Un toro, símbolo de las subidas bursátiles, en la Bolsa de Fráncfort (Alemania).

Un toro, símbolo de las subidas bursátiles, en la Bolsa de Fráncfort (Alemania). Reuters

Opinión EN EL MOMENTO ADECUADO

¿Es consistente el liderazgo bursátil europeo o es flor de un día?

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Responder adecuadamente a la pregunta que titula esta tribuna va a decidir quiénes son los inversores y asesores ganadores en el segundo semestre del año. Al igual que apostar a favor de Europa ha decidido quiénes ganaban en el primero.

Como dijimos al inicio del año, lo de sentarse en el S&P 500 no siempre funciona. De hecho, si tenemos en cuenta todos los activos en los que puede invertir alguien que utilice fondos de inversión, en los últimos 25 años el S&P 500 solo ha sido en dos ocasiones el líder durante dos años seguidos.

Y sólo ha sido el ganador en seis ocasiones. En los últimos 25 años al S&P 500, además del Nasdaq, le han ganado en diferentes ocasiones el oro, las materias primas, los fondos inmobiliarios (REITs), los mercados emergentes e incluso los fondos monetarios (2018 y 2022).

Los políticos europeos se han sacado de la manga una idea que pretende sacar a Europa de su “euroesclerosis” crónica

Quien realmente quiera maximizar el resultado de una cartera de fondos, debe considerar siempre otros activos. Y este año es el primero en el que, al menos de momento, gana Europa.

Los políticos europeos se han sacado de la manga una idea que pretende sacar a Europa de su “euroesclerosis” crónica. La fórmula elegida es un fuerte aumento del gasto público, dirigido a defensa e infraestructuras. Sólo en el caso alemán, la suma de ambos se estima en un billón de euros. En otras palabras, es un programa de estímulo económico a la japonesa.

Con esas cifras, hasta el mercado más depauperado tiene que subir. Y un asesor o gestor financiero que se precie habrá aumentado su posición europea tan pronto se conoció la noticia.

Pero un asesor financiero que se precie también tiene que plantearse hasta qué punto y durante cuánto tiempo ese tsunami de gasto público podrá competir con el programa económico de la administración Trump. Y con la tendencia natural de Estados Unidos a fomentar la innovación y apoyar al tejido empresarial (justo al contrario que Europa).

Los acuerdos comerciales son como fichas de un dominó que van cayendo empujándose unas a otras

En el primer semestre, Estados Unidos ha quedado eclipsado por las consecuencias de la estrategia de Trump para obtener ingresos vía aranceles (para reducir su déficit fiscal) y su guerra para reducir el déficit comercial de EEUU con el resto del mundo.

Pero si se supera este conflicto, las cosas pueden cambiar. La “teoría del dominó” que establecimos en Nextep tras el anuncio de la tregua, es decir, que los acuerdos comerciales son como fichas de un dominó que van cayendo empujándose unas a otras, lleva tiempo funcionando en los mercados, que han ido descontando esa reacción en cadena según se suceden las noticias positivas al respecto.

Si finalmente caen todas las fichas, el mercado empezará a fijarse en cosas que benefician al mercado estadounidense. Como la fuerte bajada de impuestos que supone la “gran y maravillosa ley” y en el proceso de desregulación y eliminación de burocracia.

¿Qué podrá más de aquí a final de año, la innovación tecnológica norteamericana, la desregulación, la bajada de impuestos y el apoyo a las empresas, o la lluvia de millones de gasto público con la que pretenden regar los políticos europeos los sectores agraciados con su "visión" empresarial? La respuesta es fácil en lo que respecta al medio y largo plazo, pero no está tan clara en el corto.

No vemos que las valoraciones sean suficientes para apoyar el caso europeo

En el largo plazo ha quedado sobradamente demostrado que la fórmula japonesa que sigue Europa es mucho menos eficaz que la norteamericana. Pero en el corto puede haber ciertas dudas. No en el fondo de la cuestión, pero sí por la cantidad de dinero público que se quiere inyectar. Es mucho dinero, dirigido directa o indirectamente a empresas cotizadas

En el argumento a favor de Europa también se habla de las valoraciones. Sin duda son más atractivas que las estadounidenses en términos absolutos, pero si tenemos en cuenta la capacidad de aumentar ingresos y beneficios de las empresas estadounidenses -incluidas las tecnológicas, que de hecho son las que más los aumentan– y que estamos en plena revolución de la IA -donde Europa es, como siempre, un espectador-, no vemos que las valoraciones sean suficientes para apoyar el caso europeo.

Lo único que podría hacer que Europa acabara el año por encima de Wall Street es Trump

En nuestra opinión, lo único que podría hacer que Europa acabara el año por encima de Wall Street es Trump. Nuestro análisis no tiene ningún sesgo contra Trump, de hecho pensamos que es muy posible que sea Trump el que cree la base para que EEUU siga batiendo económicamente y en términos bursátiles a Europa, gracias a la bajada de impuestos y la desregulación. El problema es que Trump también aporta volatilidad e inseguridad.

El riesgo más evidente lo vemos en la deuda y el déficit estadounidense, que está en niveles cada vez más preocupantes. Y la “grande y maravillosa ley” fiscal de Trump no hace nada por arreglarlo. Más bien al contrario.

Si Trump no consigue equilibrar el déficit fiscal podríamos tener tormenta en el mercado de bonos estadounidense y eso afectaría a la bolsa. Europa se vería afectada, pero a nuestros políticos todavía no les ha dado tiempo a endeudarse hasta las cejas (están en ello).

Estados Unidos podría evitar la crisis de deuda si el mercado considera que va a poder reducir el gasto militar gracias a su menor aportación a la OTAN, que a Trump le salga bien la jugada de que el aumento de ingresos como consecuencia de la mayor actividad económica -gracias a la desregulación y la bajada de impuestos- genere un aumento de la recaudación.

Si Trump no consigue equilibrar el déficit fiscal podríamos tener tormenta en el mercado de bonos estadounidense

Como ocurrió con Margaret Thatcher y Ronald Reagan. El problema es que ellos partían de cifras de déficit muchísimo más bajas y de una deuda muchísimo menor.

Damos por hecho que Estados Unidos seguirá ganando a Europa en el largo plazo, pero a corto tenemos que vigilar qué ocurre con su deuda y su déficit fiscal. Y ver hasta qué punto y a qué velocidad funciona el estímulo económico a la japonesa que ha puesto en marcha Europa.

Tampoco hay que descartar que beneficie más a unos países que a otros y que al final la competición bursátil sea entre Estados Unidos y determinados países de la Unión Europea.

***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.