
Índices bursátiles
Los mercados mundiales de bonos han sufrido golpes duros esta semana, lo que ha provocado que las rentabilidades alcanzaran niveles importantes. No es un movimiento aislado, en los últimos meses se ha observado un incremento significativo en los rendimientos de la deuda pública tanto en Estados Unidos como en Europa, reflejando cambios en las expectativas económicas y en las políticas monetarias de ambas regiones.
A los inversores no les gusta la realidad de una inflación persistente, una política inestable y, lo peor, una deuda creciente, por lo que están poniendo cierta distancia entre los bonos y sus carteras. Como resultado, los precios de la deuda han caído bruscamente y sus rendimientos, que se mueven en sentido contrario, han subido.
Los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos vuelven al peligroso umbral del 5% y se sitúan en el punto más alto de los últimos 14 meses. Las tiras de los bonos del Reino Unido están en su nivel más alto desde 2008, e incluso el rendimiento de Japón, casi podríamos decir que históricamente bajos, ha alcanzado un máximo de una década de más del 1,1%.
La cuestión es que estos aumentos pueden significar que una economía se mantiene estable, pero también puede lanzar señales de advertencia sobre las perspectivas a largo plazo para la inflación y las tasas de interés. Y si utilizamos la lupa financiera para hacer algo de análisis, parece que hemos llegado a un punto de inflexión. Después de décadas de caída de las tasas de interés, es posible que ahora estemos en una era de tipos más altos.
Cuando los rendimientos de los bonos suben de forma persistente o acelerada, los inversores en acciones tienden a ponerse nerviosos. No en vano, la relación es inversa y para las empresas pagar más por la deuda o afrontar costos de financiación más altos, no es un elemento favorable para la única temática por la que apuestan los inversores, el crecimiento.
Cuando los rendimientos de los bonos suben de forma persistente o acelerada, los inversores en acciones tienden a ponerse nerviosos
Pero hay más. Cuando los rendimientos de los bonos a largo plazo suben más rápido que los de corto plazo (es decir, cuando la curva se vuelve más pronunciada), eso suele ser aún peor para las acciones. Así que hay que estar muy atentos a esos diferenciales ya que, si siguen subiendo, el rally del S&P 500 muy seguramente podría verse seriamente en cuestión.
Los bonos pueden estar tambaleándose, pero el oro y el bitcoin han estado en una racha ganadora en los últimos meses. Eso demuestra que los inversores están preocupados por los gobiernos que conviven con cargas de deuda masivas, pero recurren a medidas financieras extremas que pueden impulsar la inflación y debilitar las monedas tradicionales, lo que explica la proximidad a la paridad del eurodólar. Para colmo, la fortaleza de la economía americana irónicamente es una señal de que el ciclo de bajada de tipos tendrá una vida muy corta.
Pero como en todo, hay un lado positivo. Con los rendimientos altos nuevamente, los bonos ofrecen suficiente retorno para que esos riesgos parezcan valer la pena, mientras que los especuladores se frotan las manos por esta oportunidad que incluso podría poner en jaque a alguna economía, ya que sitúa Europa en el disparadero y algunos países, como Francia, en el ojo del huracán.