Donald Trump

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Opinión BLUE MONDAYS

La industria farmacéutica española ante el nuevo muro arancelario de Trump

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Donald Trump ha vuelto a cumplir su promesa proteccionista y la semana pasada anunció aranceles del 100% a las importaciones de fármacos de marca o patentados, salvo que la empresa esté ya construyendo planta en suelo americano.

La Federación Europea de la Industria Farmacéutica (Efpia), estima que el posible coste de los aranceles asciende a unos 18.000 millones de euros, un dato preocupante para un sector que no puede repercutir sus costes en aumentos de precios finales

Entre las razones encontramos varias relevantes. Una es política, mostrar al electorado que la consigna de America First alcanza también a la salud. Otra es económica, ya que Estados Unidos importa una parte enorme de sus fármacos de la Unión Europea —alrededor del 60% del total—, lo que convierte al Viejo Continente en el blanco natural de esta medida. Y una tercera es estratégica, pues la tarifa busca forzar a las multinacionales a producir localmente.

Europa no se debería tomar a la ligera esta amenaza pues la industria farmacéutica es un pilar de su economía. En 2022 empleaba más de 630.000 personas de manera directa y generaba unos 2,3 millones de empleos si se suman los indirectos, además de representar el 6,8% del valor añadido industrial y cerca del 2% del PIB comunitario.

No se trata de un sector accesorio, sino de uno de los grandes motores de la manufactura europea, con una aportación neta a la balanza comercial de la UE de más de 200.000 millones de euros.

En España, el sector no alcanza el tamaño de Alemania o Suiza, pero sí cuenta con un peso significativo: 45.000 empleos directos y más de 210.000 inducidos

En España, el sector no alcanza el tamaño de Alemania o Suiza, pero sí cuenta con un peso significativo: 45.000 empleos directos y más de 210.000 inducidos, con una aportación cercana al 2% del PIB. De ahí que el anuncio de Trump tenga lectura también en clave de mercados.

La referencia obligada es la biotecnológica Grifols, la compañía más grande y con mayor exposición a Estados Unidos. Paradójicamente, su peso en el mercado norteamericano se convierte en su mejor defensa ya que gran parte de su negocio de derivados del plasma se fabrica ya en territorio estadounidense, lo que la blinda frente a un arancel sobre importaciones desde Europa.

Para Grifols, el problema no es tanto la tarifa como los posibles ajustes regulatorios y de costes internos.

Más delicada es la posición de Rovi. Su modelo como fabricante para terceros implica que parte de su producción viaje a Estados Unidos. Si lo hace como medicamento patentado con origen en España, la tarifa podría aplicarse de lleno.

Todo dependerá de cómo estén redactados los contratos y de si el coste lo asumen los clientes o la propia compañía. No es un riesgo existencial, pero sí una fuente de presión añadida en un momento en que la normalización post-COVID ya había enfriado su ritmo de producción.

Los aranceles han reavivado un debate sobre la situación del sector europeo, antaño líder en innovación y que ahora se ve muy superada por Estados Unidos y China

PharmaMar aparece en mejor situación. Sus ingresos en Estados Unidos llegan sobre todo vía royalties. El hecho de que sea un socio estadounidense quien fabrica y comercializa reduce el riesgo arancelario directo, aunque siempre queda la posibilidad de que los ajustes en precios o volúmenes terminen repercutiendo en las regalías.

Por el contrario, Almirall y Faes Farma apenas tienen exposición directa. La primera ha centrado su crecimiento en dermatología dentro de Europa, mientras que la segunda ha extendido su negocio hacia Latinoamérica y Asia.

En ambas, el efecto de los aranceles sería marginal, limitado a la competencia indirecta por precios relativos más que a un golpe directo en ventas.

La reacción en bolsa tras el anuncio ha sido ilustrativa. Mientras el Stoxx Europe 600 Health Care cedía algo más de un 3% en la semana las españolas apenas se movieron fuera de lo normal, señal de que el mercado no percibe un riesgo equiparable al de los grandes laboratorios europeos.

Sin embargo, esa aparente calma no debe ocultar una realidad incómoda ya que el comportamiento bursátil del sector ha sido muy pobre para el sector en su conjunto desde que tocara máximos en agosto del año pasado.

Los aranceles han reavivado un debate sobre la situación del sector europeo, antaño líder en innovación y que ahora se ve muy superada por Estados Unidos y China. Una posición que además se ve amenazada por el rápido crecimiento y el apoyo estatal de economías emergentes como Brasil o India, y la revitalizada competencia de Japón.

El famoso Informe Draghi ya apuntaba a la industria farmacéutica como “un pilar estratégico para Europa” que no se valora adecuadamente. La obsesión del mensaje imperante de gastar más en defensa tapa los obstáculos que -irónicamente- se le ponen a un sector no menos estratégico, por la revisión de la legislación farmacéutica europea o las nuevas regulaciones medioambientales, e incorpora cuestiones añadidas como la fuga de cerebros, temas todos ellos de los que nos escapan nuestras compañías.