Novak Djokovic

Novak Djokovic Invertia

La tribuna

¿Sale caro mentir?

5 febrero, 2022 04:19

En mi casa, toda la vida he escuchado que mentir sale caro. Sin embargo, cuando comparto este dicho con amigos y colegas generacionales, algunos me rectifican, “no es así, lo que sale caro es lo barato, y no el mentir”, me susurran.

Como esta corrección ya me ha ocurrido en varias ocasiones, la última esta misma semana sin ir más lejos, me encuentro estos días con la duda de si soy yo, que mezclo dichos populares a mi libre albedrío, o bien es cierto, y en algún momento existía la creencia popular de que mentir salía caro.

Ejemplos de mentiras, por no decir de mentirosos, existen múltiples y variados, pero de mentiras que salgan caras, encuentro bastantes menos y, observo, además, que la curva va en declive.

Para ir centrando bien el tema, concentrémonos principalmente en el sentido literal del adjetivo caro y su intrínseca relación monetaria. ¿Mentir hace perder dinero? ¿mentir cuesta dinero?

El caso de Novak Djokovic podría ser un ejemplo. A primera vista el asunto le ha salido caro, el tenista ha sido deportado de Australia, quedándose fuera del Open de Australia y esfumándosele la posibilidad de ingresar los 2.7 millones de euros que se llevará el ganador del torneo.

Pero ¿realmente le ha salido caro el juego?, o ¿es algo que se presupone? Veamos, dinero, dinero, no ha perdido, únicamente ha perdido la oportunidad de ingresos extras.

Aunque dudo mucho que Djokovic hiciera el ejercicio previamente, si en algún momento el tenista se detuvo a analizar los riesgos de su peculiar estratagema, la pérdida de oportunidad de ingresos extras quizás fuera de los primeros riesgos en identificar, pero no el único. La secuencia de riesgos deportivos, reputacionales, legales y económicos que a consecuencia de esa mentira se me ocurren es larga, muy larga; lo que me lleva a deducir que, entre golpe y golpe de pelota, el tenista dio revés al sano ejercicio profesional y académico del análisis previo de riesgos.

La jugada a Djokovic le ha salido mal, pero yo no lo clasificaría como cara. De momento ninguno de sus patrocinadores ha anunciado que le retiran su confianza, y estamos hablando del 46º deportista mejor pagado del mundo, según Forbes, con ingresos anuales por patrocinios entorno a los 26 millones de euros. Djokovic puede que regrese a Serbia o España, o donde quiera que le dejen entrar, con las manos vacías, pero no con menos patrimonio.

Y si añadimos un ingrediente más, ¿mentir sale caro en términos reputacionales? El impulso y mi formación me llevan a contestar que indiscutiblemente, y a presuponer también una tendencia en alza de casos reales, en contra de la curva en declive que veíamos antes, pero la realidad e inmediatez confunden mi análisis.

En el top 10 de las mentiras corporativas de los últimos años nos encontramos a la desaparecida Enron y su saga de mentiras en la compañía, o a Snapchat que basó su diferencia en ser la primera red para historias que luego desaparecían sin dejar huella y resultó ser mentira. Pero también nos encontramos a Volkswagen, que tras hacer frente a más de 25 billones americanos en multas e indemnizaciones, y que reconociendo su error logró recuperar en tiempo récord la confianza de los conductores y sigue en el pódium de matriculaciones en Europa.

La jugada a Djokovic le ha salido mal, pero yo no lo clasificaría como cara

¿Qué ocurre entonces? La globalización y la tecnología, que a través de las redes sociales han hecho del mundo un pañuelo (más parecido a un kleenex de usar y tirar, que a aquellos impecables pañuelos de hilo bien planchados que nuestros padres y abuelos llevaban en el bolsillo) tienen mucho que decir aquí. Las redes sociales han logrado que si mientes se entere hasta el apuntador de tus antípodas… que se entere, que opine y que contribuya a la decapitación pública del mentiroso. 

Da miedo mentir en este contexto, ¿no? Pamplinas. Cada día se multiplica exponencialmente el número de mentiras... y no quiero hablar de política.

Se nos olvidó echar el freno al estereotipo de todo vale y, una cosa es que el rosa y el rojo sean ahora dos colores que casan a rabiar, y otra que hayamos dado permiso a que la mentira y los mentirosos se instalen en nuestra cotidianidad con daños reputacionales leves y efímeros. La reputación tarda años en construirse y segundos en destruirse, ¿lo recuerdan?, así era hasta hace bien poco….

La mentira solo debería practicarse en el mus y, si nos la cuelan en algún otro juego, no deberíamos darla por valida.

***María Díaz, directora de comunicación, marca y relaciones institucionales de Esade.

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