El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo

El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo EP

La tribuna

Sin productividad no hay competitividad y Cuerpo lo sabe

7 febrero, 2024 03:17

Durante las dos últimas semanas los pasillos del Congreso han sido un ir y venir de ministros sonrientes con sus carteras llenas de proyecciones e ideas, y también de buenas intenciones.

En la sala Prim compareció el último día del mes de enero Don Carlos Cuerpo, recién estrenado ministro de Economía y Comercio, para esbozar las líneas generales de trabajo de su departamento en el contexto de la recuperación económica de España. Entre los puntos destacados, Cuerpo señaló al comercio como uno de los ejes estratégicos para la revitalización económica del país en este último periodo.

Sin embargo, las declaraciones del ministro fueron objeto de críticas por parte de la oposición, ya que no presentó medidas concretas para respaldar esta visión, generando interrogantes sobre la coherencia entre las palabras y las acciones.

Es innegable que el comercio desempeña un papel fundamental en la economía de cualquier nación, y España no es la excepción. La capacidad de fomentar el intercambio de bienes y servicios, tanto a nivel nacional como internacional, debe ser un motor clave para el crecimiento económico.

Por lo tanto, cuando el ministro Cuerpo identifica el comercio como un pilar central en la estrategia de recuperación es natural que se esperen propuestas tangibles y específicas que respalden esta afirmación, porque lo contrario puede interpretarse como una carencia de planificación o, peor aún, como una estrategia poco sólida para abordar los problemas comerciales que enfrenta España.

Es innegable que el comercio desempeña un papel fundamental en la economía de cualquier nación, y España no es la excepción

El ministro Cuerpo se defendió de las acusaciones diciendo que “toda la intervención había girado en torno a la importancia de la mejora de la productividad y la competitividad de la economía española, como las dos caras de una misma moneda”. Y estoy de acuerdo, estos dos conceptos económicos son de capital importancia ya que están intrínsecamente ligados al desarrollo económico y al bienestar de una sociedad.

Dos elementos distintos, pero profundamente entrelazados porque la competitividad y la productividad de una economía constituyen los dos factores fundamentales que determinan su capacidad potencial de crecimiento. Dos pilares que deben ir en la misma dirección, porque sin productividad es difícil que haya competitividad, y aquí es donde la economía española tiene claro margen de mejora. 

Según el último informe del Observatorio de la Productividad y la Competitividad en España (OPCE) referente al período comprendido entre 2000 y 2022, España presenta una preocupante trayectoria de productividad del trabajo y también del capital, ya que acumula un retroceso del 7,3 % en lo que va de siglo. Y esta evolución negativa indica un innegable aprovechamiento deficiente de los recursos que limita nuestra competitividad internacional frente a otros países desarrollados (en ese mismo periodo EEUU aumentó su productividad un 15,5 % mientras que Alemania lo hizo casi un 12%).

Sin duda, que una parte de nuestro sistema productivo no sea eficiente frena nuestras ventajas de costes a la hora de competir y las mejoras de renta per cápita y bienestar de los ciudadanos españoles.

Hay varias razones que explican los bajos niveles de productividad de España en lo que llevamos de siglo que representan una importante debilidad de nuestro patrón de crecimiento: excesos de capacidad en activos inmobiliarios que arrastramos desde el boom inmobiliario, falta de inversión en activos intangibles (I+D, software y bases de datos, diseño, imagen de marca, formación de la empresa a sus trabajadores, estructuras organizativas innovadoras, etc.), el lento progreso de la productividad por hora trabajada por los pobres resultados educativos y la temporalidad laboral, así como un menor empleo del trabajo más cualificado que en la mayoría de los países europeos, así como el predominio de modelos de gestión poco profesionalizados  en muchas empresas, sobre todo de pequeño tamaño, frenan nuestra productividad del trabajo.

Que una parte de nuestro sistema productivo no sea eficiente frena nuestras ventajas de costes a la hora de competir

Si a todo lo citado le sumamos el escaso aprovechamiento de mejoras educativas y el retraso en las reformas estructurales que llevamos décadas posponiendo tenemos como resultado un país que no puede aprovechar eficientemente sus recursos, un país económicamente menos competitivo y más pobre que sus vecinos. 

Es imperativo abordar este problema estructural del que adolece España y es el ministro Cuerpo el que tiene en su mano que la creación de la Agencia Estatal de Evaluación de Políticas Públicas y del Consejo Nacional de Productividad que anunció en su comparecencia no queden en papel mojado (cabe recordar que desde el 2016 la Comisión Europea lleva recomendando la creación de este último y que Italia y España, junto con Estonia, son hasta ahora los tres únicos países de la zona euro que no lo han puesto en marcha).

El enfoque que se le dé a ambas en áreas como la inversión productiva, el capital humano, la innovación, la digitalización y la dinámica empresarial será acertado porque estas palancas directas de la productividad son esenciales para el crecimiento sostenible. Sin embargo, el análisis también deberá extenderse también a palancas indirectas, como el comercio internacional, políticas regulatorias y de competencia, mercado laboral e iniciativas industriales y regionales. Porque, aunque estas no fueron enfatizadas en la comparecencia del ministro, son cruciales para fortalecer la competitividad y productividad de España.

En resumen, la situación económica de España requiere acciones concretas y coordinadas. La creación del Consejo Nacional de Productividad y la Agencia Estatal de Evaluación de Políticas Públicas son pasos positivos, pero la atención debe extenderse a todas las palancas que impulsan la productividad. La colaboración y la implementación efectiva de estas palancas serán fundamentales para el éxito de la estrategia de recuperación económica de España.

**María Muñoz es directora de Asuntos Públicos en Kreab.

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