No quiero dar lecciones. Menos aún a los actuales dirigentes de la oposición. Pero, ya que tengo tribuna, por la generosidad de este medio, no puedo resistirme a escribir lo que veo.

La oposición tiene un papel determinante en la democracia: denunciando los errores del Gobierno y preparándose para sustituirlo cuando las circunstancias electorales lo pidan. Por eso me preocupa que la oposición sea eficaz. 

Decía Ortega que “el trabajo inútil conduce a la melancolía”. Eso puede pasarle al PP. Sesión tras sesión, manifestación tras manifestación, reunión tras reunión, el PP se esfuerza en denunciar lo que ve mal. Y hace bien. Pero a este Gobierno le va la frase de “ladran, luego cabalgamos”. Cuanto más arrecia el PP, más se enroca el Gobierno Sánchez.

Las encuestas dan ventaja al PP. Incluso la última del CIS, que preside el “malévolo” Tezanos. Pero eso pasó también en el pasado y Sánchez se quedó en la Moncloa.

Por eso, el PP debería hacer un análisis más realista que el que parece tener. No puede olvidar que…

  1. Sánchez es resiliente, su ansia de poder es su brújula. Su capacidad táctica y falta de escrúpulos para conseguirlo está demostrada. No importa lo que haya dicho o hecho con anterioridad. Nunca lo tendrá en cuenta. Sólo le importa lo que es útil ahora para seguir en la Moncloa.
  2. La Moncloa sanchista dispone de un aparato mediático preparado para tapar las debilidades del Gobierno y resaltar los posibles errores del PP. Ante cualquier fallo propio, encontrará una excusa pasada o presente para desviar la atención y crear confusión. Ante el asunto Koldo, sacó lo que llama la mentira del 11M (¡hace 20 años!) del gobierno Aznar o el presunto problema fiscal de una persona cercana a Ayuso.
  3. Los medios de comunicación más influyentes están abducidos. Incluso los que podrían estar más de acuerdo con el PP. Al entrar en las discusiones de todos los asuntos, distraen a la audiencia. El ruido mediático es de tal calibre que se confunde todo. TVE es un arma de confusión masiva.
  4. El PP tiene un gran poder territorial. En ese campo es imbatible. Preservarlo y mantener la imagen de sus cabezas es su mayor baza. La gestión eficaz en sus instituciones es su mejor oferta a los ciudadanos. Debe irse preparando desde esas plataformas para las elecciones generales. Pero, ¡cuidado! Moncloa investigará hasta la ropa interior de sus candidatos para encontrar lo que sea.
  5. Un flanco débil que querrá aprovechar el PSOE son las alianzas con Vox. Sin embargo, a medio plazo: paciencia. Los candidatos de Vox se pondrán nerviosos si ven reducir sus opciones electorales. Es el momento de OPAs parciales. Lo mismo que con los restos de Ciudadanos. Si es que queda alguno, como en Cataluña. 
  6. El centro-derecha ha gobernado en España cuando ha ido unido. Lo hizo Aznar y lo hizo Rajoy con el PP. También, por la poca presencia de AP, lo hizo Suarez (UCD) y ha ocurrido en Galicia. Su mensaje es repetirlo una y otra vez. No atacar a Vox, sino pedir la responsabilidad a quienes quieren dividir ese voto.
  7. La economía española está dopada. Con los fondos Next Generation y 17 millones de ciudadanos recibiendo periódicamente dinero de las Administraciones no habrá sobresaltos. En 2024 crecerá por encima del 2%, más que los países de la zona euro. No habrá sensación de crisis. La ciudad económica “alegre y confiada” creada por Sánchez seguirá adormecida. Cuando empiecen a bajar los tipos de interés del BCE, la deuda respirará, la bolsa subirá y la inversión también.
  8. Los centro-derecha catalanes y vascos necesitan al PSOE para seguir gobernando en sus territorios. Que el PP cuente con ellos es una utopía, salvo una improbable transformación de Junts en una nueva CiU o que el PNV pierda el gobierno vasco.
  9. La amnistía tenderá a ser digerida por la ciudadanía. Es el flanco débil del PSOE, pero con el tiempo, si funciona, dejará de ser conflictiva.

Con este panorama, paciencia. Cuanto más ruido mediático, mejor se desenvuelve el PSOE. El cinismo de “y tú más” es su argumento. 

Ante este panorama, los estrategas del PP tienen la palabra. ¿Sabrán?