Javier Milei

Javier Milei EP

La tribuna

Sobre la ignorancia histórica de Milei

25 agosto, 2023 02:21

De Javier Milei, ese extravagante anarco-capitalista porteño a cuyas no menos extravagantes recetas se aferra hoy la desesperación nihilista de una parte notable del empobrecido cuerpo electoral argentino, curiosamente, se tienden a criticar más las formas que el propio fondo. Así, de la figura pública del León escandalizan los modos, siempre groseros e irrespetuosos, el recurso habitual al insulto contra sus adversarios y, sobre todo, la apelación constante a lo que acaso constituya el principal secreto de su gran éxito popular: esa brutal demagogia antipolítica que asocia, por sistema y de modo indiscriminado, a cualquier representante institucional elegido en las urnas con el robo, el saqueo y, en general, la cleptocracia.

Curtido durante años en el circuito de la charlatanería gritona y tabernaria propio de las tertulias de la telebasura a ambas orillas del Atlántico, de Milei - decía- irrita el parentesco evidente de su estilo, tan atrabiliario, con los propios de Trump y Bolsonaro, sus obvios maestros en el continente. Y sin embargo, lo en verdad escandaloso en la figura de Milei no resultan ser tanto los modales como su profunda ignorancia acerca de cuestiones básicas que tienen ver con la economía, materia académica en la que él se presenta como un gran experto.

Y es que Milei muestra en ese terreno un desconocimiento de dimensiones enciclopédicas cada vez que, por ejemplo, proclama el objetivo de resolver las lacras del sistema productivo de su país por la sencillísima vía de adoptar el libre comercio radical, absoluto y sin límites.

Esa carencia suya del más elemental saber sobre historia económica, la que certifica cuando repite a sus enfervorecidas audiencias que los países ricos - Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Japón… - alcanzaron su prosperidad actual merced a haber practicado siempre el libre comercio, en fin, provoca vergüenza ajena. Porque lo que ocurrió en el mundo real, el que existe extramuros de sus herrumbrosos dogmas ideológicos, fue exactamente lo contrario de cuanto pregona a los devotos con la fe del carbonero libertario.

Milei no lo sabe, pero la primera potencia económica del mundo, los Estados Unidos de América, no sólo no ha practicado el libre comercio durante la mayor parte de su historia como país independiente, sino que, bien al contrario, logró llegar a ser la nación más rica del orbe gracias a ejercer un proteccionismo arancelario constante para defender a sus industrias nacionales frente a la competencia extranjera. Estados Unidos es hoy la potencia hegemónica del capitalismo mundial no a pesar del proteccionismo extremo que marcó la filosofía de su política comercial desde el origen mismo de la República, sino gracias a ese mismo proteccionismo extremo.

Lo en verdad escandaloso en Milei no resultan ser tanto los modales como su ignorancia acerca de cuestiones que tienen ver con la economía

Eso le consta a cualquiera que haya estudiado un poco de historia económica mundial, pero es que Milei no conoce nada de la historia económica mundial referida a los cuatro últimos siglos. Su definitiva indigencia intelectual en ese terreno asombra. Para empezar, alguien debería enseñarle que Alexander Hamilton, el primer secretario del Tesoro que tuvo Estados Unidos - por entonces, un joven país agrícola, subdesarrollado, sin industria propia y dependiente de las manufacturas importadas de Inglaterra-, fijó la doctrina de que, al igual que de debemos proteger a nuestros hijos hasta que crezcan y se puedan valer por sí mismos, los países que quieran desarrollarse deberían proteger también a sus industrias hasta que fueran sólidas y competitivas en el exterior.

Milei tampoco lo sabe, pero, desde Lincoln hasta el estallido mismo de la Primera Guerra Mundial, en 1914, todos los sucesivos presidentes de Estados Unidos se volcaron en una lucha constante contra el libre comercio y a favor del proteccionismo. O sea, lo mismo que en el tiempo presente hace Biden y antes hizo Trump. De ahí que Estados Unidos figure en los libros de historia como la nación que tuvo los aranceles más altos del mundo (en promedio, un gravamen del 45% a la totalidad de los productos de importación que cualquiera pretendiese comercializar dentro de su mercado interno) durante más de cien años seguidos.

Y el caso norteamericano, lejos de constituir la excepción, ilustra la norma que siguieron el resto de las naciones ricas actuales. A Milei seguro que le sorprendería descubrir que Inglaterra es el país que inventó el proteccionismo en tiempos de Felipe II, cuando la reina Isabel I logró que dejara de ser una isla pobre, agrícola y endeudada, la Argentina de Europa, por la vía de prohibir las exportaciones de ovejas y lana en bruto a los Países Bajos, todo con el propósito de impulsar las manufacturas autóctonas. Inglaterra dio el gran salto, sí, merced al proteccionismo previo a la adopción ulterior de la energía del vapor en el siglo XIX.

Porque Inglaterra ya había logrado convertirse en un país con una gran industria nacional mucho antes de la eclosión capitalista decimonónica que todos estudiamos en el colegio. Y qué decir de Japón, el tercer país con las barreras comerciales más altas del mundo (el primero era Estados Unidos y el segundo Rusia) en 1911, el instante en que la dinastía Meiji estaba impulsando el salto definitivo para convertirse en una gran potencia económica. Pero si le ilustraran sobre el origen de la riqueza de Alemania, el pobre Milei se tiraría directamente de los pelos.

Porque no sólo la Prusia de Bismarck introdujo en su tiempo un importante arsenal arancelario para proteger la alianza entre los junkers del campo y los industriales del acero, sino que a esa decidida política intervencionista la sucedió el “socialismo” de Federico el Grande, quien apoyó a todas las industrias germanas, desde el textil al armamento o el azúcar refinado, con derechos de monopolio, nuevos aranceles adicionales, generosos subsidios estatales a la exportación e inyecciones directas de dinero público en las empresas privadas. Alemania, pues, llegó a convertirse en la enorme potencia planetaria que es hoy gracias a proceder justo del modo contrario al que postula Milei para ese atormentado rincón de América Latina. Pobre Argentina.

*** José García Domínguez es economista.

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