Partida de ajedrez en Ucrania

Partida de ajedrez en Ucrania

La tribuna

Partida de ajedrez en Ucrania

La estrategia de Biden en este conflicto con Putin va a ser muy distinta a la de Afganistán. Aquí tiene más intereses en juego.

8 febrero, 2022 03:39

Señalaba Bobby Fischer, el único norteamericano que ha sido campeón del mundo de ajedrez, derrotando precisamente a un campeón soviético (luego nacionalizado francés) Boris Spasski, que el "ajedrez es la vida". Hoy se está jugando una partida de ajedrez en Ucrania entre rusos y norteamericanos, con algunos invitados, entre ellos, los propios ucranianos.

El abandono norteamericano de Afganistán fue interpretado por muchos como un fracaso. Esa es, también, mi opinión. Pero que Biden dejase caer al régimen afgano no significa que esa tuviese que ser su política en todos los casos. En Afganistán, Estados Unidos llegó a dos conclusiones. En primer lugar, que no tenía nada claro qué era lo que se le había perdido allí, y en segundo lugar que el régimen afgano que había implantado no estaba dispuesto a defenderse a sí mismo, y mucho menos a acabar con los talibanes. En consecuencia, Biden, que además había perdido un hijo en esa guerra, dio la orden de retirar las tropas norteamericanas. Como todos sabemos, el régimen afgano colapsó antes de que se hubiese completado la retirada occidental.

En ese momento, algunos analistas pensaban que esa señal de debilidad comprometería a otros países en los que Estados Unidos garantizaba, de una forma u otra, su defensa, como en los casos de Corea del Sur, Taiwan o Israel. Pero, en estos casos, sí parece claro que Estados Unidos tiene muy claro qué se le ha perdido, y además, en caso de conflicto, estos países sí están dispuestos a defenderse.

Que Biden dejase caer al régimen afgano no significa que esa tuviese que ser su política en todos los casos

Probablemente considerar la retirada de Afganistán como un signo de la decadencia inmediata de Estados Unidos es un error. Y el primer lugar donde esto se puede estar demostrando es en Ucrania. Rusia ha concentrado más de 120.000 hombres en la frontera. Pero, de momento, lo único que ha logrado es que los países limítrofes que no son miembros de la OTAN como Finlandia y Suecia se estén planteando entrar, porque ahora su opinión pública lo apoya. Además, en Ucrania, cualquier sentimiento pro-ruso ha desaparecido. Al mismo tiempo, ha aumentado el suministro de armas, y hay cada vez más civiles armados.

A diferencia de la anexión de Crimea, parece que la reacción occidental será esta vez más contundente. El problema para Rusia es que una invasión puede ser muy costosa en términos de vidas, además de enfrentarse a duras represalias económicas. Es cierto que Europa, y especialmente Alemania, se verían muy afectadas si Rusia deja de suministrar gas. Sin embargo, esto no afecta a los Estados Unidos que, probablemente este año pasen a ser el primer exportador mundial de gas, según las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía.

Si los ucranianos están dispuestos a defenderse, entonces para Estados Unidos no tiene mayor coste una postura dura en Ucrania. En cambio, para Europa el más que previsible corte del suministro de gas supondría un endurecimiento de la crisis energética. Pero, con todo, Europa no toma las decisiones en la OTAN, y tampoco puede permitir que se invada a un país soberano en Europa y no tomar ninguna decisión.

No parece que Putin tenga nada que ganar con una invasión armada de Ucrania. Lo que ocurre es que parecía lo contrario, que, con la mera amenaza, Rusia podría tomar una nueva pieza. Los antecedentes eran que en Crimea, la población no se opuso a los rusos, y la reacción occidental fue tibia. Por otra parte, Europa, especialmente Alemania, necesita un gas que está más caro que nunca. Y el precedente de Afganistán señalaba debilidad.

El problema es que, aunque haya afinidades culturales e históricas, la población del resto de Ucrania no es la del Donbas, ni la de la península de Crimea. Y que Biden no se puede permitir otra humillación por razones de política interna, pero sobre todo por la rivalidad con China. Eso sí, la pieza europea es la que está en peor posición en esta partida de ajedrez.

Los europeos tendríamos que invertir más en política exterior y de seguridad común en Europa

Un par de lecciones de esta partida de ajedrez son que los europeos tendríamos que invertir más en política exterior y de seguridad común en Europa. La segunda lección es que la política energética tiene una enorme importancia geoestratégica, y eso hay que tenerlo en cuenta.

Por ejemplo, la decisión alemana de cerrar, antes de tiempo, sus centrales nucleares no sólo ha sido muy cara para sus consumidores eléctricos, sino que ha debilitado su posición geoestratégica. Por otra parte, que España tenga centrales regasificadoras y un gasoducto con Marruecos permitirá que España suministre el gas natural que los marroquíes compren en el mercado internacional. Esto ha librado a Marruecos de un problema gravísimo en su suministro, y a España de una enorme inestabilidad. Una decisión política que ha sido posible porque las infraestructuras energéticas existían.

En esta partida de ajedrez, el reloj corre, afortunadamente, contra la guerra. Por una parte, el consumo de gas se reduce sustancialmente al terminar el invierno. Por otra parte, en primavera, las operaciones militares a gran escala son mucho más complicadas en un terreno embarrado. Esperemos que todas las partes actúen racionalmente y no cometan errores de cálculo, ni mucho menos crean que una guerra a gran escala soluciona problemas, ni mucho menos trae seguridad alguna.

*** Francisco de la Torre Díaz es economista e inspector de Hacienda.

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