Trenes de Ouigo, Renfe e Iryo.
El mercado ferroviario español: la liberalización y la consolidación de una historia de éxito
El sector ferroviario español atraviesa una transformación que ha posicionado al país como un referente en Europa. En tan sólo unos años, España ha pasado de un modelo basado en el monopolio de un único operador a otro en el que la competencia ha democratizado el acceso a los viajes de alta velocidad.
Sin embargo, este progreso convive hoy con un debate público marcado por retrasos e incidencias que comprensiblemente generan preocupación entre los pasajeros.
Por ello, es más importante que nunca recordar lo que la liberalización ha aportado y por qué sigue siendo una oportunidad para afrontar los desafíos actuales.
Con la llegada del operador de bajo coste Ouigo en 2021, seguida de Iryo, el panorama de la alta velocidad ha cambiado radicalmente.
La competencia ha reducido las tarifas, diversificado los servicios e impulsado la innovación en todo el sector, haciendo que cada vez más personas puedan optar por el tren como su principal medio de transporte.
"No es casualidad que países como Francia e Italia, donde pronto entrarán nuevos operadores, miren a España como modelo"
Los datos lo confirman. En 2024, los servicios comerciales de alta velocidad en España transportaron casi 49 millones de pasajeros, un 42% más que en 2019, según la CNMC.
En rutas emblemáticas como Madrid-Barcelona, las tarifas han caído hasta un 58% desde 2019, permitiendo que más personas —especialmente jóvenes, familias y turistas— elijan el tren.
No es casualidad que países como Francia e Italia, donde pronto entrarán nuevos operadores, miren a España como modelo para acelerar sus propios procesos de liberalización.
Por supuesto, la liberalización también plantea retos. El aumento de frecuencias, la convivencia de múltiples operadores y la necesidad de optimizar la red han generado tensiones que pueden traducirse en congestión o retrasos.
Pero es importante subrayar que estos problemas no son consecuencia de la liberalización en sí, sino de un sistema que se está adaptando a una nueva escala y que requiere más innovación.
En este sentido, la liberalización forma parte de la solución: impulsa a todos los actores —operadores, instituciones y reguladores— a ofrecer respuestas más eficaces para los pasajeros.
El impacto positivo se extiende también a los operadores, que se han visto incentivados a innovar y mejorar sus servicios para seguir siendo competitivos.
"Cada viajero que elige el tren en lugar del coche o el avión, gracias a tarifas más competitivas y a una mejor experiencia de viaje, contribuye a los objetivos climáticos de España"
Al mismo tiempo, la digitalización se ha convertido en una pieza clave de esta transformación: más del 70% de los billetes en España se venden ya a través de dispositivos móviles, y plataformas como Trainline han facilitado la comparación de precios y la planificación de viajes multimodales, acercando el tren a nuevos públicos.
Sin embargo, para que esta contribución de las plataformas pueda desarrollarse plenamente en igualdad de condiciones, es esencial que Renfe compense de forma justa la venta de sus billetes a través de canales independientes.
Solo así podremos seguir impulsando la innovación, ampliar la oferta disponible y mejorar la experiencia de los pasajeros.
La dimensión medioambiental es igualmente crucial. Cada viajero que elige el tren en lugar del coche o el avión, gracias a tarifas más competitivas y a una mejor experiencia de viaje, contribuye a los objetivos climáticos de España y de la Unión Europea.
La liberalización ha fortalecido, por tanto, no solo la accesibilidad del ferrocarril, sino también la sostenibilidad del transporte.
La lección es clara: España ha demostrado que otro modelo ferroviario es posible, y que los beneficios llegan rápidamente cuando el pasajero es la prioridad.
El reto ahora no es cuestionar la liberalización, sino consolidarla, reforzando la red y dando respuesta a las demandas de fiabilidad de la sociedad.
Porque la liberalización no es la causa de los problemas, sino el camino para superarlos y construir un ferrocarril más competitivo, inclusivo y sostenible para el futuro de Europa.
*** Pedro García, General Manager de Trainline en Europa