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Opinión

La militarización de las cadenas de suministro en un mundo fragmentado

Kim Catechis
Publicada

Durante décadas, el comercio global priorizó la eficiencia y la reducción de costos, confiando en que la interconexión mundial mantendría un flujo estable de bienes y servicios.

Sin embargo, desde el inicio de la pandemia e impulsado más recientemente por las crecientes tensiones geopolíticas y comerciales, como la guerra en Ucrania o las políticas arancelarias de Estados Unidos, se está produciendo una especie de “militarización” general.

Las distintas materias primas, rutas de transporte e incluso la tecnología se utilizan cada vez más como herramientas de poder económico y geopolítico. Mientras tanto, los gobiernos y las empresas reorganizan sus prioridades para salvaguardar sus cadenas de suministro ante riesgos macroeconómicos, políticos y comerciales.

Es indiscutible que estamos asistiendo a un cambio estructural. La globalización no puede darse por finalizada, pero su lógica ha cambiado. La seguridad nacional y un cumplimiento normativo más estricto pesan ahora más que la eficiencia económica y la unión del comercio global, transformando así las reglas del juego y aumentando la incertidumbre.

El Fondo Monetario Internacional ya advertía en abril de 2025 sobre la vulnerabilidad del sistema, con previsiones de crecimiento global a la baja y aranceles en máximos históricos. Frente a este panorama, los inversores no sólo deberían tomar nota, sino que deberían desarrollar un profundo conocimiento de las cadenas de suministro específicas de cada sector para poder discernir entre ganadores y perdedores de la próxima década y posicionarse en el bando adecuado.

Este nuevo paradigma ha afectado principalmente a cinco cadenas de suministro globales, a las que conviene prestar especial atención para mitigar riesgos e identificar oportunidades en el medio plazo.

La cadena de suministro tecnológica es especialmente crítica y presenta varios retos

En primer lugar, la cadena de suministro tecnológica es especialmente crítica y presenta varios retos. Por ejemplo, los semiconductores y la inteligencia artificial dependen de redes frágiles de proveedores y minerales, que ahora están bajo la presión de aranceles, sanciones y controles de exportación.

Además, otro elemento sensible son los cables eléctricos y cables submarinos, los cuales son vulnerables a grandes concentraciones de corriente eléctrica, accidentes o sabotajes, con reparaciones costosas y riesgos políticos. Los inversores deben considerar que la cadena de suministro física de la IA es un factor de riesgo mayor, con efectos en múltiples cadenas industriales.

En segundo lugar, la cadena de suministro de minerales. En cuanto al flujo de minerales críticos sería conveniente saber que, aunque se espera que la demanda de cobre, cobalto, litio y níquel se duplique, triplique o incluso cuadriplique hacia 2040, la cadena de suministro sigue sujeta a incertidumbres tecnológicas y regulatorias.

Además, por lo menos durante la próxima década, gran parte de este flujo seguirá dependiendo de China, un factor clave que los inversores deberían tener en cuenta.

En tercer lugar, hablamos de la cadena de suministro industrial. En un entorno donde la geoeconomía no hace más que acelerar la “regionalización” de las cadenas de suministro, sectores como la automoción ven cómo la circularidad y el reciclaje impulsan inversiones estratégicas. Un ejemplo de ello es la última versión de Volkswagen en nuevas fuentes de níquel y baterías.

La globalización no ha desaparecido, pero su lógica ha cambiado

En cuanto al sector defensa, compañías líderes como Rheinmetall AG están reconvirtiendo sus capacidades industriales en plantas de producción de armamento y productos de defensa, lo que convierte a estas empresas europeas en opciones atractivas para los inversores, especialmente ante el reciente compromiso del aumento del gasto de defensa en el continente.

En cuarto lugar, tenemos las cadenas de suministro de transporte y logística. En Estados Unidos, leyes como la Ley Jones encarecen y complican los envíos, reduciendo la flexibilidad en un sector clave para la economía global.

Por ello, aliados de EEUU como Corea del Sur y Japón podrían beneficiarse del rearme europeo y de futuros pedidos estadounidenses, posicionándose como posibles ganadores en este sector.

Finalmente, respecto a la cadena de suministro financiera tal como la conocemos, aunque el dólar sigue siendo la moneda de reserva global dominante en el medio plazo, conviene observar de cerca el avance del yuan chino (RMB), el cual gana terreno en comercio y reservas, especialmente entre los países denominados BRICS+.

La conclusión es clara. La globalización no ha desaparecido, pero su lógica ha cambiado: materias primas, rutas marítimas y activos digitales conforman un tablero donde la línea entre economía y geopolítica puede confundirse.

Es por ello que en este nuevo contexto, los inversores deberán aprender a desenvolverse en un comercio global potencialmente más costoso, más incierto y mucho más politizado.

***Kim Catechis, estratega jefe de Franklin Templeton Institute.