En enero cientos de demócratas de New Hampshire recibieron un supuesto mensaje telefónico grabado por Joe Biden instándolos a no participar en las primarias. Luego, se comprobó que había sido una campaña maliciosa en la que se había clonado su voz, precisamente con inteligencia artificial generativa.

Fue el primer aviso, pero no el único. En marzo, las fotos de un sonriente Donald Trump con votantes negros difundidas por militantes republicanos para atraer el voto afroamericano también resultaron falsas. La plataforma Midjourney, que permite crear imágenes en base a texto, ahora impide escoger a Trump y a Biden para la creación de contenido.

Un estudio de AI Democracy Projects desafió a los cinco chatbots más influyentes del mundo a brindar información sobre las elecciones de Estados Unidos en noviembre. Entre ellos estaban Gemini de Google y GPT-4 de Open AI. ¿El resultado? Alarmantes respuestas erróneas o tendenciosas. Según consignan en el reporte, un chatbot llegó a decir que los ciudadanos de California podrían votar vía mensaje de texto, algo que está prohibido en todo el país. Hace unos días, Google anunció que Gemini limitaría sus respuestas sobre el tema.

Al igual que con Midjourney, hay una lectura que nos debe llenar de optimismo y es que la inteligencia humana detrás de las decisiones de diferentes empresas está “corrigiendo” a la inteligencia artificial en pos del bien común.

La inteligencia humana detrás de las decisiones de diferentes empresas está “corrigiendo” a la inteligencia artificial en pos del bien común

Casi simultáneamente, al otro lado del Atlántico, la Unión Europea dio un paso trascendental en aguas desconocidas: aprobaron la primera Ley de Inteligencia Artificial y crearon una oficina dedicada para manejar casos. El objetivo es garantizar la seguridad y el respeto a los derechos fundamentales mientras se sigue impulsando la innovación. El tiempo dirá si dichas regulaciones son efectivas o no, pero es de celebrar que el tema está ahora firmemente en la agenda pública.

La misma Comisión Europea habló de “ser transparentes, precisos y contar con supervisión humana”. En diferentes escenarios, se repite la fórmula: una concepción humanista de la IA desde su creación hasta la implementación.

Desde el punto de vista teórico, lograr esa idea en cada uno de los procesos electorales será el gran desafío de 2024. De alguna manera, significa seguir promoviendo el avance tecnológico a la vez que se regula el uso. Las amenazas y los riesgos sobre la IA se han vuelto moneda corriente en las noticias del mundo. Si bien hay una parte cierta sobre las amenazas que representan para las sociedades, no se puede soslayar también que, como todas las herramientas tecnológicas, lo que realmente definirá si es buena o mala es la decisión de las personas.

*** Juan José López Murphy, Head of Data Science and Artificial Intelligence de Globant.