Un hombre pasa por delante de una casa de cambio de divisas en Hong Kong, China. Reuters
Hace unos años se popularizó la idea de no complicarse la vida y limitarse a invertir todo el dinero en el S&P 500. En realidad la popularizaron quienes vendían la idea, ya que es muy rentable para el vendedor.
Se vende una “gestión discrecional” de cartera, que más que discrecional es “discreta”, ya que lo que hace es invertir básicamente en el S&P 500.
Es una buena idea de negocio, puesto que se puede ofrecer una “gestión” muy barata, ya que no hay mucha gestión que hacer.
En algunos casos se trata de colocarlo todo en una serie de fondos indexados al S&P 500, en otros se coloca por ejemplo un 80% en el S&P 500 y el resto en algún otro índice y listo.
Para realizar esta gestión obviamente bastaba una máquina –ahorro de costes– y por eso se les llamó roboadvisors (de “robot”). En España, al cabo de poco tiempo –y por motivos obvios– se les cambió el nombre.
El S&P 500 no siempre es el índice ganador en los mercados
Para el inversor no está tan claro que sea una buena idea. Para empezar, porque el S&P 500 no siempre es el índice ganador en los mercados. En los últimos 25 años sólo ha sido el ganador en cinco. Y sólo ha encadenado primer puesto en dos ocasiones.
Y, si incluimos en el cálculo el índice Nasdaq (índice tecnológico del mercado estadounidense), el S&P 500 no habría sido el primero en ninguna ocasión.
A lo largo de esos 25 años ha sido superado por activos tan distintos como las materias primas, el oro, los mercados emergentes e incluso la liquidez pura y dura (2018). Pero, como también es cierto que el S&P 500 es un índice que suele hacerlo bien, los inversores que tienen su dinero en esta gestión “mono índice”, no se han dado mucha cuenta.
Hasta que bajó el dólar. Y hasta que los políticos europeos decidieron que la forma de sacar a Europa de la euroesclerosis era una inyección masiva de gasto público a la japonesa.
Ha sido superado por activos tan distintos como las materias primas, el oro, los mercados emergentes e incluso la liquidez pura y dura
Ciertamente, el “chute” de dinero a la japonesa tendrá el mismo resultado que tuvo en Japón, es decir, un subidón de azúcar que luego se diluirá como un azucarillo.
Pero, mientras tanto, le mete un buen empujón a la bolsa. Y así, los inversores europeos han sido conscientes de que el S&P 500 no es siempre el que gana.
Lo más probable es que la ventaja de los índices europeos no sea sostenible en el tiempo, como ocurrió con el Nikkei, pero han abierto los ojos de muchos inversores.
Se han dado cuenta de que existen muchos índices y muchos activos que permiten maximizar el resultado de una cartera. Y que limitarse sólo a uno no es una buena idea, sobre todo en determinados periodos.
Existen muchos índices y muchos activos que permiten maximizar el resultado de una cartera
Otra cosa que no sé si se explicó bien a los clientes de los gestores automatizados “mono índice”, es que ese índice normalmente está denominado en una divisa distinta al euro.
Concretamente al dólar. En otras palabras: cuando se invierte en el S&P 500, se hace en dólares, como es lógico. Ciertamente, se pueden utilizar fondos que cubren la divisa, pero no suele hacerse. El tema va de indexarse, no de realizar una gestión activa de la cartera. Tampoco de la divisa.
El problema es el año en el que el dólar cae un 14%, como ha ocurrido en 2025. Entonces no sólo te das cuenta de que el S&P 500 no es siempre el índice ganador, también aprendes que el cambio de divisa puede hacerte polvo.
Si el índice gana un 6% en el año, pero la divisa pierde un 14 %, el resultado neto es un 8% negativo. Y si el Euro Stoxx sube un 9% en el mismo periodo, como es el caso, el coste de oportunidad es muy alto.
Utilizar fondos indexados es rentable para el inversor, indexar la cartera a un índice es rentable para el “gestor” de la cartera
Y si lo comparas a la revalorización del Ibex 35 español o del Dax alemán (+ 20% en el año en ambos casos), apaga y vámonos.
Todo lo anterior no significa que no se deba de invertir en el S&P 500. El índice –y actualmente el Nasdaq– deben de estar casi siempre en cartera, salvo en años en los que simple y llanamente no se deba tener renta variable, o se deba tener muy poca.
Lo que significa es que, por muy bueno que sea un plato, no es el mejor para todas las comidas del día. Y que, por maravilloso que sea un Ferrari, no sirve de nada en una pista forestal.
Una cosa es utilizar fondos indexados, que está muy bien, porque se ahorra mucho dinero en comisiones frente a fondos de gestión activa que no aportan nada, y otra muy distinta es indexar todo tu patrimonio a un solo índice.
Utilizar fondos indexados es rentable para el inversor, indexar la cartera a un índice es rentable para el “gestor” de la cartera (da muy poco trabajo).
Otra cuestión a tener en cuenta: está muy bien hacer aportaciones temporales, pero está todavía mejor ir de rebajas. Y en los mercados siempre hay rebajas.
En el S&P 500 hubo una por liquidación en el mes de abril, cuando Trump declaró la guerra comercial. Y las hay todos los años en muchos activos.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.