Imagen de archivo de la fachada de la Casa de los Vargas.
El desconocido palacio oculto en la Casa de Campo que fascinó a los Austrias: su nueva vida tras casi 20 años cerrado
El Ayuntamiento está acometiendo las obras para rehabilitar y abrir al público, en 2027, la casa que dio nombre a al parque de Madrid.
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Pocos saben que el nombre del que es el parque más grande de Madrid, la Casa de Campo, proviene de un antiguo palacio. Un lugar que, a pesar de la deslumbrante historia de reyes y nobles que ostenta, actualmente casi nadie conoce.
Y es que, mientras los turistas visitan los más famosos de la capital, como el de Liria o el Palacio Real, este ha ido quedando en el olvido siglo tras siglo. Un lugar que los madrileños nunca han podido conocer, pues en todo este tiempo no ha estado abierto al público.
De hecho, lleva casi 20 años cerrado desde que en 2008 quedara abandonado por los últimos en 'habitarlo': los funcionarios de algunas áreas municipales del Ayuntamiento. Aunque por poco tiempo, pues el Consistorio capitalino está preparando una segunda vida para el histórico inmueble.
Se trata de la Casa de los Vargas, llamada así por la familia que la construyó y dio nombre allá por el siglo XVI. En concreto, fue Francisco de Vargas quien mandó edificar esta obra que, en su diseño original, combinaba influencias renacentistas italianas con la tradición arquitectónica islámica y gótica.
Tal atractivo era el lugar, que fascinó a reyes como Felipe II, Carlos V o José I -o José Bonaparte, el llamado popularmente como Pepe Botella-.
La Casa de los Vargas
Francisco de Vargas era el consejero real del emperador Carlos V (también llamado Carlos I de España) de la dinastía de los Austrias. Este usaba la casa para descansar, cazar y refugiarse al enviudar.
Su hijo, Felipe II, compró dichos terrenos con la idea de construir un alcázar al estilo de los palacios europeos, con preciosos jardines que le brindaran una intimidad impensable en Toledo. Así nació la Casa de Campo. Y es que, según fuentes municipales, así llamaba el rey al que para él era su hogar de recreo.
Imagen de 2021 del entorno del palacio en la Casa de Campo.
De hecho, esta era, para algunos historiadores, la razón que subyace en la decisión de traer la capitalidad a Madrid.
Así, durante el reinado de Felipe II se realizó una importante transformación a cargo de Juan Bautista de Toledo. Se implantó la red que organiza los estanques (donde criar peces para su consumo), la captación de surgentes, la canalización de arroyos, así como la red de fuentes ornamentales -como la del Águila, hoy en la Galería de las Colecciones Reales, por ejemplo-. En general, una obra de ingeniería única en España que permitía trasladar el agua desde el lago del gran parque.
También el más importante conjunto hidráulico que debió de existir en esos momentos en el país: la Galería de las burlas. Esta era una gruta renacentista que formaba parte de los jardines y que estaba equipada con juegos de agua, como fuentes ocultas y surtidores, que mojaban a los visitantes por sorpresa.
Por otra parte, la casa se constituía de dos pabellones unidos. En el occidental era donde se encontraba la alcoba que podría haber utilizado Felipe II, dos cuadras y un amplio salón decorado. Mientras que en el oriental, se concentra la escalera, el pozo y las habitaciones de huéspedes, además de posiblemente las dependencias del servicio y un oratorio.
Detalle de arrimadero cerámico localizado durante las excavaciones en el interior de la Real Casa de Campo.
Un lugar que posteriormente heredó Felipe III (que añadió su estatua ecuestre, cuya réplica está hoy instalada en la Plaza Mayor), Felipe IV (incluyendo obras de El Bosco, Rubens y Caravaggio) y Carlos II, el último de los Austrias.
