El cineasta Juan Antonio Bayona entrega a la actriz estadounidense Sigourney Weaver el Goya Internacional durante la gala de la 38 edición de los Premios Goya, en el Auditorio Feria de Valladolid, a 10 de febrero de 2024, en Valladolid, Castilla y León (España).

El cineasta Juan Antonio Bayona entrega a la actriz estadounidense Sigourney Weaver el Goya Internacional durante la gala de la 38 edición de los Premios Goya, en el Auditorio Feria de Valladolid, a 10 de febrero de 2024, en Valladolid, Castilla y León (España). EP

La tribuna

El cine español es una ruina

14 febrero, 2024 02:30

Parece que no puede haber gala de los Goya sin su particular polémica. Y la edición de 2024 no podía ser menos. En esta ocasión, el revuelo giró en torno a la financiación del cine, después de que Juan García-Gallardo (Vox), vicepresidente de Castilla y León, tildara de “señoritos” a los cineastas por vivir del cobro de subvenciones públicas.

Era difícil que tal afirmación quedara sin respuesta y, una vez más, fue el director Pedro Almodóvar quien reaccionó al señalar que “el dinero que los cineastas recibimos como anticipo lo devolvemos con creces al Estado a través de los impuestos y la Seguridad Social, además de crear miles de puestos de trabajo”.

¿Quién tiene razón? Pese al aplauso cerrado que cosecharon sus palabras tanto en el mundo del cine como en buena parte de la izquierda política y mediática, lo cierto es que Almodóvar se equivoca a la vista de los datos oficiales que publica el propio Ministerio de Cultura. El cine español es una ruina y no sólo como negocio, sino desde el punto de vista presupuestario, generando con ello un coste innecesario al conjunto de los contribuyentes, que, al fin y al cabo, son los que realmente pagan la fiesta.

El primer dato a tener en cuenta es que las películas con sello nacional recaudaron en taquilla un total de 81,5 millones de euros en 2023, con una asistencia de 13,2 millones de espectadores en sala. Pero esta cifra es justo la mitad de lo que recibió en forma de subvenciones, ya que el Gobierno repartió 167 millones de euros en ayudas al sector. Así pues, el cine español ingresa por subvenciones el doble de lo que recauda por la venta de entradas. Y ya son cuatro los años consecutivos en los que el cobro de fondos públicos es superior a los ingresos que genera este negocio.

En segundo lugar, destaca la evolución registrada en los últimos años. Desde que Sánchez llegó a la Presidencia del Gobierno en 2018, la recaudación del cine se ha hundido en 22 millones de euros (-21,5%), al igual que el número de espectadores, con casi 5 millones menos (-25%). Sin embargo, el reparto de ayudas ha crecido en casi 58 millones durante el mismo período (+53%), razón por la cual el número de películas exhibidas también aumentó en cerca de 100 títulos (+22%), hasta un total de 568.

El cine español ingresa por subvenciones el doble de lo que recauda por la venta de entradas

Es decir, el cine patrio atrae a menos público y recauda menos, pero, a cambio, recibe mucho más dinero procedente de impuestos para producir más películas. Su rentabilidad, por tanto, no es que sea nula, es que resulta negativa. Y, para muestra, un botón. El Buen Patrón fue la mejor película de 2022, según los Goya, y recibió 1,4 millones de euros en subvenciones, equivalente al 26% de su presupuesto (5,4 millones), pero tan sólo ingresó 960.000 euros con la venta de entradas, tras ocupar el puesto 19 en el ránking de películas más vistas ese año. La taquilla no sólo no cubrió ni de lejos el coste de la cinta, sino que ni siquiera se acercó al importe de la subvención concedida.

Y lo mismo sucede si se observa el listado correspondiente a 2023. Y es que, de los 568 títulos exhibidos, tan sólo 16 superaron el millón de euros de recaudación, el 2,8%; y apenas 60 superaron los 100.000 euros, el 10,5% del total. Por el contrario, 466 películas (82%) ingresaron menos de 20.000 euros; 307 (54%) menos de 1.000 euros; y 74 (13%) menos de 100 euros.

Curiosamente, el estreno más rentable del último año ha sido La Sociedad de la Nieve, de Juan Antonio Bayona, que ganó 12 premios Goya, incluida Mejor Película de 2023, pero cuya producción ha corrido a cargo de Netflix, una multinacional norteamericana, cuyo objetivo, al igual que toda empresa, es cosechar beneficios. Ha sido una de las películas de más éxito de la plataforma, con decenas de millones de visionados en todo el mundo y serias opciones para llevarse el Óscar en la gala que tendrá lugar el próximo marzo.

De los 568 títulos exhibidos, tan sólo 16 superaron el millón de euros de recaudación, el 2,8%

El resto de los galardonados, pese a la recepción de cuantiosas subvenciones, está a una distancia sideral de las cifras de Bayona: 20.000 especies de abejas, por ejemplo, apenas atrajo a 158.000 espectadores y recaudó 906.000 euros (puesto 20 en el ránking de más taquilleras), seguida de Saben Aquell (puesto 21, con 139.000 asistentes y 892.000 euros recaudados) o Te estoy amando locamente (puesto 27, con 91.000 y 549.000 euros, respectivamente).

No, el cine español no genera riqueza y, por tanto, tampoco devuelve con el pago de impuestos lo que recibe en forma de subvenciones, sobre todo si se tiene en cuenta que esta particular actividad cultural goza de importantes deducciones y bonificaciones fiscales, a diferencia de la inmensa mayoría de negocios empresariales. Y, si bien en esto García-Gallardo tiene razón en detrimento de Almodóvar, se equivoca de plano a la hora de poner fin a semejante despilfarro, ya que Vox no quiere eliminar estas ayudas, sino extenderlas a otro tipo de cine más próximo a su visión ideológica.

No en vano, el propio Gallardo explicaba en sus redes sociales que el criterio de rentabilidad económica no debería ser el único para valorar si apoyar o no un proyecto, puesto que “hay películas deficitarias que merecen la pena o que tienen una utilidad social”. Y añadía que “el cine es una herramienta de comunicación social y deben hacerse películas de todo tipo. Pero hacer la enésima película sobre Franco o sobre no sé qué colectivo no creo que deba ser una prioridad, habiendo tantos temas y tantas historias desconocidas por el gran público”. Vox defiende, pues, el mismo modelo que defiende la izquierda, solo que aplicándolo a los suyos.

Es un error. El cine, al igual que cualquier otra actividad empresarial, debe responder a criterios de mercado y no depender de intereses políticos. Si una película registra pérdidas es que no debería haberse producido y si obtiene ganancias es que no necesita subvención. Eliminar las ayudas al cine beneficiaría al contribuyente con el ahorro de impuestos, a los cineastas en su búsqueda de beneficios y al público, en general, con la proyección de películas más acordes a sus gustos e intereses.

*** Manuel Llamas Fraga es analista económico y director del Instituto Juan de Mariana.

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