La presidencia de Milei ha desatado pasiones. Su planteamiento anarco-liberal o anarco-capitalista polariza a favor y en contra de su filosofía política a los ciudadanos argentinos y fuera de sus fronteras. De hecho, la reciente victoria de Kast en Chile puede considerarse uno de sus reflejos.
El triunfo de Kast se debe más a dos temas sociales, la inseguridad y la migración mal digerida, que a la situación económica. Pero esta también ha influido.
A pesar de la bajada de la inflación, que está en el 3,4% anual, el coste de la vida de Chile es muy alto para un país que tiene un salario mínimo de unos 500 euros mes, cuando se calcula que una familia media necesita 1.500 euros para sobrevivir. Eso después de un gobierno de izquierdas que escaló la subida de ese SMI de forma acelerada.
De manera que la clase media y trabajadora (como la define el presidente Sánchez) en Chile ha votado de manera significativa al anarco-capitalista de Kast. Un político chileno que no renuncia al planteamiento económico de los chicago boys inspirados por Milton Friedman en la época de Pinochet.
El tema de la inseguridad llevó también a Bukele a presidir El Salvador. La seguridad fue el elemento decisivo para su primera victoria. Pero cuando revalidó su presidencia en 2024 demostró que su política no se refería sólo a la seguridad.
¿Será el anarco-capitalismo con promesas de seguridad ciudadana el próximo tsunami político de Iberoamérica?
La seguridad ciudadana, que es una pieza imprescindible para asegurar la libertad y el desarrollo económico, pero no la única pieza del puzle de su política. Su relación con Trump y la defensa de la empresa de la empresa privada son también sus prioridades.
Un caso similar es Noboa en Ecuador. Aunque más moderado. A Noboa lo que le ha pedido su electorado es “mano dura” contra las bandas del narcotráfico que enseñorean parte de su territorio, en Guayaquil en particular.
De manera que los anarco-capitalistas y su preocupación por aumentar la seguridad ciudadana y ordenar la emigración, empiezan a ser un bloque en Iberoamérica.
Aunque también es verdad que, en Brasil, Bolsonaro no logro revalidar su presidencia ante Lula. Sin embargo, Brasil es todo un macro-país dentro del subcontinente sudamericano y Lula mantenía una fuerte presencia política a pesar de sus problemas con la justicia. Ahora el hijo de Bolsonaro se está preparando para ser candidato ¿tendrá posibilidades?
Por tanto, la pregunta es: ¿será el anarco-capitalismo con promesas de seguridad ciudadana el próximo tsunami político de Iberoamérica?
Ni Venezuela, ni Nicaragua, ni Cuba se pueden presentar como el paraíso del proletariado
La respuesta no es fácil. No obstante, lo que sí parece claro es que: esa apuesta económica, junto con la promesa de una fuerte seguridad ciudadana y la regulación de la migración de manera ordenada son un mensaje atractivo en Iberoamérica. Lo es para la clase alta, la clase media y una buena parte de la clase trabajadora de esa zona del mundo.
Porque las promesas del populismo de izquierdas han desengañado a buena parte de sus electores en Iberoamérica.
Ni Venezuela, ni Nicaragua, ni Cuba se pueden presentar como el paraíso del proletariado. Sus políticas económicas han fracasado, tanto como sus políticas sociales.
Es posible que en Cuba la seguridad ciudadana sea aceptable, pero es como la paz de los cementerios. También su emigración está controlada porque lo que quieren los cubanos es irse y nadie, en su sano juicio, piensa en emigrar a allí, ni siquiera a la maravillosa ciudad de La Habana, en otros tiempos tan atractiva y sugerente.
En 2026 habrá elecciones en: Haití, Colombia, Brasil, Nicaragua, Costa Rica y Perú.
De manera que podemos ver un vuelco en Latinoamérica por contagio del anarco-capitalista. Sobre todo, si Trump consigue sacar a Maduro de su fortaleza caribeña.
Como ya sabemos los españoles, el perdedor de estas alternativas es el centro moderado. Sólo el centrista Paz ganó en Bolivia. De hecho, en Chile el centrismo sucumbió en la primera vuelta.
El centro moderado es una opción política que parece haber desaparecido del panorama iberoamericano. Un panorama peligroso. Porque los extremos no llevan a la concordia sino al enfrentamiento. Enfrentamiento del que ya hay suficiente en el mundo.
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.