Un rider de Glovo pasando por la Puerta de Alcalá.

Un rider de Glovo pasando por la Puerta de Alcalá. Europa Press

Sociedad

Los riders se extinguen en Madrid: la restauración pierde "un 20% de su facturación" con la ley de Yolanda Díaz

La crisis del delivery deja a los establecimientos madrileños con hasta dos horas de espera en el reparto de servicio a domicilio.

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Hasta dos horas de espera si pides a domicilio es la nueva realidad del delivery en Madrid. Pero no porque los restaurantes de la capital tarden en prepararlos, sino porque no hay repartidores (riders).

La situación es "muy grave", aseguran los hosteleros afectados. Algunos hasta alcanzan perdidas del 20% en la facturación de sus restaurantes.

Tras recibir multas de más de 800 millones de euros por la nueva ley de trabajo, más concretamente la bautizada como la Ley Rider, la empresa de reparto española Glovo se vio obligada a hacer un cambio de modelo en la política de trabajo de sus riders el pasado 30 de junio: tenían que dejar de ser autónomos y estar en plantilla.

Sólo aceptó un 15% de los repartidores, quedándose Glovo sin suministros de riders. Un desabastecimiento que también están sufriendo otras apps de reparto (Just Eat, Uber Eats, etc.) en Madrid.

De esta manera, los tiempos de espera pueden ascender a dos horas para recibir tu pedido después de haber perdido, aproximadamente, un 85% de sus repartidores.

Tiempos de espera de Goxo, esta semana, una marca que trabaja en exclusiva con Glovo.

Tiempos de espera de Goxo, esta semana, una marca que trabaja en exclusiva con Glovo.

Glovo ha declinado responder a las preguntas realizadas por Madrid Total, pero los hosteleros afectados que viven del delivery describen de manera anónima la situación crítica por la que están pasando y advierten de que el problema se puede agravar en un tiempo al tener también que cambiar de modelo el resto de apps de reparto.

El impacto de la 'extinción' de los riders sobre la hostelería madrileña se ha hecho tangible en las cuentas y en la calidad del servicio. "Al final, todo esto es consecuencia de la laboralización forzosa de los riders. Ellos mismos están muy enfadados." —lamenta uno de los hosteleros más afectados por tener exclusividad con Glovo—. "He perdido un 20% en la facturación de mis restaurantes en los últimos meses porque acumulo miles de horas de espera y quejas de los clientes".

El modelo híbrido que permitía a los repartidores trabajar como autónomos para varias apps de reparto, según relata, era clave para cubrir la demanda fluctuante del delivery: "Los riders que ganaban bien, incluso hasta 2.000 y 4.000 euros al mes, se han marchado. Querían ser autónomos, poder saltar entre plataformas. Ahora, la ley les fuerza a ser trabajadores por cuenta ajena y el 70-90% no aceptó ese cambio".

La situación genera tensión constante en los locales: menos velocidad de entrega, más esperas y usuarios cada vez más frustrados.

"Los clientes no entienden bien de quién es la responsabilidad y se enfadan con nosotros cuando los pedidos se retrasan", explica. Para muchos hosteleros, la incertidumbre sobre si todas las demás plataformas adoptarán el mismo modelo, mantiene el sector en vilo. A día de hoy hay algunas que según denuncia la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, no cumplen la nueva ley.

Otro empresario del sector, cuya actividad depende en gran parte de las plataformas de reparto, confirma el problema: "La Ley Rider lo cambió todo. Ahora, Glovo ha tenido que ajustar su modelo por la presión de las multas y las amenazas penales y administrativas".

La consecuencia directa se palpa en la ciudad. "Antes, el trayecto medio era de 30-35 minutos; ahora, son 50-55 de media. Esto también está pasando en Uber Eats. Muchos clientes hasta reciben la comida casi fría. Hay una subida brutal de los costes de envío y el servicio es peor. Los clientes piensan que la culpa es del restaurante", denuncia.

La nueva ley del trabajador —creen los implicados— se planteó pensando en proteger al rider, pero a este no le beneficia y por eso evita acatarla.

Mientras tanto, se multiplican los errores: pedidos que se pierden, entregas equivocadas, se disparan las incidencias, etc. "No hay solución sencilla", concluyen con preocupación los hosteleros madrileños.