Mario Draghi ha entregado este lunes a Ursula von der Leyen su esperado informe sobre la competitividad de la UE
Hace poco más de un año, el 16 de julio de 2024, comenzaba a andar la décima legislatura en el Parlamento Europeo, con la reelección de su presidenta, Roberta Metsola, y también de la líder de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
La alemana abrió entonces su discurso ante la Cámara asegurando que el futuro de la Unión depende de su capacidad para competir, innovar y producir. Situaba, con ello, la competitividad en el primer plano de las prioridades europeas y al informe que al respecto preparaba el ex primer ministro Mario Draghi como la base para definir una hoja de ruta para la Unión Europea de cara a los próximos años.
Los anuncios se han cumplido y los pasos se han desarrollado siguiendo el orden establecido. En septiembre del pasado año, Draghi presentaba su "Informe sobre el futuro de la competitividad europea", como una estrategia para frenar el declive económico de Europa en un contexto tan incierto como volátil, con un claro predominio de los riesgos en el horizonte.
El informe plantea la necesidad de que la Unión Europea incremente su productividad y potencial de crecimiento, como condición indispensable para conservar su peso económico y la sostenibilidad de su modelo social.
Y, para ello, defiende una transformación tendente a la innovación, una descarbonización compatible con la competitividad y el fortalecimiento de la seguridad económica, lo que implica tanto la reducción de dependencias exteriores como el impulso de una estrategia industrial de defensa europea.
Draghi defiende que estas transformaciones han de abordarse con un enfoque claramente europeísta, profundizando en el mercado único (meses antes habíamos conocido el Informe Letta centrado en el mercado interior) y en la integración, avanzando en reformas estructurales de forma compartida y favoreciendo una financiación común con una inversión decidida, ya que estima 800.000 millones de euros la inversión anual necesaria, lo que supone cinco puntos porcentuales del PIB anual de la UE.
"Las recetas de Draghi mantienen su validez, en la medida en que la integración y coordinación pueden contribuir a reforzar la industria europea en el contexto global"
Una cifra que adquiere si cabe mayor relevancia tras conocer la propuesta de la Comisión Europea en torno al Marco Financiero Plurianual de 2028 a 2034, con un importante incremento, pero también profundos cambios.
Hay que apuntar sin embargo que el informe no señala únicamente la conveniencia de un mayor esfuerzo inversor, sino que apunta, asimismo, a la necesidad de liberar obstáculos a la competitividad y el crecimiento, identificando las causas profundas del debilitamiento de la posición de la UE en sectores estratégicos clave y proponiendo una serie de medidas para restaurar su fortaleza competitiva.
Eso incluye pasos más decididos en algunas áreas, como acelerar la descarbonización de forma rentable mediante un enfoque tecnológicamente neutro, a nivel europeo, tanto como dar pasos atrás en otras, reduciendo la carga regulatoria que se impone a las empresas europeas.
La apelación de Draghi alcanzaba un alto impacto, y en consecuencia, en la Declaración de Budapest de noviembre de 2024 los dirigentes de la UE coincidieron en la urgencia de un nuevo Pacto para la Competitividad Europea, basado en un mercado único plenamente integrado.
Llegado 2025, la Comisión Europea presenta la Brújula para la Competitividad que fija, como verticales de acción, cerrar la brecha de innovación, un plan conjunto para la descarbonización y la competitividad, y una mayor autonomía estratégica.
Traduce estas líneas en una simplificación del entorno regulatorio, para reducir cargas y favorecer la flexibilidad, al tiempo que ampliar los beneficios del mercado único eliminado barreras, promover habilidades y empleos de calidad, así como mejorar la financiación y también la coordinación de las políticas.
Es un trazado ambicioso, que puede parecer difícil de aplicar en determinados puntos, no sólo en el ámbito financiero sino en su propio planteamiento, partiendo del hecho de que se aspire a reducir la carga normativa al tiempo que se plantean al menos una decena de nuevas leyes. Buena parte de ellas en el ámbito de la innovación.
Un área en la que precisamente el informe Draghi advierte que se siguen imponiendo cargas regulatorias que resultan especialmente costosas para las pymes y contraproducentes para aquellas que desarrollan su actividad en el sector digital.
"Draghi advertía que Europa se ha impuesto aranceles a sí misma, ya que los obstáculos regulatorios son mucho más perjudiciales que cualquier decisión de EEUU"
Y es un trazado que ha de lidiar, además, con un contexto incluso más complejo que el que acompañaba al diagnóstico de partida, con la espiral de incertidumbre en torno a la política arancelaria.
Porque, si bien los riesgos entroncan directamente con la necesidad de reforzar la competitividad europea y la apuesta por una mayor autonomía estratégica, resulta más complejo abordarlos desde un escenario que inevitablemente encontrará mayores obstáculos, que habrá que valorar en las consecuencias del acuerdo comercial alcanzado entre la UE y EEUU.
Las recetas de Draghi mantienen su validez, claro está, en particular en la medida en que la integración y coordinación pueden contribuir a reforzar la industria europea en el contexto global, especialmente en sectores estratégicos.
El propio Draghi advertía a comienzos de este año que Europa "se ha impuesto aranceles a sí misma", ya que los obstáculos regulatorios son mucho más perjudiciales para el crecimiento que cualquier decisión que Estados Unidos pudiera imponer.
No faltan datos que confirmen que los costes regulatorios se muestran como un obstáculo a la inversión, como la encuesta anual del Banco Europeo de Inversiones, que muestra además que esta percepción es más clara en España, donde el peso de la regulación se señala, junto con la incertidumbre respecto al futuro, como principales frenos a la inversión.
La simplificación normativa forma parte, sin duda, de esos pequeños pasos a los que el ex primer ministro italiano se refería en su informe y que, en buena medida, pueden contribuir a reforzar la competitividad de la economía europea.
Si la brújula señala al norte, sigamos el camino.
*** Edelmira Barreira es directora asociada de Thinking Heads.