Sepulcros en el pasillo de una de las criptas de la basílica de la Concepción de Nuestra Señora.

Sepulcros en el pasillo de una de las criptas de la basílica de la Concepción de Nuestra Señora. M. F.

Sociedad

El cementerio de 400 personas bajo tierra en pleno centro de Madrid: marqueses, escritoras...

La basílica de la Concepción de Nuestra Señora, en el barrio de Salamanca, alberga dos criptas con panteones familiares y capillas.

2 marzo, 2023 02:39

En el corazón del barrio de Salamanca, en pleno centro de Madrid, hay un cementerio que no está a la vista de nadie. Se encuentra a unos cinco metros bajo tierra, en el subsuelo de la basílica de la Concepción de Nuestra Señora. Ahí descansan, repartidas en dos criptas, cerca de 400 personas. En su día, algunas de ellas fueron marqueses. Otras, miembros ilustres de familias españolas. También hay espacio para las cenizas de decenas de pobres que el párroco decidió enterrar de forma gratuita.

La basílica ocupa una parcela de 3.607 metros cuadrados en la calle de Goya con Núñez de Balboa. Quien salga de la estación de Metro de Velázquez se la encontrará prácticamente encima. El edificio se levantó en 1914 con un estilo neogótico. Llaman la atención sus fachadas de colores blancos y la gran torre de 75 metros de altura presidida por la imagen de La Purísima Concepción. Su construcción fue posible gracias a Eustaquio Nieto, el entonces párroco de la iglesia y obispo de Sigüenza, y de otros feligreses de la época.

Entre semana, los curas de la basílica ofician seis misas por la mañana y otras dos por la tarde. Al frente de todos ellos está el párroco rector José Aurelio Martín, con más de 40 años de ministerio a sus espaldas. El sacerdote está acostumbrado a los medios de comunicación: muchas de sus eucaristías son televisadas por una cadena conocida. Martín da permiso a Madrid Total para bajar a las dos criptas acompañado del sacristán de la basílica, José Luis Facelli, el responsable de custodiar las llaves.

Basílica de la Concepción de Nuestra Señora, en la calle de Goya.

Basílica de la Concepción de Nuestra Señora, en la calle de Goya. M. F.

Las criptas funcionan como un cementerio privado. Los familiares hacen un pago anual para el mantenimiento de los panteones y los nichos. La iglesia les permite, además, celebrar misas privadas en las cámaras para venerar a sus antepasados y seres queridos fallecidos. Para el resto del público, permanecen cerradas salvo los días 1 y 2 de noviembre.

Las dos criptas están construidas bajo los laterales de la basílica; una discurre por la izquierda y la otra, por la derecha. Se accede a ellas por el vestíbulo principal de la iglesia. Después, hay que bajar por unas escaleras que conducen a unos cuatro o cinco metros de profundidad. En total, albergan más de veinte capillas y decenas de nichos y sepulcros. Según el sacristán, en algunos de ellos yacen los restos de marqueses, burgueses y otras personas que colaboraron de alguna manera en la construcción del templo.

De Pardo Bazán a los Luca de Tena

La cripta de la 'santísima Trinidad' es la que está construida bajo el lateral izquierdo de la basílica. También se la conoce como la cripta "nueva" porque se han instalado nuevos sarcófagos con el paso de los años. Nada más entrar, en un vestíbulo, se encuentra una pequeña capilla dedicada a los difuntos de la familia Luca de Tena.

En el suelo de este vestíbulo están las dos fosas con las cenizas de los más necesitados. A José Aurelio Martín se le ocurrió en 2016 reservar estos espacios para enterrar de forma gratuita a aquellas personas que no tuvieran recursos para comprar un columbario en templos como este o en los cementerios municipales. Cada fosa puede albergar las cenizas de hasta 200 personas.

El sacristán recuerda aún el caso de uno de los primeros pobres enterrados en la cripta: un señor que vivía en una residencia, se enteró de la iniciativa y llamó al párroco por teléfono. Pocos días después de que la parroquia le confirmara la reserva, el hombre murió. 

[Los Narvaiza, la familia que ha regalado una ermita de 800 años a Arganda del Rey]

El vestíbulo conecta con un único pasillo estrecho de unos 60 metros. Los techos son altos y hace algo de frío. Es aquí donde se van sucediendo los diferentes habitáculos y capillas donde descansan los fallecidos. La mayoría no son grandes ni muy llamativas. Suelen estar presididas por un altar con ornamentos religiosos. En algunas hay sillas, donde se sientan los familiares cuando bajan a las criptas.

La tumba de Emilia Pardo Bazán y de su familia se levantó en esta cripta. La novelista y ensayista gallega es el personaje más conocido que descansa bajo la basílica. De hecho, en 2021, el Ayuntamiento de Madrid colocó una placa honorífica en la fachada de la iglesia en nombre de la escritora. 

En casi todas las puertas de estas capillas hay un letrero que identifica el nombre de la familias que las ocupan. En otra se distingue el sepulcro del sacerdote Pablo Domínguez Prieto, que falleció de forma trágica haciendo alpinismo en el Moncayo, en Zaragoza. También hay capillas más simples y menos decoradas que albergan decenas de columbarios con cenizas de personas que no guardan vínculos familiares.

Marqueses y Guerra Civil

La otra cámara, que discurre bajo el lateral derecho de la basílica, tiene un aspecto más antiguo. Está proyectada en forma de cruz. Aquí, hay una mayor variedad de panteones. Son, por lo general, más espaciosos. Están decorados con esculturas y pinturas al óleo. Y algunos de sus retablos están trabajados en piedra, mosaico o madera dorada en estilos neoclásico o barroco.

Un panteón familiar de una de las criptas de la basílica.

Un panteón familiar de una de las criptas de la basílica. M. F.

Facelli, el sacristán, cuenta que esta cripta está ocupada, sobre todo, por panteones familiares. Hay al menos dos capillas dedicadas a distintos marquesados. En otras, reposan para siempre caídos durante la Guerra Civil.

En las dos cámaras reina el silencio: el sonido de cualquier paso se multiplica y, solo a lo lejos, se escucha la voz por megáfono del sacerdote que imparte la misa cinco metros más arriba.