El futuro condicional es el tiempo verbal que señala que una situación futura se dará si se cumplen determinadas circunstancias en el presente. Ese ha sido el planteamiento que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha puesto encima de la mesa con parte de las ayudas para paliar las pérdidas ocasionadas por la gota fría de la pasada semana.
Tras retrasar la ayuda y jugar al gato y al ratón con Mazón, presidente de la Comunidad de Valencia. Mazón anunció el jueves 31 de octubre la aprobación de 250 millones de euros en ayudas, y pidió al Gobierno casi 32.000 millones para poder reconstruir lo destrozado por las aguas.
Ayer, por fin, el Consejo de Ministros aprobó la declaración de zona catastrófica el territorio afectado por las inundaciones y un paquete de ayudas de 10.600 millones de euros, que ayudará de manera inmediata a autónomos, trabajadores, empresas, hogares y ayuntamientos a través de ayudas directas, líneas de financiación, exenciones y moratorias fiscales, y medidas de protección, tal y como establece la ley del 2015. Ciertamente, no es ni la mitad que Mazón, que como el propio presidente expresaba hace pocos días, es el que está sobre el terreno y sabe el alcance de los destrozos, solicitó.
Con ese dinero hay que aliviar fiscalmente a autónomos y trabajadores por cuenta ajena, a los pequeños comercios, empresas agrícolas y de otra índole que han perdido todo; hay que ofrecer ayudas monetarias exprés para cubrir daños directos: vidas, salud, muebles y enseres, limpieza del barro y el gasto que ello implica. Es la catástrofe más fuerte de los últimos años, todo el mundo que haya visto imágenes de las calles atascadas y del lodazal de las calles se puede imaginar el coste que entraña.
Las ayudas son insuficientes y el presidente lo sabe. Pero, en lugar de anunciar decretos posteriores con ayudas extraordinarias para las otras dos fases de reconstrucción, Pedro Sánchez reclamó el apoyo de los grupos parlamentarios al proyecto de Presupuestos argumentando que soportarán el grueso de la carga financiera del escudo económico y social que debería desplegarse en el medio plazo sobre las zonas afectadas por el mayor desastre natural de la historia de España. Y ese es el reclamo “el mayor desastre natural de la historia de España”. En palabras del presidente: “unos Presupuestos Generales del Estado hoy aún más necesarios”.
Es la catástrofe más fuerte de los últimos años, todo el mundo que haya visto imágenes de las calles atascadas y del lodazal de las calles se puede imaginar el coste que entraña
Una jugada que huele a extorsión política. Porque esos presupuestos no contaban con el apoyo necesario para ser aprobados. Entre otras cosas, para lograrlos, Sánchez había pactado una quita del 20% de la deuda catalana, una medida que, junto con otras, suman 19.000 millones de euros, 8.400 más de las ayudas para los afectados por la DANA.
El cupo catalán es muy criticado por la mayoría de analistas económicos, incluso los que suelen mostrarse más comprensivos con las medidas del gobierno. La razón es muy clara. La aplicación del cupo catalán pactado entre el PSC y ERC iba a dejar a los pies de los caballos a las comunidades autónomas que permanecieran en el régimen común y que, al fin y al cabo, son las que van a financiar el privilegio catalán.
Si lo que el Estado pierde 20.000 millones de euros por el cupo catalán y eso implica un aumento del IRPF de los demás españoles, va a haber regiones más afectadas que otras. Curiosamente, entre las autonomías “perdedoras” está Valencia. Es decir, el agravio de Sánchez es doble. Porque el perjuicio por el cupo catalán va a tener un impacto a largo plazo.
Las ayudas económicas de Sánchez llegan muy tarde, en concreto, una semana tarde. Una semana fatídica en la que no ha desaprovechado la ocasión para meter la pata y ganarse la ira de los ciudadanos valencianos y del resto de España. Porque son esos ciudadanos de todos los rincones de España y de fuera de nuestro país quienes siguen llegando a los pueblos afectados con bombas, palas, alimentos, medicamentos, comida, colchones y todo lo que solicitan quienes están al pie del cañón.
Su ministro del Interior rechazó la ayuda de los bomberos franceses quienes, cuando, a pesar de todo, llegaron a la zona afectada se sorprendían por ser la primera ayuda que llegaba. Sánchez pronunciaba las palabras mágicas que le perseguirán para siempre “si necesitan ayuda, que la pidan” cuando ya se sabía la magnitud del desastre. Su decisión retrasó la llegada de quienes sí tienen medios reales para ayudar: el ejército y los cuerpos de seguridad del Estado.
Las ayudas económicas de Sánchez llegan muy tarde, en concreto, una semana tarde
Sánchez echó la culpa al rey por haber ido a visitar la zona cero, y afrontar el enfado de los ciudadanos, comprendiendo y asumiendo los errores. Y se fue mientras el rey cumplía. La ayuda incluida en los Presupuestos Generales del Estado implica que si no te comes el cupo catalán, condenas a los afectados por el drama de la gota fría a no recibir esas ayudas.
Hay otra vuelta de tuerca al tema de las ayudas. Y es cuán confiable es el Estado ayudando a los ciudadanos tras un desastre. ¿Qué ha pasado en la isla de La Palma tras todo este tiempo? ¿Se han recibido las ayudas prometidas? ¿Se ha realojado a quienes perdieron sus casas? La realidad es que, tras tres años desde que el volcán de Tajogaite arrasó más de 3.000 viviendas, los ciudadanos siguen esperando que el Estado transfiera al Gobierno de Canarias los 100 millones de euros necesarios para este año 2024, de modo que se puedan pagar las compensaciones por todas las viviendas habituales perdidas.
Para más inri, el ministro de Política Territorial que gestionará las ayudas para los afectados de la DANA en Valencia y Albacete, fue el responsable de gestionar las ayudas para los afectados por la catástrofe en la isla, porque entonces era el jefe del gobierno autonómico. Leyendo las críticas de los ciudadanos canarios que aún viven en contenedores, y a sabiendas que el gobierno tiene seis meses a partir de que se registre la solicitud de ayuda para aceptarla o no, es decir, que el foco y la atención a las ayudas se puede diluir a lo largo de medio año, no tengo mucha fe en que lleguen en condiciones. De manera que el futuro condicional, en manos de este gobierno, es, más bien, un futuro incierto.