Las cartas están echadas, o, al menos, casi todas. Todavía es posible que de aquí al domingo salga una noticia que embarre (más aún) a uno u otro partido político, y que lo haga tanto como para cambiar la intención de voto de un número suficiente de electores. Pero, excepto por esa razón, parece que el pescado está vendido y que las cosas están claras: no se sabe nada. Va a haber dos grandes partidos, el PP y el PSOE, como siempre, y dos grandes segundones: Sumar y Vox. Las demás formaciones, incluida Podemos, ejercerán de bisagras, más o menos necesarias, tanto para los populares como para los socialistas.

De manera que, el partido que gane se verá en serias dificultades para formar gobierno y equipo, porque, además de los pactos y pagos de prebendas electorales, se encontrará con un ambiente enrarecido, en el que las filias y fobias personales van a hacer su agosto, literalmente.

Tomemos como ejemplo de lo que puede pasar el día después, lo sucedido con la economista estadounidense, Fiona Scott Morton, reconocida en la academia, reconocida en el servicio público, reconocida como asesora de grandes empresas, experta en lucha anti-trust, y que fue propuesta para el cargo de economista jefe de la Competencia de la Unión Europea.

A todas luces, Scott Morton está cualificadísima para el puesto. Economistas como el Nobel Jean Tirole avalan su idoneidad. Pero no es europea. Y Macron considera que eso no es bueno. “¿No hay un economista europeo que pueda ocupar ese puesto?”. Pues al parecer solamente se presentaron once candidatos, alguno de los cuales no cumplía los requisitos mínimos, y ninguno tenía la experiencia de Fiona Scott Morton.

Al día siguiente de las declaraciones de Macron, la profesora Scott Morton renunciaba al puesto. Así que Europa tendrá un economista jefe de Competencia segundón, lo que los economistas llamamos “second best”. Lo interesante es el análisis que hacía en redes Maria Demetzis, senior fellow de Bruegel. En la matriz de teoría de juegos, la utilidad para la candidata de aceptar o rechazar el cargo es diferente si los países la aceptan o si no lo hacen. Obviamente, la mejor opción es que ella acepte con el visto bueno de los países europeos.

El partido que gane se verá en serias dificultades para formar gobierno y equipo

Pero si la desaprueban, la mejor opción para ella seria aceptar, con una utilidad de 30, frente a rechazar el cargo, con una utilidad de 20. No son importantes los números, en concreto. Lo relevante es que Demertzis lo clava cuando argumenta que si ella aceptara el cargo, en contra de la opinión de los países europeos, se encontraría con un ambiente hostil, en el que, con toda probabilidad estarían esperando el mínimo fallo para señalarlo, y en donde trabajar no iba a ser fácil.

Por eso, Demertzis modifica su matriz y rebaja la utilidad de esta situación de 30 a la mitad, 15. Así que es perfectamente racional que Scott Morton se quede en Estados Unidos, siendo igualmente reconocida, y que la Unión Europea se quede con su orgullo y su segundona, la danesa Margrethe Vestager.

Ahora pensemos de nuevo en los nombramientos del día después en España, asumiendo que ninguno saca mayoría absoluta y que no se repiten elecciones, sino que alguno de los dos grandes logra formar gobierno. ¿Qué personas van a formar un equipo híbrido en un gobierno “frankenstein”? ¿Qué luchas de poder no habrá?¿En qué ambiente van a tener que tomar los gestores políticos las decisiones delicadas que se van a presentar a la vuelta de verano?

Después de las puñaladas traperas que hemos presenciado dentro del Gobierno, en lo que se ha convertido en una lucha de todos contra todos, y la batalla similar que se vive en la oposición, me imagino la alegría de llegar a tu puesto de trabajo en un departamento cualquiera, sabiendo que dos despachos más allá están deseando que falles en algo para ponerte colorada y ganar poder interno. Está claro que los eslóganes facilones, como “hay que echar a Sánchez” o “hay que impedir que la derecha gane”, no funcionan más que para que periodistas al servicio de Nadia Calviño trate de involucrar a la mismísima Unión Europea, y para que el principal candidato de la oposición no acuda a debates necesarios. Se crispa, se asusta y se logra que la población vote con miedo.

Así que, ¿qué nos espera a los españoles? Nos espera ser gobernados por personas que no tienen la solidez de Fiona Scott Morton, a quien le da lo mismo rechazar un cargo, porque tiene un prestigio intachable y un puesto de trabajo que le encanta y donde es reconocida, esperándola.

Está claro que los eslóganes facilones, como “hay que echar a Sánchez” o “hay que impedir que la derecha gane”, no funcionan más

Los españoles nos vamos a encontrar a personas ávidas de poder, convencidas de que son la solución, no necesariamente idóneas para ese puesto, dispuestas a decidir en nombre de una población, la mitad de la cual, está asustada, y cree que les vas a quitar el pan de la boca. Porque eso es lo que se ha logrado con estas campañas electorales: que haya dos Españas pero un único miedo. La España asustada porque viene la derecha, y la España asustada porque se queda la izquierda. Y el mismo miedo: el miedo a que sobrevenga lo peor. Es decir, la quiebra absoluta de la economía, el linchamiento de homosexuales, el fin de los tiempos.
Y eso es lo que me indigna.

Entre unos y otros, han logrado que la población española no vea la democracia como algo imperfecto, pero mejorable si todos ponemos de nuestra parte, sino que esté decepcionada con el proyecto democrático y tenga la convicción de que no se puede hacer nada. En psicología se llama indefensión aprendida, y se caracteriza porque no ves solución a los problemas ni siquiera cuando existen oportunidades de salir de la situación.

Es un rasgo típico de personas que han sufrido abuso y de personas con depresión. Y ese es mi diagnóstico para nuestro electorado. ¿Cómo salir de la cárcel de la indefensión aprendida de nuestra sociedad? ¿Retomar el control, seguir intentando cambiar las cosas? Difícil. Faltan los ingredientes principales: ilusión y esperanza. Y eso no nos lo va a dar el resultado de estas elecciones.