Lingotes de oro y monedas amontonadas en el depósito de seguridad de Pro Aurum.

Lingotes de oro y monedas amontonadas en el depósito de seguridad de Pro Aurum. Michael Dalder Reuters Munich (Alemania)

OPINIÓN MERCADOS

A vueltas con el oro... ¿qué hacemos ahora?

11 mayo, 2022 03:22

El oro es un activo que no es pasivo de nadie. No sólo funciona como escudo ante la hipotética destrucción completa del valor de una moneda, sino que también protege ante caídas de las rentabilidades reales. La presencia del metal precioso en una cartera de inversión mejora el binomio rentabilidad-riesgo de la misma.

En síntesis, es un buen diversificador del riesgo. Por todo ello, siempre hemos dicho que es una buena cobertura contra la incertidumbre y que debería estar presente en la composición de todo patrimonio financiero. Es uno de los activos refugio por antonomasia desde hace más de 2.000 años.

Según el World Gold Council, durante los últimos años hemos visto un incremento en las posesiones de oro, tanto por parte de inversores privados como por el lado de diferentes bancos centrales.

Por un lado, los bancos centrales siguen considerando al oro como un depósito de valor, constituyendo una parte muy importante de sus activos. Por otro lado, los actuales condicionantes políticos conllevan a que ciertos países emergentes quieran tener menos dependencia de las principales divisas occidentales en un posible viraje del poder económico en el futuro y/o una polarización del mundo. De este último punto cada vez hay menos dudas.

Todo esto no ha pasado de refilón por la comunidad financiera y parece lógico que haya interés privado en invertir en oro, más si cabe cuando los bancos centrales son grandes inversores y poca gente duda de la capacitación de sus equipos técnicos, por no hablar de la cualidad de vehículo diversificador del metal precioso.

Contrariamente a la opinión generalizada de que el oro es un buen protector contra la inflación, el análisis estadístico demuestra que es un buen escudo frente a incrementos de precios no esperados, es decir, cuando la inflación sorprende.

La presencia del oro en una cartera de inversión mejora el binomio rentabilidad-riesgo de la misma

Cuando la inflación es alta, pero previsible, el oro no ha sido una buena cobertura mirando por el retrovisor. Por eso mantiene una correlación inversa casi perfecta con los tipos reales de largo plazo (los nominales menos las expectativas de inflación de largo plazo).

En estos momentos surge la gran duda con el metal precioso. ¿Podemos esperar que su revalorización continúe o es momento de reducir posiciones?

El cambio de sesgo de los bancos centrales como consecuencia de los actuales niveles de inflación, fruto de una tormenta perfecta (inyecciones monetarias sin precedentes, liberación de demanda reprimida por la pandemia y choque de oferta), con el consiguiente inicio del proceso de subidas de tipos de interés, está implicando que los tipos reales hayan aumentado de manera generalizada. Todo esto debería implicar una corrección del metal precioso. Sin embargo, la invasión de Ucrania matiza esta posibilidad al tratarse de un activo refugio universal.

Estas dudas son recurrentes, por factores de diversa índole, en el seno del mercado y el ejemplo son dos bancos de inversión americanos de renombre, con recientes previsiones sobre el metal precioso antitéticas. Uno de ellos hablando de niveles superiores a 2.500 USD/onza como consecuencia del actual conflicto geopolítico y otro, pronosticando niveles de 1.600 al calor de la dinámica de los tipos reales.

Consideramos que, con independencia de la actual situación geopolítica, las subidas de tipos de interés no se van a interrumpir de la noche a la mañana, siendo el proceso de escalada de las rentabilidades reales inevitable. En algún momento el oro recogerá esta dinámica.

Creemos, por tanto, que reducir algo las posiciones de oro que mantengamos en cartera (o estar muy atentos para realizarlo en función del riesgo geopolítico), manteniendo siempre una inversión estructural, es más que razonable dado todo lo expuesto.

***Pedro Mas Ciordia es director general de Santander Private Banking Gestión.

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