Planta industrial

Planta industrial Invertia

Opinión

¿Y ahora, dónde se enchufa la industria española?

Albert Concepción
Publicada

España amanece con un mapa eléctrico sin precedentes. El pasado martes 9 de septiembre de 2025, las principales distribuidoras (Endesa, Iberdrola, Naturgy y EDP) han levantado el telón y publicado el esperado mapa de distribución, una cartografía destinada a mostrar qué capacidad real queda en la red de baja tensión para conectar nuevos consumos.

Lo que muchos temían se ha confirmado y cuantificado: el 83,4% de los nudos de la red de distribución están saturados, según la patronal AELEC. Apenas queda margen para nuevas conexiones, lo que supone un bloqueo que ha encendido todas las alarmas en la industria nacional.

Más de un millar de empresas con proyectos pendientes, desde fábricas en proceso de electrificación hasta centros de datos que devoran energía las 24 horas, esperaban estos mapas para saber si podrían conectar sus nuevas instalaciones, y hoy la respuesta parece ser un “no” casi rotundo.

La industria necesita certidumbres para invertir, y la saturación eléctrica introduce la mayor incertidumbre posible: la duda sobre si el proyecto será técnicamente viable.

En este bloqueo histórico, la gran pregunta que redefine la competitividad industrial ya no solamente gira en torno al tipo de energía, sino sobre la existencia de un simple punto al que enchufarse.

La cartografía de la demanda

Por primera vez, España cuenta con una cartografía que no se centra en la generación, sino en la demanda eléctrica: la capacidad real de la red para conectar nuevos consumos.

Hasta ahora sabíamos cuántos megavatios podíamos producir y verter al sistema, pero quedaba en la sombra la otra cara de la moneda: ¿cuántos podíamos realmente consumir?

La publicación de estos mapas revela el verdadero cuello de botella: no basta con tener energía disponible si no existe red para llevarla hasta el consumidor final.

Más allá del 83,4% de nudos saturados, lo relevante es el ejercicio de transparencia que suponen estos datos: por primera vez, empresas e inversores pueden saber con precisión en qué puntos existen opciones de acceso y en cuáles no, lo que abre una nueva forma de planificar la implantación industrial en España.

Nueva geografía industrial

La era verde no solo ha cambiado el qué de la energía, sino el dónde de la industria. Históricamente, la decisión de ubicar una fábrica o un centro de producción respondía a una ecuación clásica: la proximidad a las materias primas, la calidad de las vías de transporte, la disponibilidad de talento cualificado y los incentivos fiscales, entre otros.

Sin embargo, a esa fórmula se le ha añadido una variable que ya ha escalado hasta la primera posición: el acceso físico a la energía. En otras palabras, la pregunta “¿Dónde está el enchufe?”.

La industria española está deseando desplegar su potencial: tiene proyectos, ambición y talento, y solo necesita una respuesta clara a una pregunta simple: ¿dónde se puede enchufar?

La geografía industrial está siendo redibujada por la disponibilidad de energía. Los datos revelan una España energéticamente fragmentada, donde la capacidad firme disponible y el nivel de saturación varían de comunidad autónoma a comunidad autónoma, de provincia a provincia, e incluso de municipio a municipio.

Por ejemplo, si analizamos los datos aportados por I-DE (Grupo Iberdrola), veremos que provincias como Burgos están completamente saturadas al 100%, mientras que Alicante dispone de 331,21MW de capacidad firme.

Esta heterogeneidad territorial convierte la localización empresarial en un ejercicio de precisión quirúrgica, donde unos pocos kilómetros pueden marcar la diferencia entre la viabilidad y la inviabilidad de un proyecto.

La saturación de la red impone un filtro geográfico y técnico que redefine el mapa industrial del país. Los enclaves cercanos a nodos de red infrautilizados se convertirán en auténticos tesoros para la inversión, mientras que las zonas saturadas empujan a las empresas fuera del mapa, favoreciendo la deslocalización y una redistribución forzada del empleo y la competitividad nacional.

En el FIE nos preguntábamos hace tiempo: “¿Dónde echará raíces la industria en la era verde?” La respuesta, tanto entonces como hoy, resulta evidente: allí donde encuentre un enchufe.

El peso insoportable de la incertidumbre

En la era del dato y la electrificación, la industria necesita certezas, no apuestas. Desde el Foro Industria y Energía lo hemos repetido sin descanso: la incertidumbre mata a la industria. Y esta vez opera en múltiples dimensiones.

En lo temporal: ¿cuándo se liberará capacidad en la red? En lo espacial: ¿dónde encontrar alternativas viables? En lo económico: ¿qué sobrecostes implicará la búsqueda de soluciones? Y en lo estratégico: ¿merece la pena apostar por España o buscar otros mercados con infraestructuras más preparadas?

La industria necesita certidumbres para invertir, y la saturación eléctrica introduce la mayor incertidumbre posible: la duda sobre si el proyecto será técnicamente viable.

No hablamos de rentabilidad, competitividad o marcos regulatorios (variables que, aunque complejas, pueden modelizarse). Hablamos de la imposibilidad básica de enchufar el proyecto a la red.

La industria española pende de un hilo… de cobre

La saturación de la red no es un accidente ni un simple atasco administrativo: es el síntoma de una transición industrial incompleta.

La electrificación de la producción, la digitalización de los procesos y el auge de los centros de datos multiplican la demanda de conexión. Sin una visión sistémica y una inversión estratégica en distribución, el despegue industrial español quedará truncado.

La España electroindustrial se atasca en la incertidumbre que lastra su competitividad. Ahora, lo que realmente marca la diferencia ya no son las materias primas ni los incentivos fiscales, sino los megavatios disponibles y los nodos de red libres.

La transición ecológica y digital de nuestra economía pende de un hilo. Y ese hilo, hoy más que nunca, es un cable de cobre: donde no hay enchufe, no hay futuro. La industria española está deseando desplegar su potencial: tiene proyectos, ambición y talento, y solo necesita una respuesta clara a una pregunta simple: ¿dónde se puede enchufar?

*** Albert Concepción, director del Foro Industria y Energía