La sierra de Guadarrama es uno de esos lugares donde, hace no tanto, resonaban los tiros de fusil y los cadáveres se contaban por docenas. Cuando vayas por el campo no pises las amapolas, que están regadas con sangre de la infantería española, que cantaba la banda de punk el Último Ke Zierre.

El frente de la sierra noroeste de Madrid fue uno de los puntos calientes de la guerra civil y estuvo abierto durante todo el conflicto. Miles de combatientes de ambos bandos murieron en este lugar sin que las líneas se movieran un metro. Por eso, acabada la guerra, el régimen construyó muy cerca del Alto del León una cruz para homenajear a sus caídos.

Pero esa cruz vivió tiempos mejores. Desde hace al menos tres décadas, según los vecinos veteranos de la zona, el monumento está derruido, formando una especie de triángulo con el suelo.

La cruz fueconstruida en homenaje a los caídos en la batalla de Guadarrama. Jaime Susanna

Para llegar a esta cruz no sirve un simple turismo. Solo un todoterreno o una moto de campo pueden recorrer esta pista forestal empedrada con numerosos desniveles. Eso, o armarse de valor para hacerlo a pie o en bicicleta.

El malogrado monumento está a 2,5 kilómetros del Alto del León, en una senda que lleva hasta Peguerinos (Ávila). Ahí permanece, en medio de la nada, a la intemperie, condenada al olvido por el paso del tiempo, en un lugar donde lo único que se oye es el viento meciendo las copas de los árboles.

La cruz que sí cayó

En estos tiempos en que los monumentos franquistas están tan en entredicho, la duda más lógica es: ¿Cómo cayó esta cruz? ¿Fue derribada a propósito o cedió por sí sola? Ninguna de las fuentes consultadas por este periódico -expertos en patrimonio, arquitectos y vecinos de la zona- han sabido alumbrar esta cuestión.

“Es difícil asegurar una u otra opción. Sin saber cómo era la construcción antes de llegar a este estado es casi imposible asegurar una posibilidad o la otra”, explica un arquitecto. Sin una foto de la cruz en pie no es posible decantarse por una de las dos posibilidades. Lamentablemente, tampoco ha sido posible dar con una fotografía del monumento original.

El yugo y las flechas tallado en la cruz. Jaime Susanna

Los vecinos de la zona consultados aseguran que la cruz estaba derruida a mediados de los años 90. Otro vecino asegura que a finales de los años 60 estaba en pie, lo que arroja una franja de tres décadas en que la cruz se vino abajo. El porqué, de momento, sigue siendo un misterio.

Lo que sí está claro es la razón de por qué se construyó. El monumento tiene tallado el yugo y las flechas, el símbolo de La Falange. En este enclave murió el fundador de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) el grupo fascista español adscrito a La Falange.

El frente noroeste

El 22 de julio de 1936, pocos días después del levantamiento del bando sublevado, las tropas del coronel Serrador llegaron al Alto del León. Le acompañaban varios centenares de hombres con un objetivo muy claro: tomar Madrid por el noroeste. Entre los combatientes estaban falangistas como Onésimo Redondo, el fundador de las JONS, el joven dirigente falangista José Antonio Girón.

Aquel día llegaron al pueblo de San Rafael y ascendieron hasta el Alto del León, donde se toparon con un grupo de milicianos republicanos al mando del coronel Enrique del Castillo Miguel. Tres días de intensos combates después, las tropas sublevadas se hicieron con el control del Alto del León.

Sin embargo, los rebeldes no pudieron seguir avanzando hacia Madrid por falta de municiones y por los constantes ataques de los republicanos. Así pues, los combatientes falangistas construyeron búnkeres para parapetarse. Algunos siguen en pie actualmente.

Búnker de guerra en el Alto del León. Wikipedia Commons

La República jugaba con ventaja en este terreno. Tenía superioridad en artillería y en aviación, gracias a la cercanía de Madrid. La batalla se estancó, sin que ningún bando pudiera avanzar ni tomar la posición del enemigo, pese a que hubo misiones para atacar ambas retaguardias. 

El frente de Guadarrama no se decantó significativamente por ningún bando hasta el final del conflicto. Cerca de 5.000 personas murieron en esta batalla, entre ellos, numerosos oficiales de ambos bandos.

Por el lado republicano, cayeron el propio coronel Castillo y los capitanes Fontán Cadarso, Faerna, González Gil y Condés. Este último se cree que fue uno de los responsables del asesinato del diputado de las cortes José Calvo Sotelo, uno de los sucesos que motivó el levantamiento militar.

Por el lado sublevado, destaca la muerte de Onésimo Redondo, que fue abatido en un encuentro en Labajos por unos milicianos que habían penetrado más allá de las líneas enemigas. Por su parte, el joven José Antonio Girón sobrevivió y fue condecorado con la Medalla Militar individual. Posteriormente, Franco le nombró ministro de Trabajo, cargo que desempeñó entre 1941 y 1957.