En la verbena de las Vistillas, en las próximas fiestas madrileñas, cerca de las elecciones se tocará un chotis, ritmo lento y letra chulesca: "El candidato Lobato / quiere bajar impuestos / lo ha dicho hace un rato / a sus electores en los puestos. / Y le contesta la Ayuso / que copiar sus propuestas / lo considera un abuso".

En ese momento entra en escena el socialista, pañuelo blanco al cuello y gorrilla de cuadros blanqui-negros. Con voz de barítono entona: "¡Ay Ayuso compañera! / En esta elección cañera / en Madrid es la manera / de ganar la delantera".

Desde la otra acera, Ayuso traje de lunares y pañuelo a la cabeza con clavel reventón replica: "Un Lobato socialista / no bajará los impuestos / porque el lobo sanchista / lo dejaría compuesto / y sin novia a la vista".

Bromas a parte, el cálculo electoral-impositivo es claro. Si sumas los que no pagan IRPF, por no llegar al mínimo exento por sus ingresos, y los que tienen menos de 100.000 euros de renta anual (a los que lobato propone bajar impuestos) encuentras al 90% del electorado madrileño.

Es decir, que el socialista por cálculo, y la popular por convicción, llegan a la misma conclusión.

Al bolsillo de la familia media madrileña le escuecen los tributos. A partir de una determinada renta de trabajo para gastar un euro tienes que ingresar dos euros brutos. La cuenta es sencilla si al IRPF se le suma el IVA, que se paga en cada compra, más diversas tasas e impuestos.

"A partir de una determinada renta de trabajo para gastar un euro tienes que ingresar dos euros brutos"

Es verdad que los servicios públicos exigen ingresos públicos. Pero la sensación de agobio del contribuyente es espectacular.

En la CAM (Comunidad Autónoma de Madrid) hay más de 400.000 autónomos. La mayoría de ellos retienen un 15% del IRPF en sus facturas. Por ende, cuando llega el mes de junio tienen que desembolsar una cantidad que les deja tiritando sus cuentas corrientes. La sensación es de ser esquilmados por las arcas públicas.

Madrid en 2022 ha sido la autonomía que mayor número de nuevas empresas crea y el número de pymes es altísimo. Una economía de creadores de empleo que saben lo duro que es mantenerlos.

Por otra parte, el salario medio (cerca de 31.000 euros anuales) es el más alto de España, respecto a otras comunidades. Eso hace que la retención media para pagar su IRPF, supere el 21%, la mayor del país, cuando la media española es del 17%. Es decir, al asalariado medio madrileño se le saca de su sueldo un 4% más que al español medio. Cobra más, pero paga más y contribuye con ello a los servicios públicos de toda España.

El madrileño (autónomo, empresario medio y asalariado) no conoce las cifras con tanta precisión. Pero es consciente que aporta mucho a las arcas públicas. Su pregunta es: ¿no se podrían tener los mismos o mejores servicios públicos con menos tributos y más eficiencia gestora en las Administraciones? ¿No estaría mejor empleado el dinero en el bolsillo ciudadano creando riqueza y empleo?

Ante esa pregunta el votante madrileño sospecha que se podría mejorar esa gestión. Por eso agradece la reducción de impuestos. Quiere buenos servicios públicos y cree que se pueden hacer de manera más eficiente con menos impuestos.

Lo saben tanto Ayuso como Lobato. Por eso, no es extraño que piensen en reducir el impuesto a la clase media y trabajadora, como le gusta decir al Gobierno.

Lo mismo que pasa con la educación concertada. El porcentaje de alumnos de la escuela pública en Madrid, el 55%, es inferior al de la media española, el 67%. Pero del 45% que acuden a la educación privada, 360.000 alumnos lo hacen a la concertada. Además de que el coste por alumno es inferior al de la pública, permite a muchos padres elegir el tipo de educación que prefieren para sus hijos.

En consecuencia, tampoco me extrañaría que Lobato defienda la enseñanza concertada estas elecciones. A pesar de que la doctrina oficial del PSOE y, sobre todo, de Unidas Podemos sea contraria a ello.

Si hay que cosechar votos no asustar al votante y, si es posible, las promesas por delante.

*** J. R. Pin es profesor del IESE.