Una inmobiliaria
El acceso a la vivienda en España es cada vez más complicado. Los precios de compra y alquiler han alcanzado niveles históricos debido a una oferta insuficiente y una demanda creciente. Factores como la inmigración, la falta de vivienda protegida y la retirada de propietarios del mercado de alquiler por la inseguridad jurídica de la okupación han agravado la situación.
Si hay algo que define hoy el mercado inmobiliario en España es la convivencia entre escasez y especulación. El acceso a la vivienda se ha convertido en una odisea para muchos ciudadanos, mientras que los inversores ven en este contexto una oportunidad para obtener rentabilidad. Con precios que alcanzan niveles comparables a los de la burbuja de 2007-2008 y una oferta insuficiente, la pregunta sigue en el aire: ¿estamos ante una crisis sin solución o ante un terreno fértil para los negocios inmobiliarios?
Las cifras son contundentes. El precio de la vivienda sigue al alza debido a la escasez de construcción, la falta de vivienda protegida y la creciente demanda, impulsada por factores como el descenso del desempleo, el incremento del ahorro y la entrada de capital extranjero.
Con una oferta ineficiente, la solución parece evidente: aumentar la oferta de vivienda. Sin embargo, las propuestas gubernamentales han fallado en este objetivo. A pesar de las medidas propuestas, ninguna ha solucionado el problema de raíz. El Gobierno apuesta por el control del alquiler, impuestos a la vivienda vacía y promesas de construcción pública que no se han materializado.
Estas medidas desincentivan la inversión y reducen la oferta de alquiler. Por su parte, la oposición propone incentivos fiscales y reducción de trámites burocráticos, pero sin un plan contundente para aumentar la construcción, lo que solo incrementa la demanda y eleva los precios.
El precio de la vivienda sigue al alza debido a la escasez de construcción, la falta de vivienda protegida y la creciente demanda
Ambas estrategias tienen un problema común: se centran en controlar la demanda en lugar de fomentar la oferta. En un mercado con escasez de vivienda, cualquier medida que facilite la compra sin aumentar la construcción solo contribuye a inflar los precios.
No es un fenómeno nuevo. Lo hemos visto en sectores como la educación superior, donde las subvenciones a los préstamos universitarios han llevado a un aumento de las matrículas, o en la industria automotriz, donde las ayudas para coches eléctricos han elevado sus precios. El único camino viable es incrementar la oferta de viviendas a gran escala mediante: menos burocracia y más licencias rápidas para nuevas construcciones, más vivienda protegida, facilitando el acceso a quienes más lo necesitan, mayor seguridad jurídica para propietarios, combatiendo la ocupación y fomentando la inversión en lugar de restricciones que alejen a los inversores.
Mientras la situación resulta cada vez más preocupante para quienes buscan una vivienda, para los inversores representa un campo de oportunidades. En un entorno donde la demanda supera ampliamente a la oferta, la inversión inmobiliaria sigue siendo una de las estrategias más rentables. Hoy no es necesario disponer de un gran capital para participar en el sector.
Actualmente, existen plataformas de financiación participativa que permiten a inversores minoristas acceder a proyectos inmobiliarios con aportaciones relativamente bajas y rentabilidades anuales que oscilan entre el 10% y el 13%. Con garantías hipotecarias y modelos de inversión estructurados, estas opciones han ganado popularidad en un mercado cada vez más competitivo.
Otras opciones son la Inversión en vivienda para alquiler en zonas con alta demanda o la compra en mercados emergentes como ciudades secundarias y zonas en crecimiento o las reformas y revalorización de propiedades.
Para aquellos que saben leer entre líneas, la crisis no es sino una oportunidad disfrazada. Conocer las perspectivas del mercado inmobiliario para los próximos años y una estrategia sólida para a proteger el capital ante cambios legislativos y crisis económicas es, sin duda hoy, más necesario que nunca.
*** Pablo Gil es economista y analista.