Antonio Alcoba (Madrid, 1935) actualmente en su casa de Aravaca con su fotografía del chotis.

Antonio Alcoba (Madrid, 1935) actualmente en su casa de Aravaca con su fotografía del chotis. Alejandro Ernesto

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Antonio Alcoba, el cámara que guarda el secreto de la primera foto del chotis: "Otros iban a por Franco; yo me iba por Madrid"

Tuvo un gran reconocimiento en el Madrid de la segunda mita por sacar las fotos de "lo que nadie veía" en la capital.

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Un pequeño museo del Madrid de la segunda mitad del siglo XX. Eso es lo que parece la casa de Antonio Alcoba, el reconocido fotógrafo que inmortalizó la ciudad en la época, ahora ya jubilado desde hace 30 años.

En una de las habitaciones del piso donde vive desde hace 50 años con su mujer, en Aravaca, montones de libros sobre fotografía, recuerdos, fotos y cámaras que son una reliquia se encuentran dispersados en estanterías, mesas y sillas.

Entre sus pequeños tesoros, Alcoba guarda una de las primeras fotos de las que se tiene constancia sobre el baile más castizo: el chotis. Ahora está de aniversario, cumpliendo 175 años. Y es que su introducción en España -que haría que posteriormente se convirtiera en la danza madrileña por excelencia- tuvo lugar de forma destacada el 3 de noviembre de 1850.

Fue durante una recepción celebrada en el Palacio Real de Madrid y presidida por la reina Isabel II. En aquella ocasión, se presentó por primera vez la 'polca alemana', que captó rápidamente la atención de la alta sociedad de la capital por su ritmo particular y su estilo singular. Fue la propia reina Isabel II quien inauguró el baile al compás de aquel primigenio chotis. Así se marcó el inicio de su popularización.

La de Alcoba es, al menos, la primera foto catalogada en el Museo de la Historia de Madrid, como señalan desde esta misma institución. Data de un siglo después, del 1958.

El fotógrafo, a sus ya 90 años cumplidos, y con todavía una buena memoria, recuerda que era en "una corrala en Las Vistillas". "Se hacía un concurso de chotis en una placita de allí durante las fiestas de la Virgen de La Paloma. Yo estaba todas las noches porque sabía que al día siguiente podría venderlas [las fotos] en los periódicos".

No es de extrañar que fuera Alcoba quien inmortalizara los momentos más tradicionales de la capital en esos años: entre los 50 y los 80. Pues el que se podría considerar como el 'fotógrafo más castizo' se especializó en "lo que la gente no veía" de la ciudad.

La primera fotografía catalogada del chotis en el Museo de Historia de Madrid, de 1958.

La primera fotografía catalogada del chotis en el Museo de Historia de Madrid, de 1958. Antonio Alcoba Colección del Museo de Historia de Madrid

"Mientras todos los fotógrafos se iban a donde estuviera Franco, yo me iba por Madrid y sacaba el socavón en medio de la calle, el coche que se había averiado, el atasco en la carretera... Y luego se lo vendía a los periódicos. Me di cuenta de que aquello era un negocio, porque no lo hacía nadie", explica.

Así, se hizo tan experto en el día a día de la capital que se empezó a hacer un nombre. "Ya eran ellos quienes me llamaban para hacer reportajes".

Antonio Alcoba

La primera cámara llegó a manos de Alcoba a los 14 años, cuando comenzó a trabajar de botones en la redacción del diario Arriba. "Vivía con mi abuelo, mi abuela, mi madre y mi tía en la calle Monteleón (en el barrio de Malasaña). Al morir mis abuelos, no teníamos dinero, así que me puse a intentar sacar algo".

Acabó en el periódico tras otros trabajos diversos en tiendas, corseterías y talleres con menos remuneración. Y en este fue donde conoció a quien le enseñó la que sería su profesión: José Pastor, uno de los dos fotógrafos que había en la plantilla del diario.

Antonio Alcoba con una de sus primeras cámaras. Su primera cámara fue una Regula.

Antonio Alcoba con una de sus primeras cámaras. Su primera cámara fue una Regula. Alejandro Ernesto

Este le propuso que le acompañara en alguna ocasión como ayudante. "Yo llevaba el equipo y preparaba los flashes". En aquella época, se realizaban con una mezcla a base de magnesio que producía una explosión y, así, el fogonazo de luz. "Se hacía manual. Echaba unos polvos en un platillo y lo prendía con una cerilla. Solo había una oportunidad. Tuve un follón en una conferencia de un sacerdote muy famoso. Me equivoqué y no salió la fotografía", cuenta entre risas.

"Hasta que me independicé". Su nombre empezó a resonar por distintas cabeceras de la época, como el Ya, Abc, Pueblo, Informaciones o, incluso, la recién inaugurada agencia Europa Press. En algunas ocasiones trabajando con figuras de renombre como Jesús Hermida.

Alcoba sujeta su fotografía favorita, hecha durante la Feria de Nueva York en 1964.

Alcoba sujeta su fotografía favorita, hecha durante la Feria de Nueva York en 1964. Alejandro Ernesto

Un reconocimiento que le sirvió para ganar premios como el de la Muestra Fotográfica de los Juegos Olímpicos de Roma de 1960 o el de un año después, en el concurso de la celebración de la IV capitalidad de Madrid. "También hice mi primera exposición, que tuvo un gran éxito".

A pesar de que la mayor parte de su trabajo fue en Madrid, en 1964 tuvo una de las oportunidades que más recuerda: la Feria Mundial de Nueva York. "Estuve dos años como fotógrafo oficial del pabellón".

Ahí realizó su fotografía favorita, un barco por el que se ve la Estatua de la Libertad en cada uno de los huecos que forman las velas. "Es única". Tanto, que la tiene colgada en un sitio especial, destacando en su habitación sobre todas las demás.

Sus últimos años antes de jubilarse los pasó compaginando la fotografía con su faceta como profesor de esta materia en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. "En el 73 me metí a hacer la carrera de periodismo", explica, puesto que al empezar a trabajar tan temprano, no había podido terminar los estudios. "Me di cuenta de que ahí hacía falta que se hablara de fotografía".

Obras del Metro de Alberto Aguilera en los años 60.

Obras del Metro de Alberto Aguilera en los años 60. Antonio Alcoba Ayuntamiento de Madrid

Tras retirarse, tal y como narra, siguió saliendo con su cámara -como hobby- por los alrededores de su barrio. Recordando tiempos pasados.

Su última exposición fue hace un año, organizada por el Museo de Historia. "Se llenó de gente. Para mí es un honor". En la muestra se dispusieron 200 de sus imágenes que representan Madrid en los 60, esa "ciudad abigarrada, bulliciosa, en plena transformación", como aseguró su comisaria, Sonia Fernández, en su presentación ese momento.

Fotografías que muestran cosas tan típicas y a la vez curiosamente históricas como bocas de Metro a medio construir, obras del momento como los inicios de la M-30, el tranvía, un organillo en un carro movido por un burro, gente lavándose los pies en charcos, un afilador durmiendo en la calle, limpiabotas en la plaza de las Cortes y verbenas madrileñas como un tiovivo en la verbena de San Antonio o los gigantes y cabezudos en las fiestas de San Cayetano.

 Ahora ya hace mucho tiempo que no coge una cámara. "Ya no puedo salir mucho de casa". Aun así, sigue rememorando aquellas imágenes todos los días y leyendo la treintena de libros que tiene publicados.