
Sentimientos a la Inteligencia Artificial
La IA y el arte de saber pedir
Cómo redactar prompts, cambia nuestra actitud “cortés”.
Muchos creemos que pedir con frugalidad, empatía y educación es una de las claves para el buen funcionamiento de cualquier relación humana.
A veces, esto nos lleva a hacer malabarismos expresivos para hacer llegar nuestros mensajes evitando cualquier sombra de oportunismo, cualquier tensión en la relación.
Sentimos pudor, aunque está probado empíricamente que pedir favores es una forma eficaz de construir confianza. Un reciente estudio publicado en la revista de Personalidad y Psicología Social (2023) demuestra que pedir favores no solo no deteriora las relaciones, sino que se fortalecen los lazos sociales. Los investigadores encontraron que las personas subestiman en un 50% la probabilidad de que otros accedan a ayudarles y sobreestiman en un 60% la tensión negativa que la petición podría causar.
A pesar de estos datos, este pudor al pedir, esta dignidad algo rancia, no es fácil de matizar, porque proviene nuestra tradición católica, que nos hace sentir culpa ante cualquier pretensión de anteponer nuestras necesidades o deseos a los de los demás.
Sin embargo, saber pedir es fundamental para llegar a casi cualquier puerto.
De hecho, para avanzar en la escala social y profesional, el desarrollo paulatino de la red de Influencia y del intercambio de favores es fundamental.
Saber pedir es fundamental para llegar a casi cualquier puerto.
Un estudio de LinkedIn (2023) reveló que el 85% de los puestos de trabajo se consiguen a través de conexiones profesionales y el intercambio de favores.
Los favores aglutinan a la tribu, son un pegamento social fundamental que trasciende culturas y épocas.
Ahora, con la inteligencia artificial, saber pedir – a las máquinas, que se comunican como personas – es el primer paso para aprovechar este avance. Conscientes de que el intercambio es con una máquina, aprendemos a manejar el lenguaje de otra manera, buscando la óptima claridad verbal y los resultados; incluso cuando nuestro objetivo es explorar o inspirarnos.
Para diseñar un buen “prompt” (ie. Las peticiones, las instrucciones que aportamos al programa de IA), el primer paso es pensar en lo que queremos lograr. Sin dispersiones, con concreción.
Y con el punto de llegada en mente, plantear una ingeniería inversa, e ir desglosando los pasos, las sucesivas preguntas, las combinaciones de información, que nos llevarán al resultado deseado.
Estas preguntas han de ser expresadas con el lenguaje más directo y sencillo posible. Y, es recomendable complementarlas con ejemplos concretos. Tenemos que indicar quiénes son los que nos sirven como referentes y los casos que queremos evitar. Hay que ser explícito.
Los favores aglutinan a la tribu, son un pegamento social fundamental que trasciende culturas y épocas
Esta orientación a objetivos y resultados es fundamental, incluso cuando lo que queremos es inspirarnos, explorar, divagar para crear, la máquina necesita indicaciones y ejemplos.
Además, para que nuestros prompts sean eficaces, tenemos que especificar el rol y el estilo desde el que queremos que responda la máquina, un rol que a menudo es el que nosotros mismos tenemos en nuestro mundo real.
O sea que le estamos diciendo a la máquina “Tú eres yo”, “Tú tienes un conocimiento superior al mío y me vas a ayudar a lograr mis objetivos, siguiendo unos pasos que te iré proponiendo realizar, y que yo iré a adaptando en base a lo que tú me vayas enseñando en esta búsqueda”.
Escribir prompts NO es un tema neutral, ni baladí.
La interacción con la IA nos está llevando a ser más consciente de nuestra propia comunicación: el 67% de los usuarios regulares de IA generativa reportan una mejora en su capacidad de expresar peticiones en su vida cotidiana.
Iigual que nuestro "yo digital" en redes sociales ha modificado nuestra autopercepción (un fenómeno documentado por el Pew Research Center en 2023), la interacción con IA nos está llevando a una mayor introspección sobre nuestros objetivos y métodos.
Esta nueva forma de comunicación nos está enseñando algo profundo sobre nosotros.
Lo que no nos puede enseñar la IA es el valor del intercambio humano, con todas sus dimensiones. Un eje irremplazable, de nuestra condición, que necesita ser protegido con mucha cautela, con pudor irrenunciable.