Kazuo Ueda, gobernador del Banco de Japón

Kazuo Ueda, gobernador del Banco de Japón EFE

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El conundrum de la inflación en Japón

29 abril, 2024 02:36

En un ejercicio de ficción, si cerramos los ojos y pensamos que los últimos treinta años en Japón no han existido, los datos de inflación en el país nipón no nos dirían nada más que su situación no dista mucho de lo que ha ocurrido en las grandes potencias occidentales, es decir, mostraría otro país que intenta salir de un episodio de alta volatilidad en los precios. Pero no es así y voy a explicar el motivo.

Desde 1992 hasta 2023, quitando un episodio puntual de carácter extraordinario entre finales de 2014 y principios de 2015, la inflación media en Japón ha estado por debajo del objetivo del Banco Central debido a que durante una larga etapa su economía atravesó un período de durísima deflación. Concretamente, desde febrero de 1999 hasta abril de 2006, la inflación anual se mantuvo persistentemente en territorio negativo. 

Pasada esa etapa, el BoJ se afronta un complejo sudoku en el que las decisiones no son fáciles, pues desde el verano de 2022 la inflación media está en el 3% coincidente con un período de fuerte debilidad del yen.

Desde 1992 hasta 2023 (...), la inflación media en Japón ha estado por debajo del objetivo del Banco Central

Las consecuencias de un yen débil tienen mucho que ver con la situación de tipos en Estados Unidos. La tasa de ahorro en Japón ha sido alta precisamente por la ausencia de inflación. Esto ha llevado a un constante flujo de capital hacia el dólar que se ha acelerado en los últimos años por el diferencial de tipos entre las dos divisas. Japón es el mayor financiador del Tesoro americano con más de un billón de dólares en su poder.

La debilidad del yen es un factor que acelera las dinámicas de precios de Japón, ya que un yen en mínimos de 34 años lo que hace es importar inflación. La preocupación ha llegado al seno del BoJ, cuyos responsables dieron fin a ocho largos años de tipos negativos en marzo de este mismo año, con la primera subida en 17 años.

El problema es que, a diferencia de lo que sorprendentemente ha pasado a estos dos lados del Atlántico, la economía japonesa literalmente no está preparada para acometer una brusca subida de tipos. Ahora mismo, los forwards a dos años sobre la tasa swap del índice a un día indican un aumento por encima del 0,6% desde cerca del 0%, su nivel más alto desde 1998.

Aquí es donde los problemas se agravan. Mientras el yen se mantiene débil, una gran parte de la industria de Japón, la más orientada a las exportaciones, celebra junto al turismo una lluvia de reservas. Esto ha impulsado en gran medida a la bolsa nipona hasta máximos de tres décadas.

La economía japonesa literalmente no está preparada para acometer una brusca subida de tipos

Pero la felicidad nunca viene sola. Japón es la economía más apalancada del mundo con enorme diferencia. Su ratio deuda/PIB es del 265% que contrasta con el 67% en 1990. Ahora el coste financiero sí importa, como afecta igualmente a los millones de deudores que han sufrido las consecuencias de conservar deuda en una etapa deflacionista y que ahora se las prometían felices hasta que los tipos han empezado a subir con brusquedad.

Salvo que el BoJ monetice esta situación aliviando la carga financiera de empresas y familias, un aumento en los rendimientos de la deuda provocaría una potencial reversión en la el flujo de ahorro invertido en treasuries. Esto infligiría un terrible daño a la economía americana, pues perdería un comprador natural de su deuda, o lo que es lo mismo, el Tesoro tendría que buscar nuevos ahorradores, evitando que China releve a Japón como tenedor de la misma.

Además, sufriría una fuerte caída en precios en un momento de división respecto al devenir de su política monetaria.

Pase lo que pase, la situación es compleja y los próximos pasos van más allá de la obtusa obsesión occidental de que hay que bajar tipos porque es bueno para las bolsas. Si esto sucede y el timing no es el adecuado, atentos al tsunami que se podría generar en Japón.

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