El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), Jerome Powell

El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), Jerome Powell EP

Opinión

Cuatro prioridades regulatorias en la agenda 2025 del sector financiero

Roberto Diez Cerrato
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El campo de juego donde operan bancos y empresas de servicios financieros está siempre en continuo cambio. Pero la convergencia de factores de riesgo vividos el pasado año hacen que las perspectivas para 2025 se presenten particularmente inciertas.

Los procesos electorales globales, especialmente el reciente en EEUU, son un vector clave de cambio que impacta directamente en el sector financiero. La fricción comercial y geoestratégica entre EEUU y China, junto con el aumento arancelario, parecen estar asegurados. Los riesgos en Medio Oriente y Ucrania siguen siendo elevados, y la preocupación por el bajo crecimiento y la inflación persistente afectarán a las entidades financieras, cada vez más involucradas en las agendas de crecimiento y política exterior de los gobiernos. La resiliencia y la gestión de riesgos serán cruciales en 2025, en un contexto donde los reguladores deberán abordar cuatro temas clave, identificados en el informe 2025 Global Financial Services Regulatory Outlook de EY:

1. La regulación que prioriza los intereses nacionales impulsará una mayor fragmentación. Las agendas políticas nacionales darán cada vez más forma a la regulación. Continuarán los esfuerzos de coordinación internacional, pero esperamos que se prioricen enfoques específicos de cada país en cuestiones como la estabilidad financiera, los activos digitales, la inteligencia artificial (IA) y la gobernanza de datos. En áreas importantes, como las reformas bancarias de Basilea 3.1, los efectos ya son evidentes, con reglas que se implementan en diferentes formas y velocidades en todo el mundo.

También podremos ver una mayor presión para la desregulación y preocupación sobre la competitividad internacional, lo que puede impulsar ventajas locales y también aumentar la fragmentación y los costes. Veremos, además, diferentes estándares sobre innovación o tecnología en relación con la regulación de la IA o una postura más abierta en EEUU sobre los tokens criptográficos.

2. La resiliencia sigue siendo una prioridad, en especial, en relación con la exposición a riesgos de terceros y no bancarios. Entre las amenazas externas para las empresas financieras, los reguladores se centrarán este año en dos: el riesgo de terceros y el riesgo no financiero. El relevante incidente de ciberseguridad de CrowdStrike en 2024 puso el foco sobre los riesgos operativos derivados de la dependencia tecnológica. En especial cuando muchas empresas dependen del mismo pequeño grupo de proveedores. En este aspecto, el Comité de Basilea está pidiendo un enfoque más riguroso hacia los "terceros críticos" y los reguladores financieros, en algunas jurisdicciones, se preparan para extender su supervisión a los proveedores de tecnología.

También habrá un enfoque creciente en las instituciones financieras no bancarias (NBFI), que ahora representan casi la mitad de los activos en el sistema financiero global. La concentración de riesgos en estas empresas, algunas de las cuales ofrecen productos y servicios "similares a los bancarios", podrían extenderse al sector regulado y desestabilizar instituciones importantes. La falta de transparencia de datos en el mercado de crédito privado es también una preocupación.

Los reguladores se concentrarán asimismo en la resiliencia a los riesgos climáticos y en medidas para fortalecer sus regímenes de lucha contra el lavado de dinero y la financiación del terrorismo (AML y CTF).

3. Asegurar buenos resultados para los consumidores seguirá teniendo un papel destacado. Los reguladores buscarán garantizar la resiliencia financiera en un entorno de aumento del coste de vida y varios países trabajan ya para intensificar la protección al consumidor.

Las empresas del sector financiero deberán esperar una creciente presión para lograr mayor inclusión financiera y mejoras de la prevención del fraude. Es probable que los reguladores exijan a las empresas que aseguren que sus productos y servicios satisfagan las necesidades de los hogares de ingresos más bajos y prioricen medidas de acceso a préstamos y otros productos para este colectivo. El fraude y las estafas minoristas cada vez más sofisticados propiciarán una presión creciente de información hacia el consumidor sobre los riesgos, y medidas adicionales de prevención.

4. La responsabilidad y la remediación oportuna de las debilidades, prioridad para los reguladores. La crisis bancaria de principios de 2023 provocó el colapso de importantes bancos e instituciones financieras, revelando serias debilidades en la gestión de riesgos a largo plazo. Fallas que habían sido ignoradas sin implementar medidas adecuadas para fortalecer la gestión de riesgos y la gobernanza, en consonancia con la estrategia y ambición cambiante de las empresas, lo que sigue influyendo en las agendas regulatorias.

Este año es probable que los supervisores dupliquen su enfoque en la remediación de estas debilidades ejerciendo mayor presión sobre los consejos de administración para asegurarse de una supervisión efectiva, y exigiendo que las empresas demuestren que pueden monitorear y responder a un entorno operativo en continuo cambio.

Los gobiernos consideran al sector financiero clave para alcanzar sus objetivos económicos y sociales, y las entidades deberán estar a la altura de estas expectativas. Deberán demostrar que su gestión de riesgos es flexible y capaz de adaptarse a un entorno cambiante, y que disponen de los datos y herramientas necesarios para cumplir con las prioridades de los reguladores. El 2025 será clave para demostrar agilidad y robustez en estos procesos.

*** Roberto Diez Cerrato es socio de Auditoría responsable del Sector de Banca y Mercado de Capitales de EY.