Surtidor de combustible en un entorno natural
La transición energética avanza, y eso es una buena noticia. Las energías renovables ganan peso en el mix eléctrico y la descarbonización de la economía es ya una prioridad global.
Pero la realidad técnica y operativa del sistema eléctrico nos obliga a no perder de vista algo esencial: un modelo energético sostenible no puede construirse sin seguridad de suministro.
Hoy, tecnologías como la solar y la eólica son imprescindibles, pero su producción es intermitente por naturaleza. Y todavía no existe una solución única que permita almacenar electricidad a gran escala, de forma eficiente, segura y económica. El almacenamiento, por sí solo, no basta.
España tiene la oportunidad de posicionarse como un hub energético del sur de Europa. Para lograrlo, es necesario apostar por un modelo robusto, flexible y técnicamente viable.
Necesitamos complementar esa flexibilidad con mecanismos de respaldo que garanticen disponibilidad energética en todo momento.
Este es uno de los principales desafíos de la transición: cómo equilibrar el desarrollo renovable con una cobertura estable de la demanda, especialmente en momentos críticos.
La respuesta pasa por sistemas híbridos, escalables y estratégicos, donde el almacenamiento y el respaldo convivan como herramientas complementarias.
En este contexto, las empresas que operamos en el ámbito del almacenamiento y la logística energética tenemos una responsabilidad clara. Y estamos convencidos de que la transición debe abordarse con realismo, planificación y una visión integrada.
La inversión en tecnologías de almacenamiento es imprescindible. Las baterías de ion-litio, el hidrógeno verde o el almacenamiento por aire comprimido están avanzando, pero aún enfrentan limitaciones en escalabilidad, costes y tiempos de implementación.
Además, requieren una fuerte coordinación con las redes eléctricas, una planificación territorial cuidadosa y marcos regulatorios estables que incentiven su despliegue.
Los combustibles líquidos siguen siendo clave para garantizar la seguridad del suministro, especialmente en sectores como el transporte pesado, la industria o la sanidad.
Mientras tanto, los combustibles líquidos siguen siendo clave para garantizar la seguridad del suministro, especialmente en sectores como el transporte pesado, la industria o la sanidad. Hablamos de soluciones que pueden activarse de forma inmediata, que disponen de infraestructuras maduras, y que permiten dotar de resiliencia al sistema mientras se desarrolla la capacidad renovable.
No se trata de elegir entre futuro y presente, sino de combinar ambos inteligentemente. Integrar las nuevas soluciones energéticas con la experiencia en almacenamiento de combustibles, optimizando infraestructuras para responder con agilidad a los retos actuales.
Esa diversificación no solo aporta estabilidad al sistema, sino también eficiencia operativa y capacidad de respuesta ante escenarios volátiles.
España tiene la oportunidad de posicionarse como un hub energético del sur de Europa. Para lograrlo, es necesario apostar por un modelo robusto, flexible y técnicamente viable. Y para eso, el almacenamiento, en todas sus formas, debe ser una prioridad estratégica.
La transición energética no debe ser ideológica, sino funcional. Y para que funcione, necesitamos todos los recursos a nuestro alcance: renovables, almacenamiento avanzado y fuentes de respaldo fiables.
Solo así podremos garantizar una transición ordenada, sostenible y segura para el conjunto de la sociedad.
*** Diego Guardamino es el director general de Hafesa.