Como era previsible, lógico e inevitable la decisión del BCE de poner fin al programa de compra de bonos soberanos ha impulsado al alza la prima de riesgo de los países con altos niveles de déficit y deuda, en especial la de dos grandes economías de la eurozona como España e Italia. Esto certifica algo muy sencillo: la ausencia de confianza de los mercados en las políticas fiscales y presupuestarias desplegadas por los gobiernos español e italiano; esto es, la ausencia de un una estrategia consistente y creíble conducente a reducir el desequilibrio de sus finanzas.

El temor a la hipotética reproducción de una crisis de deuda en la unión monetaria como las de 2012 y 2014 provocó el martes la convocatoria de una reunión de emergencia del Consejo de Gobierno del BCE.

El resultado fue anunciar la hipotética creación de un "instrumento anti-fragmentación" con el fin de evitar que la divergencia entre los costes de endeudamiento entre el bund alemán y el de los estados más vulnerables se vuelva insostenible. De momento, nadie sabe cuál será el alcance de esa iniciativa ni los requisitos para acogerse a ella en caso de su puesta en marcha. Ello exige realizar algunas consideraciones básicas.

La experiencia muestra que la compra de deuda soberana por la autoridad monetaria europea sólo ha servido, caso de España, para incentivar el aumento del gasto público y para desincentivar cualquier plan de consolidación presupuestaria.

Y, peor, la asistencia del BCE ha sido empleada no para incrementar los desembolsos del sector público de modo coyuntural ante el shock causado por la pandemia, sino estructural. Esto explica por sí solo la elevación de la prima de riesgo que proseguirá su carrera alcista mientras no cambie la política económica en vigor.

La constitución de un "instrumento anti-fragmentación" sólo tendría utilidad si se estableciese una fuerte condicionalidad para sus potenciales beneficiarios. De lo contrario, sólo contribuirá a estimular a la perpetuación de estrategias fiscales insostenibles.

Ahora bien, de momento, nadie concede credibilidad a esa imposición lo que se acentúa cuando los afectados son dos de las mayores economías de la UE cuyo colapso financiero pondría en riesgo la estabilidad del euro. Ante este panorama, la capacidad de chantaje de los Gobiernos de España e Italia no es desdeñable.

La capacidad de chantaje de los Gobiernos de España e Italia no es desdeñable

La decisión política de que un miembro de la zona euro no pueda quebrar o suspender pagos genera una situación de riesgo moral, es decir, la propensión a la indisciplina de los deudores se convierte en un fenómeno permanente.

En Estados Unidos, a lo largo de la historia, numerosos estados de la Unión han quebrado sin poner en riesgo su pervivencia como una unión monetaria. ¿Por qué se excluyó esa opción cuando se creó el euro, aunque de facto estaba implícita en la prohibición al BCE de monetizar la deuda de los países integrados en aquel? Este lamento es estéril y, más, en medio de la guerra ruso-ucraniana que 'exige' la unidad europea.

Ahora bien, el cierre a priori de la barra libre abierta por el BCE hace imposible mantener la barra libre presupuestaria por parte de la Comisión Europea. Fráncfort ha pasado la pelota a Bruselas en un evidente intento de que ésta fuerce a los estados débiles a reducir sus déficits. Ello supone exigir a España e Italia la presentación de planes de consolidación presupuestaria con hitos y objetivos precisos con supervisión externa.

¿Hará esto la Comisión Europea? Un sano escepticismo no permitiría ser muy optimista, salvo que el BCE sea firme, cuestión sobre la que también cabe poner una interrogación.

[El BCE vuelve a retrasarse... por pánico]

La esperanza es que los denominados frugales, acompañados esta vez por Alemania, no acepten seguir financiado la prodigalidad española e italiana. Ya costó aprobar los Fondos Next Generation; la presión para dejar de comprar deuda soberana y endurecer la política monetaria ha sido y es creciente y las economías del centro-norte de Europa están en una posición muy débil con serias de recesión en Alemania.

Este conjunto de circunstancias debilita su espíritu de solidaridad hacia sus insolidarios socios que sólo piden dinero para financiar sus excesos y no tienen intención alguna de renunciar a ellos.

La presión al alza de las primas de riesgo soberanas de España e Italia son una moción de censura del mercado a su política económica. Nadie cree que estén dispuestos a hacer los deberes y ambos se enfrentan a elecciones en el escenario del corto-medio plazo. Sólo la firmeza desde el exterior puede obligarles a disciplinarse y es complicado intuir si eso ocurrirá o no.