El affaire Koldo y sus aledaños permite sacar conclusiones a cerca de la economía y sociología de los corruptores. Porque en toda trama de corrupción no sólo hay corruptos; hay también corruptores.

Corruptos y corruptores se necesitan entre sí. Ambos se benefician de las operaciones. Pero cada uno de ellos tiene su rol en el escenario de la corrupción.

Los corruptores, que a menudo no son los personajes mediáticos centrales, merodean en los aledaños del poder husmeando las ocasiones propicias para captar a los posibles corruptos. Suelen ser avezados “hombres (o mujeres) de negocios”. Acostumbrados a aprovechar las ocasiones mediante operaciones empresariales, comerciales y/o especulativas. Utilizan las estructuras económicas para desarrollar una tela de araña en la que atrapar a sus futuros cómplices.

Una de sus habilidades es la de deslumbrar a las personas que pueden tomar decisiones de las que lucrarse. Muestran una panoplia de espejismos, coches de lujo, buenos restaurantes, fiestas atractivas, … por no describir otros mecanismos que la educación aconseja no mencionar. 

Como en el pasaje del evangelio suben a sus futuros aliados a las cimas donde se puede contemplar el horizonte de la riqueza y sus atractivos. Luego susurran en sus oídos: “todas ellas te daré si postrándote ante mí me adorases”.

Utilizan las estructuras económicas para desarrollar una tela de araña en la que atrapar a sus futuros cómplices

Son maestros en el arte del regalo y la seducción. También en el del análisis psicológico de las personas. Saben descubrir las debilidades de otros y sus más íntimos deseos; aquellos ante los que no se pueden negar.

Utilizan el método de la pendiente suave. Sus futuros compinches van cediendo poco a poco, hasta que un buen día se despiertan y se dice: ¡Anda, si soy corrupto! 

A partir de ese momento no hay vuelta atrás. El corrupto sabe que el corruptor sabe que es corrupto. Lo tiene enganchado. A él y a todo su entorno. Entonces llega el periodo en el que el corruptor convence al corrupto de que el mundo de los negocios es así. Es lo normal. A partir de ahí la avaricia se desata y con ella los otros vicios capitales. No hay límite.

Es cuando se empieza a convertir lo esporádico en sistémico. También cuando se empiezan a cometer errores. Se gasta más de lo que hubiera sido normal, se pierde el sentido del valor del dinero, parece que cada operación es más fácil que la anterior. Se baja la guardia y se descuidan los detalles (pequeños y grandes) que acaban descubriendo la trama.

Entre los personajes de la trama Koldo se pueden distinguir los corruptores. No tienen poder en las Administraciones. Pero se valen de sus artes persuasorias para que los corruptos se compinchen con ellos.

Sus futuros compinches van cediendo poco a poco, hasta que un buen día se despiertan y se dice: ¡Anda, si soy corrupto!

Por eso en la tarea in vigilando de los responsables políticos y administrativos el análisis de los personajes del entorno es muy importante. Conocerlos y clasificarlos es parte de su olfato profesional.

Los hay, al menos, de tres clases de corruptores: el “franco tirador”, el “recaudador” y el “fantasma”. 

El “franco tirador” actúa solo. No es muy frecuente porque se necesita mucha parafernalia para ser atractivo. Por eso muchas veces los corruptores actúan como recaudadores de otros que les ayudan a completar las operaciones. 

Pero en este mundo “lúgubre y oscuro”, que se mueve entre las luces que deslumbran y la sombras que ocultan, también los hay que nunca aportarán nada, pero que a veces captan. Son los fantasmas. Fantasiosos personajes que dicen representar a unos y a otros sin representarse más que a sí mismo.

¿Qué se puede hacer para evitar caer en las redes de unos y otros? La austeridad en el comportamiento es una de las claves. Hay que poner las barreras a la tentación lo más alejadas posibles. Cuanto más poder se detenta menos ostentación y menos disfrute se debe hacer de él.

La prudencia en el análisis de los personajes es otra de las claves. Nunca dejarse llevar por “la primera vista”. Recabar informes. Analizar comportamientos y desconfiar de los halagos. 

Todo es muy difícil y exige disciplina porque el poder atrae y como dijo Samaniego: “A un panal de rica miel/ dos mil moscas acudieron/ y por golosas murieron/ presas de patas en él”. 

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.