Con el impuesto a las eléctricas estamos en la misma posición que los dos conejos de la fábula de Tomás de Uriarte (1750/1791). Discutían sobre si los perros que les perseguían eran galgos o podencos. En medio de la discusión, llegaron los canes y se los merendaron.

La Comisión Europea, el Gobierno de España y el PP, discuten sobre si el impuesto, temporal y extraordinario, a las eléctricas debe ser sobre los ingresos o sobre el exceso de beneficios (calculado como el superior en más del 20% de la media de los resultados de los últimos tres años). Cada una de estas opciones tiene sus pros y sus contras.

Los ingresos son más fácilmente cuantificables, los beneficios se refieren a un cálculo contable discutible. Los ingresos se controlan fácilmente, para el cálculo de los beneficios hay que ajustar amortizaciones, periodificar pagos e ingresos, inversiones...

Los ingresos son trasladables a los precios rápidamente, los beneficios se calculan a posteriori. Se puede hacer una previsión, pero no un ajuste fino. Hasta que se haya acordado con la autoridad fiscal, no se sabe a ciencia cierta qué hay que pagar.

Si se cobra un impuesto sobre ingresos, las compañías saben su repercusión muy pronto. Si es sobre beneficios, habría que esperar a conocerlos, para saber su repercusión al cierre del ejercicio fiscal. Lo mismo le pasa al Estado.

El PP dice que está de acuerdo con la propuesta de la UE. El PSOE no tendrá más remedio que adaptarse a ella.

[Gobierno y PP, de acuerdo en implantar el mismo impuesto a las energéticas que adopte la UE]

La discusión "técnica" es interesante, pero al final el público consumidor y contribuyente se pregunta: ¿Y de lo mío, qué? Mis costes o gastos por la electricidad, ¿cómo los van a reducir?

"La discusión 'técnica' es interesante, pero al final el público consumidor y contribuyente se pregunta: ¿Y de lo mío, qué?"

Ni la Unión Europea, ni el Gobierno español, han dado datos concretos sobre el reglamento de reparto de los fondos obtenidos con cada uno de los dos sistemas. Ursula von der Leyen ha dicho que esas cantidades deben repercutir en los consumidores más desfavorecidos.

Frase que se puede traducir por: primero ingresemos el dinero, luego ya lo repercutiremos en los precios para quienes quiera cada Gobierno. Para esa bajada de precio no hay ni plan concreto, ni la voluntad de hacerlo más o menos rápido.

Las dos medidas suenan a improvisación. A respuesta ante el pánico de ver cómo los ciudadanos empiezan a estar hartos y echar la culpa al Gobierno de cada país y al de la Unión Europea.

La situación actual es consecuencia de improvisación en materia de suministro energético. Ni la canciller Merkel se dio cuenta de la debilidad que suponía la dependencia de Rusia como suministrador único. Mandó cerrar las centrales nucleares de Alemania, sin haber sustituido su producción por energías renovables.

En España el caso del gas es paradigmático. La pelea con Argelia se dio en el peor momento. Su suministro de gas era muy importante. Sobre todo para la industria. Hace mucho que se hicieron muchas inversiones (gasoductos y gasificadoras) para asegurar el flujo de gas entre Argelia y España. Ahora, hay que negociar cada entrega. Puede que no haya problemas de abastecimiento -el número de plantas gasificadoras lo asegura- pero lo habrá de precios.

[Sin noticias de cuánto nos costará el gas de Argelia]

España renunció a seguir construyendo centrales nucleares nuevas. Sin embargo, el debate de alargar la vida de las actuales está sobre la mesa. Ahora, la UE ha declarado la energía de origen nuclear "limpia". (¡Manda narices!).

Lemoiz fue el paradigma de la estulticia. Si el mundo abertzale quería un País Vasco independiente, la independencia energética era condición imprescindible. Pues no. Se empeñaron en torpedear una de las soluciones que le hubieran permitido dar un paso más en esa dirección. Con ello, hicieron un favor a la unidad de España. Cosa de la que nunca hablarán.

Mientras tanto, sabemos que lo más eficaz para abaratar la factura eléctrica es bajar impuestos. El IVA bajó al 5%. Bajada que acaba en diciembre, lo alargarán seguro.

En el discurso de si poner impuestos a los ingresos o a los beneficios, si son galgos o son podencos, pueden llegar las elecciones y arramblar con estos gobiernos. Como los canes lo hicieron con los conejos.