Javier Milei.
El anuncio del secretario del Tesoro Scott Bessent ofreciéndose a sostener el peso vía operaciones de divisa contra el dólar americano es un ‘whatever it takes’ en toda regla.
Aquella famosa frase de Mario Draghi pronunciada en julio de 2012 es plenamente aplicable a la Administración Trump. Veremos si, como ocurrió entonces, será suficiente con el anuncio y no será necesario poner encima de la mesa dinero alguno.
Por el momento, supone un “salvavidas” de primera magnitud para el presidente Milei, en un momento crítico de su agenda reformista por presuntos casos de corrupción ligados a su hermana y jefa de gabinete Karina Milei.
El primer ejemplo (y más importante) es la crisis mexicana de mediados de los 90 (la “crisis del tequila”) y anteriormente en 1982
Con independencia de que haya que poner dinero encima de la mesa o no, las palabras de Bessent traen a plena actualidad un viejo y muy poderoso mecanismo como es el Exchange Stabilization Fund (ESF).
Se trata del instrumento principal que ha usado el Tesoro americano a lo largo de casi un siglo para intervenir cuando otro país sufría una crisis cambiaria, haciéndolo en casi un centenar de ocasiones.
La forma de intervenir era tanto en el mercado de divisas (mediante swaps) como concediendo préstamos de divisas, garantías o compra de bonos soberanos de Estados extranjeros. Aunque todo el arsenal es el que está encima de la mesa, tal como ha presentado Bessent, el más probable es la compra de deuda soberana argentina denominada en dólares.
Este instrumento fue crucial entre la ruptura del sistema monetario de Bretton Woods y hasta prácticamente el umbral del año 2000, dos décadas de continuas crisis cambiarias que eran el reflejo de profundas crisis económicas, sociales e institucionales en el mundo emergente. El primer ejemplo (y más importante) es la crisis mexicana de mediados de los 90 (la “crisis del tequila”) y anteriormente en 1982.
La sintonía entre la Administración Trump y el Gobierno Milei ofrece una oportunidad que los anteriores Gobiernos argentinos no han tenido
El Tesoro, a través del ESF y con garantías del gobierno de EEUU, apoyó un paquete que llegó a disponer de hasta 20.000 millones de dólares (la parte estadounidense fue clave) para estabilizar a México mientras se negociaba un programa más amplio con el FMI. México repagó los préstamos en años siguientes y se incluyó la ayuda dentro del Acuerdo Marco de América del Norte.
Otro ejemplo fue Brasil en noviembre de 1998. Como parte de un paquete internacional para contener la crisis emergente en mercados emergentes, EEUU acordó una línea de financiación contingente de unos 5.000 millones de dólares desde el ESF para apoyar a Brasil en caso de necesidad.
Estas operaciones suelen ser parte de esfuerzos multinacionales coordinados como ocurrió durante la crisis de los ‘tigres asiáticos’ entre 1997 y 1998. Entonces, el papel directo del Tesoro fue más de apoyo y coordinación (y facilitación de ayudas multilaterales) ya que la mayor parte del financiamiento se canalizó a través del FMI y paquetes multilaterales, aunque EEUU participó en la cofinanciación y en la arquitectura de apoyo internacional.
Ahora, la sintonía entre la Administración Trump y el Gobierno Milei ofrece una oportunidad que los anteriores Gobiernos argentinos no han tenido porque ninguno ofreció la credibilidad suficiente en la aplicación de políticas económicas serias y reformistas.
En este sentido, en vez de depender del FMI (que ha salvado en varias ocasiones a la Argentina), el Gabinete Milei tiene ante sí el poder del ESF que permite al Tesoro americano comprar y vender moneda extranjera, ofrecer préstamos o garantías sin pasar por un proceso legislativo ordinario inmediato (aunque suele haber supervisión del Congreso).
El Tesoro ha decidido intervenir porque ve un interés claro en que el programa reformista argentino sobreviva
Cierto es que en la práctica esta “ayuda” raramente es sólo del Tesoro: se combinan préstamos del FMI, préstamos o garantías bilaterales de otros países e instituciones multilaterales para repartir riesgo y legitimidad.
Pero podríamos estar ante un caso de rescate en el que no sea necesaria la intervención del FMI, que ya ha dado la bienvenida a esta iniciativa por parte de la directora gerente Kristalina Georgieva.
El Tesoro ha decidido intervenir porque ve un interés claro en que el programa reformista argentino sobreviva por los beneficios que tiene en términos de estabilidad financiera regional, proteger los intereses de los bancos multilaterales y la apuesta que no pocos inversores estadounidenses han hecho en el país.
A cambio de esto, el discurso será aún más exigente en lo que a reformas macroeconómicas se refiere, muy probablemente empezando por la libre flotación del peso, algo a lo que Milei se ha resistido hasta la fecha. Al igual que las mágicas palabras de Draghi, no deja de ser una repetición de la Historia el miedo a que las monedas floten libremente y su inexorable trayectoria: del tipo de cambio fijo se pasa a las bandas de fluctuación y, finalmente, al cambio flexible.
El coste de oportunidad de seguir quemando dólares (más de 10.000 millones de dólares perdidos en defender el peso, la mitad del dinero que le concedió el FMI) es muy alto.