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La tribuna

Llega una tormenta de impagos y morosidad

Con la subida de los tipos de interés, el dinero barato desaparece. La morosidad empresarial ya ha subido un 42%.

7 septiembre, 2022 02:28

Estos últimos meses estamos viendo cómo están bajando las valoraciones y cotizaciones de las empresas tecnológicas, como las startups del sector Fintech. Este término procede del inglés Finance and Technology y se refiere a las actividades que implican el uso de la tecnología e innovación para prestar productos y servicios financieros.

Un negocio que ha sido muy atractivo los últimos años, al ser fácilmente escalable y no necesitar una gran estructura. Al mismo tiempo, actualmente los inversores están analizando si apostar por estas empresas es rentable, o no.

En los primeros cinco meses del año, el Nasdaq, el índice bursátil de Estados Unidos que recoge a los 100 valores de las compañías más importantes del sector de la tecnología, incluidas las empresas de Hardware y de Software, cayó en casi un 23%. Tras cerrar su peor agosto en siete años, el 1 de septiembre, cayó más de un 2% y lideró las caídas de Wall Street.

El mercado de la bolsa siempre ha sido una señal significativa de lo que puede llegar, porque las tendencias que siguen los inversores son las que determinan los precios y dan a conocer la tipología de empresas por la que se inclinarán los próximos meses.

Cuando se dan fuertes descuentos en los valores financieros en las bolsas, es porque los inversores prevén que en los próximos días, semanas o años la empresa no va a tener el mismo valor. Y lo que es más importante: lo que viene por delante no es tan bueno como lo que venía por detrás. Si un sector entero baja su valor, se prevé un problema en ese mercado, el cual tendrá menos beneficios o crecimiento de lo esperado previamente.

Esto es lo que está sucediendo en Estados Unidos y es perfectamente extrapolable en Europa, ya que las causas de origen son las mismas. Durante un periodo muy largo de tiempo, el dinero ha sido muy barato o a tipo cero, lo cual significa que el capital recibido es devuelto sin generar prácticamente intereses. Y, por otro lado, las startups han recibido una valoración de muchos múltiplos respecto a su beneficio real, porque no siempre generan ingresos, pero se apuesta por ellas, por lo que se prevé que pueden valer en el futuro si siguen creciendo.

En julio, el Banco Central Europeo llevó a cabo una subida de tipos de 0,50 puntos y anunció que seguirá en esa senda, rompiendo la tendencia de la última década. La subida puede llegar al 2%. Una subida del 0 al 2% es infinita. A día de hoy, una hipoteca se pelea con un banco y otro para que el diferencial sobre el euríbor sea de un 0,5 o 0,7. Por tanto, puedes estar pasando en solo un año de tener un tipo de interés del 0,5 al 2,5, subiendo en más de cien e incluso varios cientos de euros la cuota mensual.

El valor de los activos financieros y provocando de forma implícita una inflación que todavía no había dado la cara

Los tipos se han mantenido bajos tras la crisis de 2008 para motivar la inversión y crecimiento. La idea ha funcionado, pero se ha aplicado de forma sostenida durante un largo periodo de tiempo, desvirtuando, por tanto, el valor de los activos financieros y provocando de forma implícita una inflación que todavía no había dado la cara. El principal problema ha sido no haber recuperado gradualmente los valores de tipos que incentivan, aunque sea levemente, el ahorro, porque nadie se ha atrevido a poner el cascabel al gato.

Se ha aguantado hasta que no se ha podido más, y no hay más remedio que subirlos para contener la inflación, justo cuando peor viene a las economías domésticas por la subida de precios y la disminución de su poder adquisitivo, lo que provoca una todavía menor capacidad de compra y ahorro. El 31 de agosto, la inflación volvió a marcar otro récord del 9,1% en la eurozona, con España en el grupo de cabeza.

Estados Unidos ha tenido el mismo problema y ha reaccionado más rápido salvaguardando la hegemonía del dólar, que en estos momentos tiene un valor prácticamente de paridad con el euro (lo que supone que los europeos hemos perdido aproximadamente un 20% de poder adquisitivo cuando queremos comprar bienes o servicios que están referenciados en dólares. Véase el barril de petróleo como ejemplo más sangrante).

[El euro pierde los 0,99 dólares y cae a mínimos de los últimos 20 años]

Es la moneda mundialmente más reconocida y no se puede permitir su caída, más ahora con la nueva guerra fría de Estados Unidos y  China, con punto de encuentro en Taiwán. En Europa no hemos tenido más remedio que reaccionar, siguiendo la misma senda.

Para el mundo startup, la situación de los últimos años, hasta la fecha, ha beneficiado a estas empresas de nueva creación, las cuales han despegado porque los inversores han inyectado dinero confiando que a futuro van a aumentar su valor.

Las empresas Tech han sido especialmente atractivas, consiguiendo rondas de financiación millonarias, porque pueden escalar y ganar muchísimos clientes y usuarios, sin necesidad de tener una gran plantilla y estructura, con una distribución puramente digital.

Si los tipos suben, el dinero barato que tenían los inversores desaparece, y además ven un mayor riesgo en invertir en valores que no son tan seguros, al haber menos liquidez.

En Estados Unidos, este verano, grandes empresas como Meta, Uber o Salesforce detuvieron sus contrataciones, mientras que el servicio de pagos bancarios en línea Klarna despidió al 10% de su plantilla y vio reducida su valoración. La finetch Bolt, al 27%, pese a valer 10.000 millones de euros, según su última ronda de financiación. Las plataformas de compraventa de criptomonedas tampoco se han salvado: Gemini y Bitso anunciaron también el despido del 10% de su plantilla.

Gracias a la subida de tipos, los bancos van a tener un poco más de margen para prestar dinero, pero es previsible, también, que empresas y particulares no puedan llegar a pagar las cuotas si estas siguen creciendo.

Es previsible que empresas y particulares no puedan llegar a pagar las cuotas si estas siguen creciendo

Todo este contexto reúne, en resumen, una pérdida de poder adquisitivo de las familias por parte de la inflación, que les obliga a destinar más parte de sus ingresos para los gastos básicos de comida o energía.

Este aumento del importe de las cuotas por la subida de tipos, drenará una mayor parte de sus ingresos y provocará una disminución de la liquidez que va a impactar a las empresas y su crecimiento, incluso viabilidad, como veíamos con los ejemplos startup y Fintech, frenando, por tanto, (si no destruyendo la creación de empleo), un entorno recesivo y un aumento del incumplimiento en los pagos que parece más que evidente.

De hecho, según ciertos indicadores, la tormenta de retrasos en los pagos y la morosidad, ya estaría aquí. El Observatorio de morosidad de la Confederación de la Pequeña y Mediana Empresa, el Cepyme, anunció en agosto que la morosidad empresarial alcanzó en el primer trimestre la cifra de 348.992 millones de euros. Es un 42% más que en el mismo trimestre anterior y el mayor repunte trimestral en 12 años.

Sus previsiones para los próximos meses son muy negativas. Para hacerle frente, serán de gran ayuda las herramientas de gestión del ciclo de crédito y, sobre todo, del cobro en todas compañías cuando es posterior a la entrega del bien o servicio. Fundamentalmente, las compañías financieras, incluidas las Fintech y todos aquellos negocios que acostumbran a girar recibos y facturas para su posterior pago por los clientes.

*** Agustín Rodríguez, CEO de la empresa de transformación eficiente Pfs.

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