Recuerdo que, con cierta sorna, Rodolfo Martín Villa, uno de los ministros de UCD de la transición, decía aquello de: "Cuerpo a tierra que vienen los nuestros" Se refería a lo que militarmente se llama “fuego amigo”. Cuando los disparos no proceden del enemigo, sino de las propias filas.

Ahora el ministro de Economía Sr. Cuerpo, del prestigioso cuerpo de los Técnicos Comerciales del Estado (TECOs), va a tener que oír las opiniones contrarias a su posición en la opa BBVA/Sabadell expresada por los propios compañeros de profesión. Por así decirlo “de los suyos”; de los expertos en economía. Por eso: ¡ministro Cuerpo a tierra que vienen los suyos!

Un profesional de la economía sabe que el respeto a los derechos de los componentes de las empresas es una institución clave para el buen funcionamiento económico del país.

Respetar los derechos de los diferentes componentes de la empresa supone tanto buscar mecanismos para asegurar el salario y el horario justos para los trabajadores, como la autonomía de la dirección o del capital. Autonomía que el ministro Cuerpo desprecia si hace lo que le pide el presidente Sánchez.

Ya se sabe que el cargo de ministro es político. Los criterios políticos pesan sobre los técnicos. En esos criterios políticos hay, al menos, dos niveles. 

Respetar los derechos de los diferentes componentes de la empresa supone tanto buscar mecanismos para asegurar el salario y el horario justos para los trabajadores, como la autonomía de la dirección o del capital

El primer nivel es el del respeto a las instituciones (el mercado y los derechos de accionistas, directivos, empleados, sindicatos, …) ¡Cuidado! Una equivocación en este nivel socaba a largo plazo el desarrollo del mercado y ataca la seguridad jurídica, que es el quicio clave sobre el que se basa el funcionamiento de la economía de un país democrático.

Hay inmigrantes procedentes de otros países, en sus tiempos democracias hoy dictaduras, que nos avisan. Dicen que así empezó en su país. Poco a poco, con cautela, ocupando puestos de poder. Hablando siempre del interés general, que no es sino el de su grupo en particular. Muchos no les hacen caso. Los venezolanos que vive en España los tachan de ingenuos. 

En la opa del BBVA al Sabadell, el Gobierno está haciendo todo tipo de malabarismos para suplantar la voluntad de los accionistas a los que habría que respetar su autonomía. Para eso intenta todo tipo de argucias.

En este caso, la última, sacada de manga, es una consulta ¿a quién? A todo el que quiera, que luego ellos elegirán las respuestas que les interese. Lo mismo que en las encuestas del CIS, pregunta lo que creas que te van a contestar de acuerdo con tus intereses.

Ese es el segundo nivel de decisión política: el de los intereses de partido o personales. La búsqueda del poder por encima de todo. La perversión de medios y fines. 

En la opa del BBVA al Sabadell, el Gobierno está haciendo todo tipo de malabarismos para suplantar la voluntad de los accionistas a los que habría que respetar su autonomía

En las decisiones políticas esos dos niveles entrar en colisión muchas veces. Es la clave de la calidad de una gestión política.

Si triunfan los criterios de respeto a las instituciones, a su libertad, sobre los intereses particulares de partido o personales, la calidad del liderazgo se refuerza. El político adquiere la solidez del Estadista.

En caso contrario, si triunfan los intereses del partido o las personas, la corrupción se destapa. Una corrupción conceptual que se acompaña por la económica y social.

Así que en el caso de la opa BBVA/Sabadell el ministro Cuerpo se encuentra ante el dilema de amparar la autonomía de los accionistas del Sabadell para vender o no sus acciones en el mercado, o impedirlo para que Junts y Esquerra sigan apoyando al Gobierno en el Congreso.

El ministro Cuerpo no puede hablar del interés general, cuando pertenece a un gobierno que se caracteriza por poner en almoneda cualquier principio a cambio de mantener ese apoyo parlamentario.

En realidad, es la intención de crear un entramado que permita la supervivencia del sanchismo a costa de lo que sea.

Así que ministro Cuerpo: cuerpo a tierra, mire al suelo, oculte su cara con las manos, haga oídos sordos a sus colegas y disimule su vergüenza. Hable como un populista, a los que tanto ataca, y reniegue de los principios de su profesión.

Porque, parafraseando una de las más cínicas frases de la historia: un ministerio, bien vale una demagogia. 

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.