Con la llegada de los Borbones (1700), se remodeló la finca de la mano de Francisco Sabatini. El objetivo era lograr un aspecto paisajístico que conectara con el nuevo Palacio Real, construido sobre las ruinas quemadas del antiguo Alcázar. Por eso, el arquitecto italiano renovó la fachada, ajustó sus proporciones y le otorgó una imagen inspirada en las villas de su país natal.
También en 1808, durante el breve reinado de José Bonaparte, se añadió un túnel que unía estas dependencias con el Palacio Real.
Así, pasó de generación en generación -con otras incorporaciones arquitectónicas- hasta la II República (1931), donde pasó a ser del Ayuntamiento de Madrid. En la segunda mitad del siglo XIX ya había ido perdiendo relevancia con traslados de algunas obras como la estatua de Felipe III a la Plaza Mayor en 1847 y la monumental Fuente del Águila a El Escorial en 1884.
Fotografía hecha por Portillo de la intervención en la Real Casa de Campo ejecutada por Herrero de Palacios (1968).
En los años 60, el arquitecto municipal Herrero Palacios demolió la cubierta y el interior de los pabellones extremos para crear un espacio de oficinas con nueva estructura metálica, "causando un gran daño patrimonial", como señalan desde el Consistorio.
Tras esta intervención, el edificio fue cayendo en el olvido hasta los 90, cuando fue ocupado por diversas dependencias municipales que abandonaron el lugar definitivamente en 2008.
Nuevo espacio museístico
Desde entonces, la casa ha permanecido cerrada con algunas intervenciones para documentar la historia, corregir deficiencias y culminar en lo que se convertirá en 2027 -coincidiendo con el quinto centenario del nacimiento de Felipe II-: un nuevo espacio museístico.
Un lugar que actualmente goza de protección, integrado en el Decreto 39/2010, de 15 de julio, de la Comunidad de Madrid, por el que se declara al conjunto de la Casa de Campo Bien de Interés Cultural, en la categoría de Sitio Histórico.
Inicio de las obras en la Galería de las burlas.
Es por eso que, desde el Ayuntamiento, definen el proyecto como "una de las actuaciones patrimoniales más relevantes, ambiciosas y complejas".
El futuro espacio cultural recibirá el nombre de Real Casa de Campo, una denominación que proviene de fuentes históricas y permitirá al visitante conocer su relevancia patrimonial. Y es que el objetivo es la restauración integral de los tres elementos originales que dieron origen a la actual Casa de Campo: el palacete, el jardín renacentista y la singular Galería de burlas.
Inicio de las obras en el complejo de la Casa de los Vargas.
El jardín, de más de 10.000 metros cuadrados, contará con cerca de 25.000 plantas, incluyendo 155 nuevos árboles, entre frondosas, perennes y frutales, una colección de 120 rosales y más de 700 arbustos. Entre las nuevas especies, se incluirán naranjos y árboles frutales en espaldera, evocando la tradición de los jardines cortesanos del Renacimiento.
La reforma del complejo se trabaja en dos partes: por un lado, con la imagen original de la estructura interior, del siglo XVI, y por otro, con el exterior que rediseñó posteriormente Sabatini durante el reinado de Carlos III.
En él, el Ayuntamiento de Madrid ya ha invertido más de 800.000 euros en estudios históricos, arqueológicos y en la eliminación de elementos añadidos que distorsionaban la lectura del edificio.
Más de una treintena de profesionales, entre arquitectos, técnicos, arqueólogos, historiadores, restauradores, paisajistas, ingenieros, físicos y químicos, trabajan bajo la coordinación de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Paisaje Urbano.
A esto se le unen los fondos Next Generation de la Unión Europea del Plan de Sostenibilidad Turística en Destino (PSTD) 2023, que aportan 10 millones de euros, y permitirán abordar la restauración integral de este conjunto patrimonial con los criterios de sostenibilidad y eficiencia energética. En total, el presupuesto supera los 9 millones de euros.