Tres amigos paseando con la mascarilla puesta.

Tres amigos paseando con la mascarilla puesta. Matteo Jorjoson, Unsplash.

OPINIÓN MERCADOS BLUE MONDAYS

La Covid amenaza de nuevo a Europa: ¿adiós recuperación?

22 noviembre, 2021 05:30

Austria ha confinado a su población. Eslovaquia hará lo propio con los no vacunados. Alemania vuelve a registrar récord de infecciones y las autoridades califican la situación como de “emergencia nacional”. Reino Unido impone nuevas restricciones, al igual que Holanda, que alcanza su peor momento desde el invierno.

Europa se ve amenazada de nuevo por la amenaza de las restricciones y los confinamientos tras el inesperado repunte de la pandemia de los últimos 30 días. Es cierto que mientras la incidencia sube, la presión hospitalaria y las muertes se mantienen fuera de los niveles de alarma, pero los antecedentes de inacción han llevado a las autoridades de muchos países a imponer nuevas restricciones de movilidad que eventualmente tendrían impacto en el crecimiento.

La cercanía de las Navidades supone un aumento del riesgo por las celebraciones, las reuniones familiares y los actos sociales en países con bajos porcentajes de vacunación. Pero también es cierto que esos eventos forman parte del ciclo de recuperación y actividad económica que venimos presenciando secuencialmente en los últimos trimestres.

Surge por tanto una pregunta casi obligada: ¿está en riesgo la recuperación económica en Europa?

La respuesta no es fácil. Y es así porque no depende exclusivamente de lo que pase en relación a un empeoramiento de la situación. Es que la tendencia que subyace no es del todo favorable.

Es cierto que, en términos de crecimiento, los datos ofrecen una secuencia positiva, pero de normalización. Tras dos trimestres de fuerte repunte en los datos de actividad, el PIB nominal de la zona euro sigue todavía por debajo del nivel de 2019. Y más todavía del dato de 2018 con una brecha del 5% en valor de mercado.

La inflación sabemos que ha sido un invitado no deseado que está empezando a hacer daño. De momento a una escala baja, pero viendo que lo de la temporalidad es un cuento chino, de cara a una normalización del crecimiento en 2022, con los niveles de inflación esperados, en el mejor de los casos tendremos un crecimiento real cero.

Lo he contado en numerosas ocasiones en esta columna para hacer entender el dañino efecto que tiene una espiral inflacionista. Es un impuesto indirecto al consumo que además drena las expectativas futuras y es un enemigo mortal para el ahorrador. Para comprobar que no son solo los precios de la energía, el deflactor del PIB aumenta un 2% en términos anuales. Los precios de producción están disparados y los precios de los alimentos básicos recogen una inflación superior al 2%.

No es de sorprender que los burócratas del BCE insistan de un lado en un mensaje tan poco creíble como defendible. Saben que si la inflación se mantiene elevada, o en los niveles actuales, Europa va de cabeza a una estanflación sin capacidad de reacción ni en política monetaria ni fiscal.

Con más confinamientos, esperemos que no, y si la situación empeora en un mes con el consiguiente parón de actividad y consumo privado, el crecimiento para Europa va a ser revisado con toda seguridad nuevamente a la baja. La consecuencia directa es que el output gap será negativo con el menor margen de maniobra histórico tanto fiscal como monetario.

Si la inflación se mantiene elevada, o en los niveles actuales, Europa va de cabeza a una estanflación sin capacidad de reacción ni en política monetaria ni fiscal

El euro-dólar, sin ser un indicador fiable en términos económicos, sí ayuda a fijar las expectativas. Europa se rezaga del crecimiento sincronizado y eso ha llevado al euro a mínimos del año. Señal de poca confianza. Desde que en mayo superase levemente los 1,22 dólares, actualmente se cotiza a 1,128 o, lo que es lo mismo, una devaluación del tipo de cambio de casi el 8%. Bueno para las exportadoras, especialmente un alivio para los motores de crecimiento europeo (Alemania y Francia) si no fuera porque toda la ganancia cambiaria se la han comido los costes variables de transporte, energía y abastecimiento de materiales.

Y aquí llegamos a otro termómetro de la actividad, las bolsas. Los resultados del trimestre han constatado que el 80% del sector, aproximadamente, ha recuperado niveles previos a la pandemia. Muchos lo han superado con creces. No en vano, el EuroStoxx 50 alcanzó recientemente máximos desde finales de 2007 y encara su última resistencia para volver a niveles previos al estallido de la burbuja puntocom. Mucho tendrían que cambiar las cosas para pensar que desde aquí las bolsas van a conjugar un entorno inflacionista y de presión en márgenes con mejoras de rentabilidad. Lo que aplica a la renta variable aplica a los mercados de deuda y crédito, donde la burbuja es igual o mayor. Si nada lo evita, el ratio deuda/PIB de Europa superará el 100% el próximo año.

En definitiva, el viento está tornando de cara. De momento, nos movemos con inercia tanto en lo económico como en lo financiero, y conviene no desaprovecharla. Pero que no se nos nuble la vista con lo que potencialmente se avecina. No digan que no lo conté.

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