
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, el pasado 8 de enero en el Capitolio. Efe/EPA Washington (Estados Unidos)
Estas fechas son las que marcamos todos en el calendario para hacer los propósitos de año nuevo.
El primero de todos es comer menos después de los fastos del mes de diciembre y esta especie de maratón culinaria (que, en mi caso, se prolonga unas semanas en el mes de enero con la celebración de los cumpleaños de mi mujer y mi hija), luego viene lo de hacer más deporte, siguen los clásicos de dejar de fumar, salir menos (el que sale mucho), salir más (el que sale poco), encontrar o dejar la pareja, ahorrar, viajar… en fin… lo de siempre. Y también es una buena práctica en esta época del año reflexionar sobre las lecciones aprendidas…
Siempre es fácil ver las cosas "a toro pasado", pero creo que en 2024 tenemos cuatro buenas lecciones. Primera, la política monetaria funciona. Segunda, incluso con las mejores de las encuestas, los resultados electorales siguen siendo difíciles de
predecir.
Tercera, la geopolítica es importante y siempre resta. Y cuarta, incluso cuando los mercados parecen (muy) sobrevalorados según mandan los cánones, todo y digo todo puede subir aún más y ponerse más caro.
1. La primera y más importante es que los bancos centrales son libres y hacen su trabajo, lo que ya sabíamos, pero resulta tranquilizador que cuando necesitamos que las cosas se hagan en tiempo y forma se hagan de verdad.
Según reza el manual, un tipo de interés oficial muy por encima del tipo neutral enfría la demanda, el crecimiento y, finalmente, la inflación, que es el fin último que tiene la política monetaria.
Por el contrario, cuando los precios lo permiten… hay que aflojar para que siga el círculo virtuoso de la economía. A mí, personalmente, no me cabe la menor duda de que la Fed y el BCE tienen grabado a fuego lo del control de los precios y, aunque muchos han sentido la tentación de pensar que "bueno… no se vive tan mal con inflaciones del 3%", la ortodoxia manda… como hemos visto.
2. La segunda lección se refiere a la previsibilidad de los resultados electorales. La verdad es que pocos (o muy pocos) apostaban por que Donald Trump pudiera ser reelegido. Lo sorprendente no es que vaya a ocupar la Casa Blanca de nuevo, lo sorprendente para la mayoría es la fuerza con la que el Partido Republicano vuelve a tomar Washington.
Siempre vestido con su icónica gorra roja con el «MAGA» bordado, el reelegido presidente ha ganado en casi todos los Estados arrasando hasta en los siete más disputados, convirtiéndose en el primer presidente republicano en 20 años en ganar gracias, entre otras cosas, al voto popular, no pudiendo contra él ni condenas, ni juicios políticos ni el atribuido motín en el Capitolio.
Y, más allá de pasiones políticas, me atrevo a aseverar que lo que ha terminado inclinando la balanza, seguramente, sea la inflación que hemos visto en años anteriores. Porque, sí, las cosas en EEUU han ido bastante bien en términos de crecimiento económico y con una envidiable salud del mercado laboral, pero el americano de a pie ha sufrido mucho con la inflación postCovid.
Combatir que la cesta de la compra, el coste de las tarjetas de crédito, de la electricidad, del gas, de la moderna televisión por red y, por supuesto, del precio de las gasolinas han subido mucho es lo que seguramente ha pesado más que discursos bien intencionados sobre lo maravilloso que sería el mundo con políticas demócratas generosas.
Un tipo de interés oficial muy por encima del tipo neutral enfría la demanda, el crecimiento y, finalmente, la inflación
3. La tercera lección es la geopolítica. Aquí no me voy a meter en camisas de once varas, pero 2024 ha sido otro añito fino… Guerra en Ucrania larga en el tiempo y en zona de desgaste con escaso éxito en las negociaciones de paz.
Ascenso de China. La relación entre China y EEUU sigue siendo tensa, especialmente en torno a la competencia tecnológica, el comercio y la cuestión de Taiwán y la competencia por el liderazgo tecnológico.
Conflictos en el Medio Oriente. La región sigue siendo un caldo de cultivo para la inestabilidad, con tensiones entre Irán y sus rivales en el Golfo Pérsico, el conflicto israelí- palestino y la continua guerra civil en Siria.
América Latina. La región ha experimentado cambios importantes, particularmente en Brasil, México y Argentina.
4. Y, en cuarto lugar, los mercados. 2024 comenzaba ya "con el viento de cara" porque 2023 terminaba con rentabilidades por encima de los 20% y valoraciones "generosas", cotizando por encima de su valoración media histórica con PER. Aún así, la Inteligencia Artificial ha seguido impulsando los precios de casi todos los sectores y hemos tenido, aunque con sustillos de verano, un año espectacular… eso sí.
Sin oro o renta variable americana en la cartera, las cosas cambian mucho, porque el resto de las bolsas ha tenido comportamientos más "normales" (cuando no terribles, como la renta variable latinoamericana) y la renta fija ha dado sus frutos, pero, como en años anteriores, la más arriesgada, como el high yield americano o el crédito.
Porque la renta fija de gobiernos ha resultado bastante predecible, a la par que escueta, de rentabilidad y mucho más volátil con el ir y venir de las tires, que han descontado muchas bajas de manera precipitada.
¿Y en 2025?
Pues, como siempre, va a ser un año cargado de incertidumbre, con la geopolítica nada clara y con heridas por cicatrizar y con las valoraciones más ajustadas cada vez. La renta variable sigue preparada para seguir subiendo en este 2025, aunque, siendo sincero, creo que el recorrido va a ser mucho más errático.
Pero creo que el mercado puede seguir muy centrado en los beneficios de la IA y con el incentivo desregulador de la nueva Administración podríamos ver de nuevo mercados con rentabilidades de doble dígito.
Queda mucho tiempo, mucho riesgo, que iremos gestionando.
***Álvaro Galiñanes Franco es director de Inversiones de Santander Private Banking Gestión.