Evergrande, un aviso de la burbuja de crédito

Evergrande, un aviso de la burbuja de crédito

OPINIÓN MERCADOS BLUE MONDAYS

Evergrande, un aviso de la burbuja de crédito

20 septiembre, 2021 02:46

Este ha sido un verano atípico por la tranquilidad de los acontecimientos y dominado por las noticias que han venido desde China. Las injerencias políticas en la economía y el mundo empresarial se dan por supuestas en el gigante asiático pero cuando emergen situaciones particulares en las que no interviene directamente el gobierno todavía la relevancia es mayor. Es el caso de Evergrande, la segunda mayor inmobiliaria del país, cuyo impago de la deuda podría ser inminente, generando con ello consecuencias de alcance global.

Evergrande Real Estate forma parte de las actividades de un conglomerado industrial cuyo desarrollo reciente expone de forma muy fidedigna lo que es la economía china. La compañía posee más de 1.300 proyectos en 280 ciudades de China, donde ha realizado la entrega de más de 12 millones de viviendas. Estamos por tanto ante un potente promotor inmobiliario con una orientación particular en cuanto a su modelo de negocio.

El problema, como de tantas empresas chinas, es que su crecimiento se ha producido al calor de un colosal boom inmobiliario provocado por el propio avance económico del país, lo que le ha llevado a acumular pasivos por más de 300.000 millones de dólares.

Evergrande lleva un año obligada a vender propiedades con descuentos cada vez más pronunciados para poder mantener sus actividades a flote

Evergrande ha utilizado en muchas de sus promociones un modelo consistente en pedir pagos adelantados, un estilo similar al cooperativista que se utiliza en España. El problema es que el esquema de préstamos se origina desde el vendedor hasta la propia compañía incluyendo a sus financiadores, muchos en lo que se conoce como shadow banking, cuyas garantías van unidas al incierto valor de las viviendas.

Así pues, cuando el valor de las propiedades cae el problema se traslada a los tenedores de deuda y del derecho de adquisición. Evergrande lleva un año obligada a vender propiedades con descuentos cada vez más pronunciados para poder mantener sus actividades a flote.

Las dudas sobre la capacidad de pago de la compañía y su solvencia han llevado a un espectacular desplome de sus acciones en la bolsa de Hong Kong, así como de su deuda, que ha pasado a cotizarse a una alarmante fracción del valor, reflejando en ambos casos la creencia de que la compañía afronta un inminente default.

Las implicaciones no son despreciables. No solo por el tamaño de la deuda sino por el efecto contagio para el sector, que ya es una realidad, así como para la propia economía en un momento delicado en el que se cuestiona el ritmo de crecimiento del país.

Las autoridades chinas tienen que lidiar, además, con un tema sensible, pues no hablamos de una empresa industrial cuyo impacto social se circunscribe a los trabajadores. Hablamos de miles de ciudadanos que ya se manifiestan en las sedes de la compañía reclamando sus inversiones ante el temor de que una quiebra les deje arruinados y sin sus prometidas casas. Precisamente por ese alcance popular es por lo que la solución más plausible es la de que Evergrande sea rescatada, evitando así manifestaciones que de alguna forma socaven su autoridad.

Con independencia de esa circunstancia, lo que es preocupante es el hecho de que el modelo de crecimiento asociado a deuda se extrapole más allá de los propios confines de China.

Llevamos más de una década con unos tipos de interés que siguen el dictado de una política monetaria que de forma masiva ha alentado la inversión en proyectos poco rentables y el uso desaforado de la deuda

Es un dragón, nunca mejor utilizada la expresión, durmiente. Llevamos más de una década con unos tipos de interés que siguen el dictado de una política monetaria que de forma masiva ha alentado la inversión en proyectos poco rentables y el uso desaforado de la deuda. En el momento en el que se cuestiona el nivel de tipos de interés y con una situación económica que cada vez abandona más la idea del rebote ligado a la reapertura, esta cuestión es capital.

Basta imaginarse lo que podría pasar si empezamos a destapar nuevos "evergrandes" en todas aquellas economías donde el modelo es similar. Qué ocurriría si con unos tipos más altos todos esos proyectos de inversión basados en unas bajas tasas de descuento destapan que realmente las rentabilidades no solo no son las prometidas, sino que además no existen.

La Gran Crisis Financiera empezó con una espiral de dudas alrededor de las garantías de los activos respaldados por bonos y deuda, que acabó llevándose por delante al sistema bancario estadounidense y acabó siendo global. Bastó una compañía, Lehman Brothers, para prender la mecha. Citando a Mark Twain: "La historia no se repite, pero rima".

La bolsa.

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