Maletín con billetes de 100 euros.

Maletín con billetes de 100 euros. iStock

La tribuna

El atajo a ninguna parte de hacer tributar el resultado contable al 15%

28 noviembre, 2023 02:57

Las empresas que más dinero ganan del mundo son, paradójicamente, las que menos porcentaje de impuestos pagan por estos beneficios. Estas empresas son, todas ellas, grandes multinacionales que pueden elegir dónde tributan estos beneficios. En consecuencia, a veces, estos grandes beneficios no tributan en los países donde realmente se obtienen, sino en el país de nunca jamás, lo que da lugar a tasas efectivas de tributación particularmente reducidas, por ser suaves.

Hace unos días, la OCDE publicaba un informe que nos daba alguna pista, decepcionante, sobre dónde estaba el famoso país de nunca jamás donde tributaban estos beneficios de las multinacionales. La mayor parte de los beneficios que tributan por debajo del 15%, la cifra “mágica” para hablar de baja tributación, corresponde a países con elevados impuestos de sociedades. Y no es una cuestión de que estos países tengan elevados impuestos sobre el papel, pero luego recauden poco. No, aquí lo que tenemos son países que tienen tipos efectivos elevados en el impuesto de sociedades, pero en el que algunas grandes multinacionales pagan por debajo del 5% por los beneficios que declaran allí.

¿Qué está ocurriendo? Pues simplemente que la escasa tributación de algunas multinacionales no sólo es un problema de paraísos fiscales, sino, también de una despiadada competencia fiscal. Para una multinacional es indiferente declarar sus beneficios en un oscuro paraíso fiscal, con playa y palmeras, en un territorio colaborador, pero con tipos efectivos ridículos en el impuesto de sociedades, o en un territorio de impuestos “normales” pero con un régimen especial para determinadas rentas, que son precisamente las que tributan allí. El resultado práctico es el mismo, pagar poco, muy poco o prácticamente nada.

La escasa tributación de algunas multinacionales no sólo es un problema de paraísos fiscales, sino, también de una despiadada competencia fiscal. 

Para reducir esta competencia fiscal contraproducente y despiadada, y que favorece especialmente a algunas grandes multinacionales, hay una iniciativa fundamental: el acuerdo del marco ampliado de la OCDE basado en dos pilares. La buena noticia es que el marco ampliado está suscrito por 136 países que representan más del 90% del PIB mundial, es decir, casi el mundo entero. Pero, la mala es que como hemos visto, el trato privilegiado a los beneficios de las grandes multinacionales está bastante extendido. De hecho, el problema es fundamentalmente europeo.

En mi libro “Y esto, ¿quién lo paga?” (Debate 2023) detallo cuánto están pagando las multinacionales centrándome en las norteamericanas. Las grandes multinacionales norteamericanas obtienen más de la mitad de su beneficio exterior (fuera de Estados Unidos) en Europa. En España, estas empresas, según datos de 2018, sólo ganaron 9.803 millones de dólares, de los que pagaron 1.278 millones de dólares en impuestos sobre el beneficio, lo que supone una tributación efectiva del 13%. Sin embargo, entre Irlanda, Holanda y Luxemburgo, las multinacionales norteamericanas ganaron más de tres cuartas partes de todo el beneficio en Europa (aproximadamente un 40% del beneficio fuera de Estados Unidos).

¿Tiene esto algo que ver con las tasas efectivas de imposición que soportan las multinacionales norteamericanas en estos territorios? No hace falta ser inspector de Hacienda para sospechar que algo tiene que ver. Aquí les dejo los datos correspondientes a 2018: un tipo efectivo del 3,17% en Irlanda, del 2,71% en Holanda y del 1,08% en Luxemburgo. El caso más espectacular probablemente sea el del Gran Ducado, allí sólo las multinacionales norteamericanas tuvieron unos ingresos totales de 246.763 millones de dólares, aproximadamente cuatro veces el PIB de Luxemburgo.

El informe de la OCDE señala 24 territorios como “investment hubs”, centros de inversión exterior, antes conocidos como centros financieros off-shore, y antes como “paraísos fiscales”. Aquí simplemente estamos hablando de que la inversión exterior tiene, entre otras cosas, una tributación efectiva escasa, no de otras cuestiones de cooperación fiscal. Pues bien, de esos 24 territorios, 6 están en la Unión Europea, Chipre, Malta, Hungría, Holanda, Luxemburgo e Irlanda. Y esto es un problema porque hay libertad de circulación de capitales y de establecimiento. De aquí que establecer medidas fiscales efectivas para afrontar este fenómeno en España (como en Alemania, Francia o Italia) sea particularmente complicado.

Por eso, hay una medida en el acuerdo de gobierno entre el PSOE y Sumar que podría tener mucha más relevancia que otras que han hecho mucho más ruido, el establecimiento de un tipo del 15% sobre el resultado contable, como medida para luchar contra la “ingeniería fiscal” de las grandes empresas. Lo que me llamó especialmente la atención es que la portavoz de Sumar, y vicepresidenta 2ª del Gobierno, Yolanda Díaz, señalase que de esta medida se podían obtener 10.000 millones de euros de recaudación.

En el resultado contable de las grandes multinacionales españolas, que pagan de media más que las norteamericanas, está incluido el dividendo de sus filiales. El beneficio del que provienen estos dividendos ya ha pagado (o debería haberlo hecho) en el país de la filial. Precisamente por eso, este dividendo entra bonificado al 95%, es decir, acaba tributando efectivamente en España al 1%. Parece que, si multiplicamos por quince esta tributación, al menos sobre el papel, se obtendría muchísima recaudación. Y ésa parece la interpretación de Sumar de su acuerdo de gobierno con el PSOE.

Aunque sea tedioso, complejo y lento, hay que insistir en los acuerdos internacionales y en la reforma de la gobernanza fiscal europea.

Esta medida supondría que muchísimos beneficios pagasen dos veces, y mucho. Y podría tener problemas jurídicos de compatibilidad con los Convenios para evitar la Doble Imposición, que son tratados internacionales firmados por España. También podría haber un problema porque es la base imponible y no el resultado contable la que define la capacidad económica para pagar impuestos. Y por supuesto, podría dar lugar a paralización de inversiones, e incluso fuga de empresas, por la incertidumbre, y porque tenemos una competencia fiscal despiadada.

Con todo, nadie piensa que obtener 10.000 millones de recaudación sea fácil, ni que no tenga efectos indeseados. Pero, la experiencia de otros países indica que no se obtendría esta cifra de recaudación. En "¿Hacienda somos todos?" (Debate 2014-2022) cuento el caso de Apple y del reparto del mayor dividendo de la historia con el cambio de consejero delegado a la muerte de Steve Jobs. La mayor parte de la caja estaba en Bermudas, y había que pagar un 34% de impuestos para repatriar. El Tesoro norteamericano no cobró un dólar de impuestos, porque Apple se limitó a pedir un préstamo para pagar el dividendo.

Hay atajos que no conducen a ninguna parte, y tampoco al país de nunca jamás donde podremos hacer que las multinacionales paguen muchos más impuestos. Aunque sea tedioso, complejo y lento, hay que insistir en los acuerdos internacionales, como los pilares de la OCDE, y en la reforma de la gobernanza fiscal europea, para afrontar la baja fiscalidad de las grandes multinacionales. El suelo del infierno está empedrado de las mejores intenciones porque un problema global no se puede solucionar, casi nunca, con medidas nacionales.

***Francisco de la Torre Díaz es economista, inspector de Hacienda y autor del libro "Y esto, ¿quién lo paga? Economía para adultos" (Debate 2023).

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