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Opinión

La opa de BBVA sobre Sabadell: lo que dicen los datos

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Las direcciones del BBVA y de Sabadell se han involucrado plenamente en la opa y con argumentos contundentes que han desbordado al plano político, por lo que conviene remitirse a los hechos. Y estos se sustentan tanto en los tres informes preceptivos - del BCE, de la CNMC y de la CNMV - como en la propia realidad económica de ambas entidades y nuestra historia financiera.

De todo destaca, en primer lugar, la importancia sistémica del sector financiero. La economía no puede sostenerse sin el sistema bancario, y de ahí que, cuando se produce una quiebra de un banco tenga que ser recatado con dinero público -el Tribunal de Cuentas calcula que el rescate público de las entidades quebradas tras la crisis de 2008 costó 71.833 millones de euros a los contribuyentes-.

La decisión del Gobierno, y las condiciones impuestas a esta operación, precisamente se explican en aras a preservar el interés general. 

Los intereses de los accionistas del BBVA -los mayoritarios son fondos de inversión extranjeros- no son los únicos que deben preservarse. Están también los intereses de los accionistas del Sabadell, que, con la oferta actual del BBVA, ya autorizada por la CNMV, no obtienen muchas ganancias.

En segundo lugar, el tamaño de las entidades –argumento a menudo concitado para justificar la opa- no es la variable que mayormente explica su rentabilidad, ni su aportación a la economía del país. Eso le ocurre al banco Sabadell, un banco mediano de gran implantación territorial, presente en Catalunya y Comunidad Valenciana pero también en Galicia o Asturias, y con gran apoyo al tejido empresarial y al desarrollo regional.

El interés de los propios accionistas, que son los que en última instancia tendrán que tomar una decisión

Una entidad que, a tenor de los datos, presenta una elevada eficiencia y rentabilidad económicas y financieras, que ha experimentado en los últimos años mejor evolución bursátil que los bancos europeos. 

En tercer lugar, está el interés de los propios accionistas, que son los que en última instancia tendrán que tomar una decisión. El BBVA podía haber desistido de la opa, tras la decisión del ejecutivo de exigir mantener la independencia legal y de gestión de Sabadell durante al menos tres años, que podrían ser cinco, así como la protección del empleo durante ese período.

Sin embargo, ha optado por seguir adelante sin mejorar la oferta. En el folleto recién publicado incluye, además, unas hipótesis poco realistas relativas a las sinergias sin una “efectiva fusión” de las entidades hasta como pronto dentro de tres años: 900 millones de euros de sinergias, lo que supone aumentar en 50 millones los ahorros que esperaba en mayo de 2024.

Por lo que la previsión de un impacto positivo en beneficio por acción (BPA) de +5,0% a partir del primer año tras aumentar dichas sinergias estimadas puede que no se cumplan.

Para los accionistas del Sabadell, esta oferta es incluso peor que la de mayo de 2024 que ya rechazó el Consejo de Administración de la entidad. En estos 16 meses el banco se ha revalorizado más y ha remunerado más a sus accionistas que lo que ha hecho el BBVA, por lo que esta oferta parece menos atractiva que la anterior.

Los accionistas del Sabadell, si aceptan oferta actual de BBVA, pierden alrededor de un 10% del valor de sus acciones

Además, haber planteado como novedad la posibilidad de adquirir menos del 50% de las acciones revela una relativa falta de confianza en la propuesta.

Los accionistas del Sabadell, si aceptan oferta actual de BBVA, pierden alrededor de un 10% del valor de sus acciones vendiéndolas al BBVA por la evolución negativa de la prima ofrecida al inicio del proceso -con los precios de cierre del viernes, la oferta de BBVA valora Sabadell en -2,94 euros por acción, notablemente inferior al Precio Objetivo de diversos analistas (3,75 euros/acción).

Además, los accionistas del Sabadell dejarían de cobrar el dividendo extraordinario de 50 céntimos que se abonaría a principios de 2026 cuando se complete la venta de la filial británica TSB al Santander. Por último, en caso de aceptar la venta de sus acciones tendrían que pagar los impuestos de plusvalía, entre el 19% y el 39% de la inversión.

Finalmente, conviene preservar la competencia en torno a entidades de tamaño intermedio. El sector bancario español está mucho más concentrado que en el resto de los países de la UE. En España los cinco mayores bancos representan el 70% de los activos totales del sector, mientras que en Alemania los cinco grandes bancos aglutinan el 35% de los activos, en Francia el 47% y en Italia el 51%. 

La concentración en torno a grandes bancos sistémicos –y una menor competencia - también puede exacerbar la exclusión financiera, ya que tanto los ciudadanos como las empresas podrían tener menos opciones donde elegir. En España, el número de sucursales ha pasado de 39.000 oficinas en 2000 a 17.379 en diciembre de 2024, afectando sobre todo a las zonas rurales, donde además se concentra la población de mayor edad. La opa también puede perjudicar a la estabilidad financiera y el empleo.

En relación con el empleo, el proceso de reconversión de la banca, no sólo debido a las fusiones, sino también a la digitalización y los nuevos canales de distribución, ha supuesto una drástica reducción de empleo y de sucursales. BBVA ha asumido diferentes compromisos para su mantenimiento, la cuestión es qué ocurrirá en el largo plazo.

En definitiva, en consonancia con el informe Draghi sobre competitividad, más que campeones nacionales la UE debe consolidar grandes bancos europeos que puedan competir con otras áreas geográficas.

Y, gracias a la competencia, movilizar el abundante ahorro disponible a fines de inversión, condición necesaria para corregir los déficits económicos y sociales que adolecemos.