El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado esta semana el avance de los datos de Contabilidad Nacional Trimestral de España para los tres últimos meses de 2024.

La actividad económica habría crecido un 0,8% en ese período. Si esta estimación se confirma, el PIB habrá experimentado un incremento interanual del 3,5% el pasado año, por encima de las previsiones del consenso.

En ese trimestre, la principal aportación al crecimiento proviene de la demanda interna (1,2 puntos) que ha que compensado la contracción de la externa (-0,4%). En términos interanuales aquella ha aportado un 3,5% y el sector prácticamente nada.

Dicho eso es básico realizar un breve análisis de los componentes del crecimiento y de su potencial evolución para entender el estado actual de la economía española y sus perspectivas en el horizonte del medio-largo plazo.

Eso depende de un factor fundamental: la calidad del crecimiento económico de España, elemento determinante de su sostenibilidad y de su impacto sobre el nivel de vida de los ciudadanos. A priori puede extraerse una conclusión: se consolida un modelo de crecimiento insano, asentado sobre arenas movedizas. Hay que ver porqué.

Por agregados de demanda, el gasto de los hogares en términos interanuales aumentó a una tasa  del 3,7% y el de las Administraciones Públicas un 4,9%. Se mantiene pues el patrón de comportamiento del consumo existente durante todo el período de Gobierno social comunista.

El gasto público explica el 57% del incremento del PIB entre 2019 y 2024. Por su parte, en ese mismo período, el consumo privado ha pasado de representar el 62% del PIB al 54%, una caída de 8 puntos, inédita en el entorno UE-OCDE. En paralelo, el consumo per cápita español aun no ha alcanzado los niveles que tenía en la pre pandemia.

El número de horas trabajadas ha aumentado en el último trimestre de 2024 pero la productividad real ha retrocedido tanto en relación a ese indicador (-1,1%) como en el  referente a los puestos de trabajo a tiempo completo (-0,1%).

Esto significa que tanto el aumento del empleo como del tiempo dedicado al esfuerzo laboral aportan poco valor añadido y, en consecuencia, comprometen el crecimiento futuro de la economía, la competitividad de las empresas y, por supuesto, la elevación del PIB per cápita de los españoles.

Tanto el aumento del empleo como del tiempo dedicado al esfuerzo laboral aportan poco valor añadido

Por lo que respecta a la inversión privada, si bien creció un 2,4% en el cuarto Trimestre respecto al tercero de 2024, su contribución al incremento del PIB desde una perspectiva interanual será negativa para el conjunto del pasado ejercicio.

Esto, sorprendente, no se refleja en la nota de prensa emitida por el INE en la que sólo se ofrecen datos intertrimestrales de esa variable. Y, de nuevo, es importante realizar una apreciación: entre 2019 y 2024, la ratio inversión privada PIB se ha incrementado en cuatro décimas, del 17% en el primer año al 17,4% en el segundo; en otras palabras, la inversión empresarial sigue estancada.

Por lo que respecta a la demanda externa, las exportaciones totales se han estancado con una tasa intertrimestral del 0,1%. Esto se explica por la contracción de las ventas de bienes al exterior (-1,1%).

Desde la óptica interanual se asiste a un proceso de desaceleración de las exportaciones de bienes y servicios que se incrementaron a una tasa del 3%, 1,6 puntos menos que en el tercer trimestre.

Las exportaciones totales se han estancado por la contracción de las ventas de bienes al exterior

La debilidad del sector exterior se verá acentuada este año por el escaso dinamismo de la economía de la eurozona y por la apreciación del tipo de cambio real derivado del diferencial de los costes laborales unitarios respecto a la UE-Zona euro. 

Ese escenario empeorará en el supuesto de la imposición de aranceles por parte de la nueva Administración norteamericana a las importaciones procedentes de España.

A modo de ejemplo basta señalar que un arancel general del 10%, se traduciría en una disminución del ritmo de crecimiento del PIB español de entre 0,5 y 0,6 puntos.

Por su parte, las exportaciones de servicios turísticos no tendrán un recorrido alcista y es probable que pierdan vigor ante la delicada situación de la economía de la Unión Económica y Monetaria que tiene muchas posibilidades de mantenerse o agudizarse en 2025.

De acuerdo con los datos de Contabilidad Nacional Trimestral avanzados por el INE, la economía española mantiene su dinamismo pero sostenida sobre cimientos de una extrema fragilidad: una inversión privada sin visos de recuperación y un crecimiento sostenido sobre el gasto público y las exportaciones de servicios turísticos.

¿Cuanto durará esto? Es complicado aventurarlo. Sin la emergencia de un shock es improbable, aunque no imposible, que se produzca una crisis. El problema es la configuración de un modelo socio-económico cuya persistencia conduce de manera inexorable al declive, a la incapacidad de realizar la convergencia real con la media de la UE-UEM.

Y esto no es producto de ninguna maldición ni de ningún enfermedad crónica. Los problemas de España, aunque resulta paradójico, no son económicos, sino políticos y, en concreto, una actuación macro, micro e institucional por parte del Gobierno que hace imposible crecer y aumentar el bienestar de los españoles a medio y largo plazo.

Mientras tanto, disfruten del espejismo.