumnado y algo más de tiempo en los exámenes.

Cosas tan simples me han ayudado mucho y creo que la Junta de Andalucía puede ayudarnos, por mucho que no lo ponga en ninguna ley", explica.

Para ella, hay una clara desigualdad de oportunidades para personas que, como ella, padecen un trastorno neurobiológico que, evidentemente, no han elegido en su día a día.

En la actualidad, relata, las adaptaciones solo se conceden a quienes acreditan una discapacidad superior al 33%, dejando fuera a quienes tienen un grado menor o solo dificultades de aprendizaje.

"ntes tenían en cuenta también a las personas con un 19%, como es mi caso, para pedir determinadas adaptaciones; pero ya tampoco", lamenta.

Elia solicitó en su momento que se le reconociese un grado de discapacidad que le permitiera obtener las adaptaciones necesarias para presentarse en igualdad de condiciones.

Pero el sistema de valoración no dispone, relata, de casillas claras para la dislexia: mide movilidad, visión, audición… aspectos físicos fácilmente cuantificables, pero no contempla trastornos del aprendizaje. Como resultado, le asignaron un 19% de discapacidad, lejos del 33% mínimo necesario para poder solicitar adaptaciones oficiales en el proceso de oposiciones.

Adaptaciones mal planteadas

En una de las convocatorias, de forma sorprendente, le asignaron una “adaptación” sin que ella la solicitara: los exámenes estaban impresos en letra grande. "No tengo problemas de visión, tengo dislexia. La letra grande no me ayuda a redactar mejor un tema ni a evitar faltas", explica Elia, todavía incrédula. Cuando se lo manifestó a los responsables del examen, reconoce que no supieron ni qué decirle.

Elia no pide más que poder realizar el examen en ordenador,con un programa de edición de texto que le permitiera, mientras escribe, ver los subrayados de posibles errores ortográficos o gramaticales, como hizo durante sus estudios universitarios.

No busca ventaja, sino una herramienta de apoyo para controlar los errores de forma similar a como trabajan muchos estudiantes hoy en día. También pedía un tiempo extra razonable, y por más que lo ha peleado, no ha recibido respuesta positiva.

Y no solo eso, la situación ha empeorado en los últimos años. Recientemente se ha introducido, cuenta, una norma por la cual, si el opositor comete cinco faltas graves de ortografía, el examen queda automáticamente suspendido sin ser leído en su totalidad.

Esto afecta de manera especialmente cruel a quienes, como Elia, tienen dislexia, pero también ha perjudicado a muchos opositores sin discapacidad reconocida, dada la presión extrema de desarrollar un tema durante horas y en más de diez páginas, nerviosos.

La paradoja que vive Elia es curiosa. En su futura labor docente, como profesora, se le exigiría adaptar sus clases a las necesidades de sus alumnos con dificultades. Sin embargo, el sistema no le concede el mismo derecho a ella durante su proceso selectivo.

Junto con otras personas afectadas, ha llevado su caso a todas las instancias posibles: peticiones en Change.org, reclamaciones a la Junta de Andalucía, escritos a la Defensora del Pueblo, e incluso intentos de trasladar la situación al Congreso de los Diputados.

Las respuestas, cuando llegan, son siempre las mismas: "No está recogido en la ley. No podemos hacer nada", dice. "Y más ahora, con la corrupción política... Ni nos han atendido", critica.

Elia no es un caso aislado. Cada año, cientos de personas con dislexia u otros trastornos de aprendizaje se enfrentan a este mismo laberinto burocrático. Los baremos de discapacidad, pensados hace décadas para discapacidades físicas más evidentes, siguen dejando en el limbo a miles de personas con dificultades cognitivas y de aprendizaje.

La versión de la Junta

EL ESPAÑOL de Málaga se ha puesto en contacto con Educación para confirmar lo que explicaba Elia, respecto a las oposiciones de los Cuerpos Docentes en Andalucía y desde allí han explicado que "la Consejería ya ha aceptado en otros procedimientos la solicitud de adaptación requerida por las personas interesadas en cuanto al mayor tamaño de la letra e interlineado", justo lo que la joven vivió.

Con respecto a la adaptación del tiempo, han dicho, "dado que se trata del acceso a un cuerpo estatal, se aplica la normativa de carácter nacional, Orden PRE/1822/2006 de 9 de junio, por la que se establecen los criterios generales para la adaptación de tiempos adicionales en los procesos selectivos para el acceso al empleo público".

Con respecto a la solicitud de no penalizar la ortografía, la Consejería ha incidido, brevemente, "que se trata de un procedimiento selectivo a Cuerpos Docentes".