Varias personas durante una manifestación contra el turismo masivo, a 18 de mayo de 2025, en Santa Cruz de Tenerife, Tenerife, Canarias (España).

Varias personas durante una manifestación contra el turismo masivo, a 18 de mayo de 2025, en Santa Cruz de Tenerife, Tenerife, Canarias (España).

Opinión

Los excesos del turismo

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El turismo ya aporta el 13,1% del PIB en España y proporciona empleo a más de 2,7 millones de trabajadores. Desde la década de los años 60, a excepción del parón ocasionado por la pandemia de la Covid-19 en 2020 y 2021, ha ido creciendo hasta convertirse en una de las principales actividades económicas de nuestro país.

España cuenta con grandes atractivos turísticos, naturales y de patrimonio histórico y cultural, entre los que destaca la calidad y estilo de vida español, sus costumbres y su gastronomía, así como los precios competitivos.

Tiene una amplia oferta de entretenimiento y ocio, unos altos niveles de seguridad en todo el territorio y unos servicios públicos de calidad, destacando la atención sanitaria que es especialmente valorada.

Por todo ello cuenta con la fidelidad de los turistas internacionales, ya que el 80% repiten sus vacaciones en España.

El año pasado se alcanzó el récord de 94 millones de turistas internacionales, y este año se prevé superar, una vez más, esta cifra para llegar a casi 100 millones de visitantes. La Comisión Europea ha reducido el crecimiento de la Eurozona al 0,9% para 2025 por la elevada incertidumbre y las tensiones comerciales, pero mantiene que España crecerá un 2,6%, principalmente por el aumento del consumo y de la renta real de los hogares y la continuada resiliencia del mercado laboral.

Y en ello tiene mucho que ver el buen comportamiento del turismo, sumando más de medio punto al consumo total y favoreciendo la creación de riqueza y empleo.

Si bien, la desaceleración económica mundial por la guerra arancelaria puede reducir el turismo internacional, al afectar a la renta disponible de los potenciales visitantes, y repercutir en el crecimiento de la economía española.

La masificación turística descontrolada y sus consecuencias, tanto territoriales como sociales, empiezan a poner en cuestión la sostenibilidad del modelo económico actual

La explosión del sector turístico no debe dificultar alcanzar un modelo de crecimiento diversificado, que apueste por sectores de alto valor añadido que empiezan a tener cada vez más peso en nuestra economía, como son los servicios avanzados a empresas.

Con la crisis financiera internacional de 2008 la economía española sufrió más que otras economías por el elevado peso que el sector de la construcción representaba en la economía española, y con la crisis pandémica, y las políticas de confinamiento que se tuvieron que aplicar, sufrimos también una mayor caída del PIB de nuestro país, por la dependencia excesiva del turismo en nuestro modelo de crecimiento.

No deberíamos caer en la misma trampa: la masificación turística descontrolada y sus consecuencias, tanto territoriales como sociales, empiezan a poner en cuestión la sostenibilidad del modelo económico actual.

La expansión del turismo tiene en primer lugar un efecto inflacionario. Los últimos datos muestran que mientras los precios de los servicios no turísticos crecieron un 3,6% anual en el periodo que va de enero a abril, los precios turísticos se encarecieron un 7,8% con relación al año anterior.

En segundo lugar, la proliferación de apartamentos turísticos para alquiler vacacional está agravando el problema de la escasez de viviendas en numerosos municipios de nuestro país, al reducir la oferta y elevar los precios de las viviendas, lo que dificulta aún más el acceso a la misma para los habitantes.

Las políticas de control o prohibición en el ámbito turístico para evitar la masificación turística no han sido, al menos hasta ahora, demasiado eficaces

Según el último informe del Banco de España en Baleares y Canarias, la demanda vacacional ha absorbido el 50% de la capacidad residencial, en Málaga, esa reducción de oferta ronda el 40% y en Alicante, el 35%.

En tercer término, es esencial que el sector turístico se enfoque en mejorar la coexistencia de la actividad turística con el entorno natural y urbano - con especial atención a los recursos híbridos, la tensión en los servicios públicos por las aglomeraciones o el exceso de instalaciones turísticas-.

Para ello hay que conseguir una mayor desestacionalización de la demanda y evitar la saturación del espacio en algunos destinos urbanos.

Según el INE, de las 1.800.000 plazas hoteleras ocupadas en todo el territorio, 330.000 se encuentran en ciudades. Mejorando las infraestructuras de las áreas rurales, además de contribuir a evitar la progresiva despoblación de esas zonas, puede favorecerse el desarrollo de turismo a esos entornos.

Las políticas de control o prohibición en el ámbito turístico para evitar la masificación turística no han sido, al menos hasta ahora, demasiado eficaces. Su impacto ha sido muy reducido porque se ha buscado un equilibrio entre no dañar la actividad económica que genera el turismo, y a la vez evitar la masificación. 

Podríamos inspirarnos de otras ciudades europeas como Venecia, Roma, Ámsterdam o París, o de lugares emblemáticos como la Acrópolis de Atenas, Pompeya o el Coliseo de Roma, que han llegado incluso a establecer un límite de visitantes. En 2025, en Barcelona, los turistas que pernocten han de pagar dos tasas turísticas: una urbana y otra regional, y los pasajeros de cruceros que permanezcan en la ciudad más de 12 horas deben pagar también una tasa turística.

En las Islas Baleares, también existe una tasa verde de cuantía diferente en función del tipo de alojamiento. Para frenar la afluencia de miles de cruceristas, varias ciudades europeas están imponiendo además algún tipo de restricciones, como Ibiza que limita el atraque simultáneo, o Barcelona que reduce el número de cruceros que pueden visitarla a la vez.

Otra forma de controlar la explosión del turismo es a través de la reducción de los alquileres vacacionales. De momento, varias ciudades españolas están imponiendo restricciones a la entrada de nuevas viviendas de alquiler, como Málaga, donde se prohíben los alquileres de corta duración en 43 barrios de Barcelona que planea eliminar el alquiler de apartamentos turísticos antes de 2028.

El debate está servido: cómo lograr un modelo de crecimiento diversificado y sostenido en el futuro, sin matar la gallina de los huevos de oro -esto es, un sector vital para el crecimiento económico y la creación de empleo-.