Las prioridades de la población cambian. Tanto en las generaciones millennial (nacidos en los años 90) y Z (nacidos en el XXI), como en maturist (nacidos antes de 1944) y baby boomer (nacidos en los años 50 del siglo pasado).

Los primeros quieren calidad de vida en su trabajo. Los segundos, en su jubilación. Ambos están de acuerdo en que la calidad de vida depende de su "espacio de libertad" en el trabajo y en el ocio.

Se enfocan en el proyecto concreto que les dé valor futuro en el mercado laboral

Millennials y, sobre todo Z, apoyan la Agenda 2030. Partidarios de cerrar las centrales nucleares alemanas y que las renovables sustituyan las energías fósiles. La ecología les importa y sienten responsabilidad por el mantenimiento de un planeta en el que van a vivir el resto de su vida.

Cuando los X (la generación sándwich entre estos dos bloques) tenían una entrevista de trabajo, buscaban ser incorporados y luego ya se preocuparían de las condiciones.

Para millennials y Z, sus "espacios de libertad individual" son tan importantes o más que el salario. Los millennials buscan desarrollo y conciliación entre la vida laboral/familiar y personal; los Z, diversión en el trabajo. Se "fían" poco de la "empresa" y se enfocan en el proyecto concreto que les dé valor futuro en el mercado laboral.

Los cuatro grupos (maturists, baby boomers, millennials y Z) son dos tercios de la población. Su economía está dirigida al consumo inmediato. Maturists y baby boomers ya invirtieron en sus propiedades inmobiliarias y no necesitan tener más. Millennials y Z o no tienen capacidad de adquisición o sus gastos van a otros consumos.

El crecimiento de esta "economía de la calidad de vida" no se puede medir por el volumen y el valor de lo que se produce

Los cuatro grupos gastan en viajes, hostelería, hotelería, alimentación, ropa… Se diferencian en la inversión en movilidad. Maturists y baby boomers compran coches. Millennials y Z son más partidarios del renting o leasing.

Es la economía de la "calidad de vida" que sustituye a la del "nivel de vida". Más que tener más, quieren vivir mejor.

El crecimiento de esta "economía de la calidad de vida" no se puede medir por el volumen y el valor de lo que se produce, el PIB (Producto Interior Bruto). Para saber si sube, o no, la calidad de vida (profesional, familiar y personal) se necesitan otros indicadores.

Con el "invierno demográfico europeo", la renta per cápita (RpC) dice más que el PIB. Puede crecer el PIB y bajar la RpC o al revés. Eso último ha ocurrido en Japón. Japón no crecía, o lo hacía muy poco, pero los japoneses eran cada vez menos y más ricos. La RpC es más significativa que el PIB. Pero no es suficiente. El empleo y los salarios también son índices de la calidad de vida.

Se reduce la capacidad de compra de esos salarios que han subido menos de la mitad esos años

En España, la RpC bajó en el 2021 y en el 2022. En el 2023, es posible que suba. Pero no superaremos la del 2011 (32.000 euros). Si se mide en relación con la zona euro, en 2019, la RpC española estaba un 8% por debajo de la media. En 2022, la diferencia era un 16%. Somos el doble de más pobres respectó a la UE que hace cuatro años.

En cuanto al desempleo, la tasa de paro de España es la segunda más alta de la Unión Europea (13%) y los salarios españoles están por debajo de la media de los europeos. Son un 21% menor.

Si a eso se añade el efecto de la inflación (que acumulada entre enero de 2021 hasta enero de 2023 es el 13%), se reduce la capacidad de compra de esos salarios que han subido menos de la mitad esos años. Los asalariados se han empobrecido en los últimos años. ¿Todos?

Su calidad de vida se ha deteriorado. Digan lo que digan los Gobiernos

Algunos más que otros. Millennials y Z, con un paro del 27% en menores de 25 años, no han ganado capacidad de compra.

En los jubilados, la pérdida de capacidad adquisitiva respecto a la inflación entre 2020 y 2023 es de 1 punto, a pesar de la revalorización de este año. Sólo en 2022 se perdieron 5,9 puntos.

En consecuencia, en España, entre 2020 y 2023: millennials y Z han perdido capacidad de compra; maturists y baby boomers, también.

Su calidad de vida se ha deteriorado. Digan lo que digan los Gobiernos.

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.