Fotomontaje de una bombilla, con una planta, un panel solar y un molino eólico.

Fotomontaje de una bombilla, con una planta, un panel solar y un molino eólico. Invertia

Opinión

Transición energética: una tarea para todos

Paula del Castillo Cabanas
Publicada

El 14 de febrero no sólo es San Valentín, también celebramos el Día Mundial de la Energía, una fecha clave para reflexionar sobre el presente y el futuro del sector.

En estos últimos años, también en este recién estrenado 2025, llegamos a este día con la sensación de estar viviendo una vorágine de cambios, algunos asentados como la generación renovable (solar y eólica principalmente) y otros aun encontrando su sitio (como el hidrógeno o las baterías), pero todos ellos orientados a contribuir a la transición energética.

A lo largo de la historia ha habido otras transiciones energéticas, entendiendo en esos casos transición como el cambio de unas fuentes de energía a otras que bien por disponibilidad, por potencialidad o por precio se imponían en su uso. Estas transiciones, en ocasiones traumáticas, permitieron acometer grandes cambios en procesos industriales, infraestructuras y en el conjunto de la sociedad.

Las administraciones y los reguladores deben favorecer la creación de un sector energético que sea a la vez sostenible y competitivo, donde se estimule la inversión, la innovación y el empleo.

En nuestro presente ya no hablamos de una transición energética hablamos de la Transición Energética porque sabemos que ésta, a diferencia de otras, está encaminada además a resolver un desafío global como lo es limitar las emisiones de carbono y, con ello contribuir, a un futuro sostenible para nuestro planeta y todos nosotros.

La magnitud del reto es de tal dimensión que requiere de un esfuerzo coordinado desde muchos frentes. En Alpiq estamos convencidos de que el éxito en la Transición Energética requiere un esfuerzo coordinado en el ámbito político, económico y social.

Desde la política, y desde la UE hasta las administraciones locales, se deben facilitar las inversiones públicas y privadas que requiere la transición hacia las energías limpias asegurando, al mismo tiempo, que este proceso no sea sólo positivo para el planeta sino también para la economía y los consumidores.

Las administraciones y los reguladores deben favorecer la creación de un sector energético que sea a la vez sostenible y competitivo, donde se estimule la inversión, la innovación y el empleo. Para lograrlo es necesario que se vele por generar un entorno de competencia lo suficientemente saludable como para lograr un sistema eficiente que dé respuesta a las tres dimensiones de la sostenibilidad: la medioambiental, la social y la económica.

Sin duda, será la demanda, y en particular la industrial, la que desempeñe a partir de ahora un papel central en la transición energética.

Desde las empresas, es necesario un diálogo abierto, transparente y en un clima de confianza. Los gobiernos y el sector privado debemos trabajar juntos, no solo colaborando para movilizar los recursos necesarios (financiación, fiscalidad, nuevos modelos de negocio, conocimiento, formación, tecnología, etc.) sino también uniendo esfuerzos en comunicar un mensaje consistente sobre el desafío al que nos enfrentamos y los resultados esperados tanto en el corto como en el largo plazo. La ciudadanía bien informada puede tomar mejores decisiones y desarrollar un mayor nivel de exigencia.

Las empresas debemos comprometernos con el bienestar social y ambiental y para ellos debemos ser rigurosos en el desarrollo y cumplimiento de políticas de responsabilidad social corporativa que sean cada vez más exigentes. Debemos lograr que éstas pasen de ser un añadido a la gestión a ser un elemento central de la misma.

Desde la tecnología, la innovación y la industria, la inversión en energía renovable es fundamental para la descarbonización. Sin embargo, las energías renovables deben ser integradas en los sistemas eléctricos a través de tecnologías flexibles, que aporten firmeza ante la intermitencia de las fuentes renovables y garanticen la seguridad de suministro.

Los sistemas de almacenamiento de energía (como las baterías, el bombeo hidráulico o el hidrógeno verde) tendrán un papel fundamental. En Alpiq llevamos décadas proporcionando flexibilidad, firmeza y seguridad de suministro en muchos países de Europa a través de nuestras centrales de almacenamiento y bombeo hidráulico, así como con los ciclos combinados. 

Según el informe del World Economic Forum “Future of Jobs Report 2025” casi el 40% de las habilidades requeridas en el trabajo cambiarán para 2030.

Adicionalmente hay que fortalecer y digitalizar la red eléctrica y los sistemas de gestión energética. Las redes eléctricas inteligentes son esenciales para optimizar el consumo y la generación distribuida, pero presentan nuevos riesgos en materia de ciberseguridad a los que debemos dar respuesta.

La descarbonización ya ha llegado a la producción de energía, donde a día de hoy las fuentes renovables representan una parte muy importante de la misma, pero debe llegar también a la demanda. Sin duda, será la demanda, y en particular la industrial, la que desempeñe a partir de ahora un papel central en la transición energética pasando de implementar medidas de eficiencia y consumir energía verde, a acometer procesos de transformación ligados a la electrificación de parte de sus usos, así como al consumo de gases de origen renovable.

En este sentido, la descarbonización del transporte pesado en Europa a través del ecosistema de hidrógeno Hydrospider es un modelo que se está tratando de implementar ahora en España a través del proyecto Campillo Palmera (Molina de Segura, Murcia).

Para terminar, una última reflexión. En un momento histórico en el que crece la preocupación por el profundo grado de transformación que tendrá el mercado laboral en los próximos años (según el informe del World Economic Forum “Future of Jobs Report 2025” casi el 40% de las habilidades requeridas en el trabajo cambiarán para 2030), debemos ver en el proceso una fuente de oportunidades.

La transición energética tiene el potencial de generar más de 42 millones de empleos para 2050, según datos de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena). Es fundamental invertir en conocimiento, formación y desarrollo tecnológico. España ha sido pionera en muchos aspectos, se ha realizado un gran esfuerzo de desarrollo e inversor que debe traducirse en empleo cualificado y competitividad. Veamos en estos desafíos una oportunidad única de generar un gran legado para las próximas generaciones.

Todos hemos estudiado o al menos escuchado en alguna ocasión aquello de “la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma”, pues en esas estamos, en transformarla. La transición energética requiere una transformación estructural profunda, no solo en la manera en que producimos y consumimos energía, sino también en nuestras infraestructuras, industrias, regulaciones, mentalidad colectiva y compromiso individual. 

Feliz Día de la Energía para todos.

***Paula del Castillo Cabanas, Country Manager de Alpiq en España